7/Sep/03 La tecnología de los presos La vida espartana de la cárcel a veces inspira la creación de objetos ingeniosos: restos de metal y agua salada, por ejemplo, pueden servir para hacer un práctico encendedor. Acaba de aparecer un libro que describe algunas de las maravillas de la ingeniería que se crean detrás de las rejas.
El calentador provisorio constituye uno más de los casi 80 artículos improvisados que Ángelo describe al detalle en un nuevo libro titulado Prisoners' Inventions (Invenciones de los presos). En trabajo conjunto con la agrupación artística de Chicago Temporary Services (Servicios Temporarios), Ángelo (no es su nombre verdadero) muestra cómo los internos fabrican dados con agua azucarada y papel higiénico, secan lonjas de carne en los artefactos de luces de la cárcel, convierten botellas de salsa picante en duchadores y asan sandwiches de queso en los escritorios de la prisión. "Este testimonio proporciona una idea general de lo que es la vida cotidiana de la superpoblación de internos que tenemos en el sistema carcelario", declaró Mark Fischer de Temporary Services, quien comenzó a intercambiar cartas con Ángelo en 1991. "Y es una felicitación a la creatividad que surge en respuesta a su restrictivo entorno." En las películas, "los presos sólo crean cosas para escapar, drogarse o matarse entre ellos", comentó Fischer.
La sal y la pimienta sólo se consiguen de tanto en tanto en la cárcel, explicó Ángelo. Y cuando los condimentos andan circulando, "todos los que tienen el dato" se llenan los bolsillos con los pequeños paquetes de papel en los que vienen. En vez de unirse a la masa, Ángelo transforma tubos vacíos de humectante labial y de encendedores descartables en saleros y pimenteros caseros. Jerry, un amigo de Ángelo, va mucho más allá, al mejor estilo MacGyver. Utiliza palitos de helado, tiras de aluminio de latas de gaseosa y pegamento raspado de cajas de facturas para construir una versión de lujo, de dos bocas (PDF) del portacondimentos. Las estrictas leyes antitabaco de California provocaron que se retiraran todos los fósforos y los encendedores de muchas cárceles. En consecuencia, "los internos revivieron viejas tecnologías... para eludir esas privaciones", escribió Ángelo. Se pueden combinar cucharitas de helado, clips de papel y solución salina con un calentador eléctrico improvisado para obtener la respuesta de Rube Goldberg a la falta de encendedor. O se pueden introducir minas de lápiz y clips de papel en tomas eléctricas para conseguir una chispa. Y, a su vez, estos adminículos se pueden atar a papel higiénico enrollado para encender una mecha provisoria. No obstante, ese método es riesgoso, señaló Ángelo. "Por más cuidado que se tenga, tarde o temprano va a hacer saltar el disyuntor de la celda", escribió. Y eso es un problema, teniendo en cuenta la importancia que los internos le otorgan a su hora de televisión. "Tu derecho a fumar no significa nada para algunos psicóticos con cadena perpetua que de pronto descubren que su niñera no funciona." El encendedor improvisado constituye uno de los 30 objetos que construyeron a partir de descripciones de Ángelo la agrupación artística Temporary Services y un equipo del Massachussets Museum of Contemporary Art (Mueso de Arte Contemporáneo de Massachussets) en North Adams, Massachussets. Los artículos se exhibirán en el museo hasta febrero del año próximo, como parte de una muestra que explora "el modo en que la gente transforma su mundo", declaró el subencargado del museo, Nato Thompson. (Muchas recreaciones de los diseños de Ángelo también se están exhibiendo en la Galería Halle 14 en Leipzig, Alemania.) Otras de las atracciones principales de la muestra de Massachusetts, Fantastic (Fantástico), son la recreación de Nils Norman de una sucursal del gigante minorista Kmart en forma de trampa ecoturística, y la Física Cuántica de Miguel Calderón, en la que seis maniquíes hippie miran fijo hacia una heladera repleta de helado de marca. Para Thompson, cada uno de los objetos de los prisioneros "cuenta una historia, revela una situación. Dan una imagen más humana de la gente que está en la cárcel, mostrando lo creativa que es, lo desesperada que está". Si es como dice Thompson, entonces tal vez la historia más perturbadora sea la que cuenta la celda de Ángelo, que el personal del museo recreó siguiendo una serie de instrucciones sumamente complicadas que impartió el interno. El estrecho cuartel de 1,80 metros de ancho por 2,70 metros de largo para dos personas muestra cuán vacía, cuán limitada puede ser la vida en la prisión. "Si algunas de las cosas que se muestran aquí no le llaman demasiado la atención", escribió Ángelo, "tenga en cuenta que la privación es una forma de vida en la cárcel". "Los artefactos... se consideran contrabando y pueden confiscarse en las inspecciones de rutina. Pero los internos se recuperan rápido: lo que se llevan hoy, se vuelve a hacer mañana añadió. Y el ciclo se repite una y otra vez." Más información:Prisoner´s Inventions |