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20/Sep/04

Insectos agresivos: atacan las avispas

TEMAS: Biología, Zoología, Entomología, Insectos, Hymenoptera, Picaduras, Vespidae, Apidae

Estos insectos se pueden volver muy agresivos cuando creen que está en peligro su colmena.

Dos geólogos tuvieron que ser asistidos en el hospital Santiago Apóstol de Álava, País Vasco, España, tras ser atacados por un gran número de avispas mientras trabajaban en un camino de parcelaria situado entre la calle Venta de la Estrella y el barrio de Errekaleor, en Vitoria, informó un portavoz de la Policía Municipal.

Los hechos ocurrieron hacia las once de la mañana, cuando los dos profesionales realizaban estudios del suelo en la zona. Al levantar un trozo de terreno, se toparon con un avispero. Centenares de himenópteros hicieron su aparición en ese momento y comenzaron a picarles.

Las víctimas echaron a correr para refugiarse en el coche, pero no pudieron evitar que las avispas les atacasen durante el trayecto. Poco después, una patrulla de la Guardia Urbana les acompañó hasta el hospital Santiago, donde fueron asistidos de múltiples picaduras por todo el cuerpo. Fuentes policiales aseguraron que los dos se hallaban fuera de peligro.

Avisperos en edificios

Al lugar acudieron también los Bomberos, que lograron eliminar el avispero con ayuda de insecticida. Con posterioridad, acudieron también a la calle Nieves Cano para retirar otro enjambre que se había instalado en un edificio.

Un portavoz del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamentos aseguró ayer que, en menos de 24 horas, habían realizado cuatro intervenciones similares. Así, el martes tuvieron que actuar en sendas viviendas del Paseo de Fray Francisco y de la calle José de Olarte.

En un colegio

Los bomberos tuvieron que intervenir el pasado miércoles en el colegio Los Ángeles de Miranda, España, ante la presencia de un enjambre de avispas. Se encontraba en el agujero del muro de contención a la entrada del edificio. Los operarios procedieron a fumigar con insecticida y a cubrir la zona.

La mayoría de los alérgicos a las picaduras de abejas y avispas lo ignoran

Una veintena de personas fallece cada año en España a causa de la reacción alérgica que le provoca la picadura de una abeja o una avispa

Las abejas y las avispas son un auténtico peligro. Todos los años mueren en España en torno a una veintena de personas como consecuencia de la reacción alérgica que les desencadena el picotazo de uno de estos insectos. Los expertos alertan de que al menos el 1 por ciento de la población es alérgica al veneno que inoculan, pero la mayoría lo ignora. Apenas la mitad de los afectados conoce su problema y recibe el tratamiento adecuado. La incesante lluvia retrasó en primavera la aparición de todos estos animales en campos, parques y jardines, pero con los primeros rayos de sol salieron a la calle en busca de alimento. Ahí permanecen hasta el final del calor.

La de las abejas y las avispas es la más grave de las alergias a los animales que puede sufrirse, según explica el especialista Ignacio Antepara. El organismo puede reaccionar con problemas de insuficiencia respiratoria y rinitis ante la presencia de perros, gatos y hamsters. El anisakis, una lombriz que aparece en determinados pescados, llega a producir alteraciones cardiovasculares, asma, urticaria e incluso pérdida de la conciencia. Pero el veneno de un himenóptero es capaz de llevar a un alérgico a la muerte, no con una primera picadura, pero sí con la segunda o la tercera si no se recibe el tratamiento adecuado.

La inflamación que causa el picotazo de una abeja o una avispa comienza a desaparecer tras las primeras 24 horas. Si se es alérgico, el hinchazón puede ir acompañado de urticaria, náuseas, fatiga, mareos... «El mayor problema es que este tipo de accidentes te coge siempre en un sitio inapropiado, como el campo. Muchas veces ni siquiera te das cuenta de que te ha picado un bicho y si encima eres alérgico, y eso te pasa en más de una ocasión, el desenlace puede ser fatal», resume el especialista.

La alergia a las abejas suele ser habitual entre apicultores y personas que viven en contacto directo con la naturaleza, aunque lo cierto es que cualquiera puede sufrirla. «Resulta curioso. Conozco apicultores con este problema, que son absolutamente conscientes del peligro que corren, pero aún así siguen cultivando miel», señala Antepara.

El especialista tiene una teoría para explicar por qué las personas que están más habituadas a trabajar y convivir con estos insectos son, precisamente, los que habitualmente más los sufren. Las alergias, según dice, funcionan como las manías. «Primero crees que una persona es rara, luego comienzas a no aguantarla y, al final, le coges manía». Con la alergia pasa igual. «El cuerpo te avisa una vez, te dice que eres alérgico a una sustancia con una reacción exagerada y, a continuación, comienza a desarrollar sus propias defensas contra ese elemento que considera extraño. Después, o tomas las medidas oportunas o cuando vuelvas a ponerte en contacto con esa sustancia te da un cuadro que te mueres», alerta el experto.

Tan extrema situación se conoce con el nombre de choque anafiláctico, una parada cardiorrespiratoria a la que sólo puede hacerse frente inyectándose una dosis de adrenalina. La anafilaxia está considerada como una seria complicación que se manifiesta en forma de urticaria, asma y conjuntivitis. La tensión arterial desciende, falta riego sanguíneo y falla la respiración. La víctima se expone entonces a sufrir un síncope que puede llevarle a la muerte.

La adrenalina permite al afectado mantener el pulso y la respiración durante el tiempo suficiente como para llegar a un hospital. Los alérgicos a los insectos himenópteros tienen que llevar siempre encima un bolígrafo de adrenalina para poder afrontar momentáneamente la crisis.

Un largo tratamiento

Las unidades hospitalarias de Alergias son los únicos centros capacitados para atender una emergencia de esta naturaleza. Con toda seguridad, el alérgico tendrá que someterse a un tratamiento de larga duración, que consiste en la aplicación de una vacuna fabricada a partir del propio veneno del animal. El proceso, que se prolonga durante cinco años, consiste en ir habituando al cuerpo poco a poco a la presencia de la sustancia tóxica.

A partir de entonces, se considera que el paciente está inmunizado, pero lo cierto, según explica Ignacio Antepara, es que «no lo sabremos con certeza hasta que vuelvan a picarle». Algunos hospitales, como el de Málaga, inoculan veneno puro a sus pacientes para comprobar la eficacia del antídoto. «Éticamente no es algo reprobable porque el paciente está controlado por el centro. Es peor que te piquen fuera y no sepas el riesgo real que corres».

Origen: recopilación de varias fuentes

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