Procuramos acercar la Naturaleza a los que no visitan del modo más didáctico posible. Los especímenes se preparan de tal manera que mantengan sus colores naturales y sus posiciones normales de vida. En el caso de insectos, hemos estudiado atentamente la posición natural de antenas, extremidades, mandíbulas, al efecto de disecarlos en la posición más natural. Los animales conservados en líquidos se presentan de modo que se los pueda ver de todos los ángulos, sin distorsiones. Al efecto, toda vez que es necesario mantener la posición del espécimen de manera artificial, se lo fija sobre soportes transparentes que no molesten su vista.
Artrópodos
La preparación de insectos y otros artrópodos requiere de un cuidado extremo y de diversos pasos de preparación. Lo primordial es lograr que se mantengan los colores, obtener la posición natural de las extremidades y preparar el ejemplar para una larga vida de exposición, preservándolo del ataque de diversos agentes que podrín destruirlo, como los hongos e insectos que se alimentan de restos orgánicos secos (Coleoptera Dermestidae, etc.).
Por lo general, luego de ser atrapado y muerto, el insecto se conserva un tiempo en "camas" de algodón desinfectadas con escamas de Naftalina en su parte inferior. Algunos especímenes tienen partes blandas que deben ser inyectadas con un conservante o vaciadas antes de esta operación. En algunos casos, por ejemplo en las arañas con abdómenes abultados, se vacía la parte blanda y se rellena con algodón o con una silicona manuable.
Una vez que un insecto se ha secado completamente, debe ser extraído de la cama con gran cuidado. Se lo humedece para ablandarlo, introduciéndolo en una cámara de humidificación, consistente en un recipiente cerrado en el que se mantiene un gran nivel de humedad. En este recipiente es muy importante tener ciertas precauciones, como embeber la base húmeda con Fenol (ácido fénico) para evitar el ataque de mohos, y desinfectar levemente con un insecticida fuerte o con escamas de Paradiclorobenzol (Globol) para evitar el nacimiento de larvas de parásitos u otros insectos a partir de huevos existentes en el cuerpo de los especímenes, en el algodón o en el aire.
Los especímenes ingresados en estas cámaras húmedas deben estar allí el mínimo posible de tiempo, procurando que no tomen contacto directo con el agua de humidificación. Al efecto, se debe comprobar regularmente si las extremidades y otras partes móviles que se deban manipular para dar posición al ejemplar, como alas o élitros, ya se han relajado y pueden ser movidas.
Los especímenes de distintos órdenes requieren diferentes maneras de preparación, aunque por lo general se usa una base de poliestireno expandido de unos 2 cm de espesor y suficientes alfileres para ir fijando la posición de las partes. Este es un trabajo largo y que requiere mucha paciencia: un espécimen puede requerir hasta un centenar de alfileres para quedar en posición.
Luego de esto, los especímenes armados se deben poner a secar. Si esta operación se realiza en ambiente natural, el tiempo de secado depende de la humedad ambiente y del calor. En invierno, con mucha humedad, pueden permanecer sin secar indefinidamente, con lo cual se corre el riesgo de que sean atacados por hongos y otros agentes. Además, aunque se utilicen alfileres entomológicos de primera calidad, en un ambiente húmedo es posible que éstos se oxiden, arruinando el ejemplar. Lo ideal es forzar el secado con una circulación caliente de aire (usando, por ejemplo, secadores de pelo), o introducir los ejemplares en una cámara cerrada con desecantes o en un horno de secado de temperatura suave. En verano es más fácil que los especímenes se desequen en poco tiempo, aunque el riesgo de que sean atacados por insectos destructivos es mayor. Tanto en invierno como en verano es conveniente que se pase con un pincel sobre los ejemplares (si no son sensibles a este tratamiento, como los lepidópteros, cuyas alas no deben ser tocadas) una mezcla de fenol disuelto en alcohol e insecticida. En edificios viejos, con pisos falsos, techos falsos, sótanos o depósitos en los que pueda haber ratones o ratas, se debe tener extremo cuidado de no dejar este material al alcance de esos animales, pues lo destruirán en un momento.
Es obvio indicar que todo el tiempo el espécimen debe ser manejado junto a su correspondiente etiqueta de datos de recolección. Se debe tener mucho cuidado de no mezclar etiquetas o especímenes, pues sin los datos científicos correctos el ejemplar pierde su valor. Cuando los especímenes están listos, se los vuelve a "pincelear", esta vez con un pincel seco y muy suave, para quitarles todo resto del polvo ambiente que haya caído sobre ellos, y se los acomoda en sus cajas de exposición, debidamente etiquetados. Estas cajas requieren cuidados posteriores, como la presencia constante de bolitas de naftalina para mantener a salvo los especímenes de infecciones de insectos, hongos y otras plagas.
Partes óseas
En muchos casos, debido al estado de conservación de un ejemplar o por otras razones, es necesario extraer las partes óseas de un animal para exponerlas. Lo que se quiere obtener puede ser un esqueleto completo, cráneos o, incluso, en presentaciones didácticas, sólo secciones del esqueleto. La extracción de los huesos parecería ser una tarea no demasiado complicada, pero en general no es así. Se requiere de una enorme paciencia, pues es una tarea de varias fases, que requerirá de diversos elementos y precauciones. En primer lugar, se debe utilizar protección adecuada para las manos, por lo general guantes de látex (normalmente llamados "quirúrgicos"). Sin embargo, cuando se manipulea el animal entero para llevarlo hasta el lugar de trabajo, acomodarlo, separar sus partes, etcétera, es conveniente usar momentáneamente guantes de goma más gruesos, pues los quirúrgicos se desgarran con facilidad.
El primer trabajo será extraer por completo las partes blandas. Si el animal está "fresco" la tarea será menos penosa, pero si presenta ya un estado de descomposición, será preciso trabajar en un ambiente aireado, provisto con mascarilla y protección adecuada para la ropa, pues pueden haber líquidos encerrados a presión en algún órgano. Puede darse el caso, peor aún, de que las partes blandas del animal se hayan secado, y en estos casos se deberá proceder a ablandar los tejidos antes de retirarlos de los huesos. Para esto se deberá hervir las partes corporales para ablandar los tejidos resecos. Se debe tener mucho cuidado si hay huesos pequeños involucrados, pues pueden ablandarse demasiado.
Seguirá la tarea de desprendimento de los tejidos adheridos. Es una tarea que se debe realizar teniendo mucho cuidado de no dañar la superficie del hueso. En algunos casos será necesario someter a las piezas, previamente, a un baño en una solución de hipoclorito de sodio y agua. Las proporciones se aprenden con la práctica, por lo general la disolución normal que se vende como "lavandina" es suficiente para ayudar a desprender los tejidos. En este caso también se debe tener muchísimo cuidado con los huesos muy pequeños, pues se corre mucho peligro de que el hipoclorito los disuelva y desaparezcan igual que los tejidos blandos.
Se debe tener mucho cuidado, en todo momento, de no desordenar demasiado las partes óseas de animal, pues luego el armado se hará más difíl. En nuestro museo no acostumbramos a barnizar los huesos. Como mucho, se les aplica una levísima pintada con una laca transparente muy diluida.