22/Sep/03
Todo comenzó hace un par de años cuando dos ingleses no muy ortodoxos crearon una historieta un poco más aceptable para el público norteamericano de las que estaban acostumbrados a publicar en Gran Bretaña. Alan Moore y Kevin O’Neill crearon La Liga de los Caballeros Extraordinarios y, si bien no fue un gran éxito editorial, ni una revolución comiquera, lo cierto es que encontró un público fiel y seguidor. ¿De qué trata la historia? De un equipo de lucha contra el mal conformado por los héroes de la literatura de fines del siglo XIX. Allan Quattermain (sí, no te hagás el pendex… seguramente leíste Ella, Ayesha o, por lo menos, Las minas del Rey Salomón, de Ridder Haggart), Mina Murray (cuando estaba casada, solía usar el apellido de su esposo, el finado Johnatan Harker… ¿algo que ver con Drácula? todo…), el Capitán Nemo (el de las 20.000 leguas de viaje submarino pergeñadas por Julio Verne), el hombre invisible de H. G. Wells y el Dr. Jeckyll de R. L. Stevenson son algunos de los componentes de este extraño grupo de pre-superhéroes.
En la película faltan un tal Campion Bond o Mycroft, el hermano de Sherlock Holmes (lo que da a entender cuál es el origen del nombre M como jefe del Servicio Secreto Británico), pero se agregan Dorian Gray (el eterno joven de Oscar Wilde) y el agente del servicio secreto norteamericano Tom Sawer (ya no tan muchacho como en la época de Mark Twain). Añadile a esto una tecnología digna de los mejores capítulos de Jim West, pero mucho más elaborada, una escenografía y ambientación (año 1899) de la puta madre y una acción casi constante, y vas a tener una de las mejores pelis de aventuras que he visto este año… pero no le pidas más. Sólo eso, aventura corrida y una visual abrumadora. Está el siempre genial Sean Connery como Quattermain y la bomba/avión/camión sexy de Peta Wilson como Mina (demasiado vestida, para mi gusto, pero bueno, estamos en la época victoriana…) liderando un equipo que no tuvo mucho que trabajar preparando sus personajes (falla número uno de la peli).
Así y todo, te pasás la hora cuarenta en el borde del asiento, viendo destrucciones demenciales, algunos anacronismos muy divertidos, guiños a los cinéfilos y, sobre todo, a los que gustan de la literatura de aventuras, en fin… que es una peli altamente recomendable, para pasar un rato agradable siempre y cuando uno suspenda la creencia… acepte algunas inconsistencias y se deje llevar por la historia. Un último comentario tanto a la película como al comic. En un momento en el que todos los productos de ficción con pretensiones de gran público se dirigen a la juventud, a la adolescencia (caso típico: Harry Potter) o al pasatiempo inocuo de verano (ahí metemos desde los best sellers tipo Michael Crichton hasta los libros de autoayuda de Jorge Bucay), apostar por personajes conocidos (y con significado) sólo por los mayores de 40 (o que los mayores de 30 hayan heredado de sus padres), es una jugada arriesgada… casi tanto como seguir alargando este párrafo. Pero lo concreto es que este público también existe y que al fin y al cabo, no creo que hubiese existido un Stephen King sin un Bram Stoker previo, o un Robert Heinlein sin un H. G. Wells. O sea, ¡¡¡larga vida a los personajes de siempre!!! Ricardo D. Goldberger para Axxón y Garrafex News. |