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26/Dic/03

Insectos vectores: encuentran clave para combatir el mal de chagas

TEMAS: Biología, Zoología, Entomología, Insectos, Hemiptera, Hemípteros, Vectores, Enfermedad Chagas, Mal Chagas, Trypanosoma cruzi

El mal de Chagas es una parasitosis que está presente en toda América Latina afectando a un 15% aproximado de la población total. Esta enfermedad puede llegar a ser mortal, sobre todo en los niños y los bebés, pero en la mayoría de los casos, las personas conviven muchos años con la infección hasta presentar síntomas. Un importante porcentaje de ellos desarrollan insuficiencia del músculo cardíaco y otras patologías invalidantes.

(La Hora) La causa de esta enfermedad endémica es un parásito: el Trypanosoma cruzi, que hasta ahora no se podía erradicar del organismo humano una vez instalado. Durante años se ha combatido a la enfermedad desde su vector, la vinchuca (Hemiptera), un insecto hematófago que es el vector de trasmisión.

De esta manera se intenta disminuir la transmisión de la parasitosis y evitar nuevos casos. Pero hoy parece que podrá combatirse su verdadera causa, y el objetivo de los científicos es la curación definitiva de la enfermedad.

En efecto, un grupo de científicos encontró la llave que permitirá bloquear el mecanismo que permite al Trypanosoma cruzi reproducirse y subsistir dentro del organismo. Los científicos lograron identificar una enzima clave, llamada trans-sialidasa, que le permite al parásito defenderse del sistema inmunitario de su huésped.

Pero este paso, si bien importante, es el primero de un largo camino hacia la curación definitiva de las personas portadoras. Para ello, se deberá diseñar una molécula que ataque esta enzima y, por lo tanto, al mecanismo de vida del Trypanosoma cruzi.

El parásito tiene en su superficie una serie de moléculas que le permiten interactuar, reaccionar y censar las condiciones del medio, es decir, el organismo del huésped.

Estudiando los genes que codifican los elementos que están en esa superficie, los investigadores esperan comprender los factores que permiten al Trypanosoma cruzi interaccionar con el huésped.

Transmisión y reproducción

En la mayoría de los casos, el Trypanosoma cruzi llega al hombre a través de un insecto que hace las veces de vector: la vinchuca. Cuando una vinchuca infectada con Trypanosoma cruzi nos pica, excreta sus heces con parásitos sobre la herida. La picazón hace que la persona se rasque, produciendo pequeñas heridas por donde entran los parásitos al organismo.

Una vez dentro, utiliza la sangre para propagarse en busca de células nucleadas, que detecta e invade ciertos tejidos del cuerpo. Entre los blancos predilectos del Trypanosoma están el corazón, el sistema nervioso, los músculos, el sistema digestivo, según el tipo de cepa de que se trate. Entra en el citoplasma de la célula y cuando ésta muere o estalla por la cantidad de parásitos, el Trypanosoma cruzi vuelve a viajar por la sangre e infecta otras células sanas.

Como ante todo agente extraño, el sistema inmunológico produce una rápida respuesta, y en un primer momento controla la infección. Se logra un equilibrio por el cual el parásito vive intercelularmente, generando una respuesta inmunológica que protege al huésped.

Mientras tanto, en la superficie del Trypanosoma cruzi existe una serie de moléculas llamadas mucinas, que se sitúan una al lado de la otra y cubren totalmente el parásito.

Del contacto a la invasión

Pero las mucinas no sólo protegen al parásito del ataque de los anticuerpos, sino que le sirven también para relacionarse con otras células sanas del organismo. Cuando el Trypanosoma toca con estas moléculas la superficie de la célula elegida, en ese contacto éstas provocan una reacción que permite la invasión.

Para que la cubierta de mucinas pueda proteger, interaccionar con otras células e invadir, es necesario otro elemento: el ácido siálico, un azúcar tomado del huésped a través de la trans-sialidasa. Esta enzima que coopera haciendo de mediadora, se ha transformado en el blanco de la investigación en busca del punto débil del huésped.

El gran paso de las últimas investigaciones fue, justamente, identificar los genes que codifican la trans-sialidasa. Trabajando en el laboratorio con la enzima en bacterias, se ha podido averiguar cuáles son las partes importantes para transferir el ácido siálico. A partir de esto, la misión será diseñar moléculas que impidan que la enzima funcione y de esta manera lograr paralizar al parásito.

Este es el blanco ideal, lo que se denomina diseño racional de inhibidores para enfermedades infecciosas. Los investigadores saben que hasta desarrollar un remedio definitivo contra el mal de Chagas falta recorrer un largo trayecto.

Sabiendo que es una enfermedad que se divide en tres etapas progresivas, se intenta que la futura cura pueda actuar en el mayor arco temporal.

La primera es la etapa aguda, el primer mes que le sigue a la infección, que tiene algunos síntomas como fiebre y malestar general. Luego le sigue un período asintomático de latencia que puede durar años. Y finalmente, el 15% de los infectados sufren una etapa crónica cuyos síntomas, en la mayoría de los casos, se manifiestan con daño cardíaco.

La enfermedad y la pobreza

La presencia del mal de chagas se detecta en América Central y del Sur; Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela y Chile son los países más afectados. Compromete de un modo esencial a la población rural, de bajo estrato social, y está directamente relacionada con la pobreza y la insalubridad.

Las viviendas de adobe, con abundantes grietas, piso de tierra, techo de paja y mala iluminación, constituye un hábitat adecuado para los insectos transmisores.

Cualquiera sea su localización, lo hace en forma de manchas geográficas bien delimitadas dentro de un mismo país, donde se registran entre 15 y 20 millones de casos, produciendo unas 50 mil muertes al año.

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