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07/Oct/03

Estudio de la vinchuca en la Universidad Nacional de Córdoba para combatir el mal de Chagas

Investigadores de la Facultad de Ciencias Químicas se encuentran desarrollando un importante estudio para combatir el Mal de Chagas. La particularidad del trabajo consiste en que, mediante el conocimiento de la bioquímica del insecto (la vinchuca) se busca incidir sobre la producción de huevos impidiendo su reproducción.

Desde hace 10 años, un grupo de estudio dentro del Departamento de Bioquímica Clínica de la Facultad de Ciencias Químicas se dedica de lleno al estudio bioquímico de los insectos. En este caso, se trata de la vinchuca, el vector por el cual se transmite el mal de Chagas. "Nos interesó el insecto porque cuando se diseñaron las campañas de lucha contra el Chagas, se sabía que el vector era capaz de volar por necesidades alimentarias. Pero si bien sabíamos que volaba, poco se había estudiado de los elementos bioquímicos participantes para esa acción, en la cual consume mucha energía", explica Edilberto Rubiolo, doctor en bioquímica y director del equipo. Recientemente, el Banco de la Nación Argentina donó 100 mil pesos a la Universidad Nacional de Córdoba para el financiamiento de estudios sobre la enfermedad de Chagas, entre los cuales se encuentra el grupo dirigido por Rubiolo, cuyo equipo de trabajo se completa con las doctoras en ciencias químicas Lilián Canavoso y Roxana Cano, la bioquímica Milena Marcato y el biólogo Raúl Stariolo.

Impedir la reproducción

Mediante los estudios, anteriormente comentados los investigadores lograron describir las moléculas encargadas de llevar la energía a los músculos de vuelo de la vinchuca, y han publicado sus trabajos en este campo. Otra acción en la que este insecto consume muchas energías es en producir sus huevos. Precisamente, en este último aspecto se enfocan las actuales tareas de investigación del grupo. "Sabemos que la única fuente de energía de este insecto la obtiene a través de la sangre de la que se alimenta, pero se conoce muy poco sobre cómo maneja sus reservas energéticas, y en este momento nuestro trabajo está concentrado en la captación y transporte de energía para la postura de huevos, abarcando desde el momento en que el insecto succiona la sangre hasta la producción de huevos", sintetiza Rubiolo. ¿Cuál es la importancia de estudiar este punto? El director del equipo lo explica: "Si podemos incidir en alguno de estos pasos, podríamos cortar la reproducción del vector. Por ejemplo, inhibiendo la transferencia de la energía a donde se producen los huevos, o en el procesamiento del huevo, ya sea a través de enzimas, metabolitos o una droga; tendríamos una herramienta para manejar la generación de los mismos". Es decir, se trata de manipular la reproducción de la vinchuca, bloqueándola. Sin embargo, los investigadores descartan los insecticidas para este propósito. El proyecto es incidir en la puesta de huevos de la vinchuca sin llegar al empleo de insecticidas tóxicos, pero sí mediante algún compuesto químico que logre frenar la reproducción. Sobre esto, Rubiolo destaca que los insecticidas que existen "matan al insecto pero absolutamente ninguno tiene poder ovicida, o sea que eliminan la vinchuca pero no los huevos que produce".

Hacia otras ramas

Pero la bioquímica del insecto reviste especial importancia no sólo en el mal de Chagas, sino que sus conocimientos pueden aplicarse en otros insectos asociados a problemas de salud o en áreas de importancia económica de nuestro país. En este sentido, la idea del equipo de trabajo es la formación de recursos humanos capacitados para que los conocimientos obtenidos en el estudio de la vinchuca sean aplicables a otros insectos. "En este momento, por ejemplo, tenemos la "mosca de los cuernos" (Haematobia irritans), que nos invadió desde Brasil y está generando grandes problemas en la ganadería. El conocimiento de la bioquímica de los insectos nos permitiría controlar mejor este problema, y el manejo de muchos otros insectos, como el pulgón en la agricultura o la abeja productora de miel", manifiesta Rubiolo.

Chagas: "El SIDA de los pobres"

Básicamente, el mal de Chagas es una enfermedad de la pobreza. Se manifiesta en las zonas más empobrecidas de América Latina. La enfermedad de Chagas incluye a varios componentes: el parásito, como responsable de la patología; el vector, que no es otra cosa que el insecto (los denominados Triatominos) ; y el hospedero, que puede ser cualquier mamífero, incluido el ser humano. El hábitat de las vinchucas tiene que reunir determinadas condiciones, como viviendas con rajaduras en las paredes, techos de pajas o barro, donde generalmente anidan.

Las especies de vinchucas son más de un centenar, aunque básicamente pueden reducirse a cuatro las que tienen importancia epidemiológica. En Argentina, predomina la llamada Triatoma infestans. ¿Cómo la vinchuca sirve como agente para transmitir la enfermedad de Chagas al ser humano? Una de las características de este insecto es que no inocula el parásito en el tejido humano, sino que al picar a una persona y succionar la sangre, su intestino se hincha y la obliga a defecar, depositando el parásito en la piel de su víctima. Por la picazón, las personas se rascan, y son ellas mismas las que inoculan el parásito en los tejidos mediante esta acción. Este modelo de transmisión vectorial fue preponderante en toda América Latina hasta la década del 80.

En cuanto a la transmisión de humano a humano, a través de las transfusiones sanguíneas, Rubiolo afirma que en Argentina más del 95% de las transfusiones está controlada, "pero todavía quedan algunos resquicios por donde puede pasar la enfermedad", aclara.

El mal de Chagas es considerado como un enfermedad silenciosa, ya que la gran mayoría de sus víctimas no se dan cuenta cuando se infectan, y durante muchos años no presentan síntomas. Se clasifica en tres fases: aguda, latente y crónica. La fase primaria o aguda, se produce entre 5 y 7 días desde el momento en que la vinchuca pica a la persona. En la mayoría de los casos, la adquisisción de la enfermedad pasa inadvertida para sus portadores y no sufren dolencia alguna, salvo algunas líneas de fiebre y en algunos casos lo que se denomina Signo de Romaña (llamado también "ojo en compota"). Luego la sucede la etapa de latencia, que puede llevar hasta 30 años sin que la persona manifieste síntomas y donde la enfermedad sólo puede detectarse mediante análisis sanguíneos.

La fase crónica se presenta en la adultez y sus manifestaciones suelen estar en relación directa con las alteraciones del corazón, el aparato digestivo y el sistema nervioso central y periférico. La consecuencia más común de esta enfermedad, en Argentina, es la miocardiopatía chagásica, afección del corazón que podría describirse como un engrandecimiento de sus músculos y su consecuente mal funcionamiento.

El aporte de Mazza

El descubridor de la enfermedad de Chagas fue el brasileño Carlos Chagas en 1909. Sin embargo, en la Argentina muchas veces se lo llama Mal de Chagas-Mazza, en honor al médico argentino Salvador Mazza, quien en 1926 comenzó a estudiar la enfermedad y con los años se transformó en el principal estudioso de esta patología en el país. "Como el Chagas era una enfermedad que afectaba principalmente a los pobres, no se le daba trascendencia y la medicina la negaba como patología. La importancia del trabajo de Salvador Mazza reside precisamente en señalar que la enfermedad era importante y en hacer tomar conciencia de esto a las facultades de medicina", subraya Rubiolo.

Extracto de "Hoy la Universidad", diario digital de la Universidad Nacional de Córdoba.

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