24/abr/02
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Reeditan discos que grabaron Borges y Cortázar
(Clarín) Hay que imaginarse primero -o después- al
gigantón de Julio Cortázar sentado en su casa, leyendo sus cuentos frente a un
grabador de cinta abierta. Hay que imaginarse después -o antes- a un hombre
ciego, que por supuesto es Jorge Luis Borges, repitiendo frente a un micrófono
versos que él escribió y que una mujer le dicta. O no hay que imaginarse nada
y hay que sentarse a escucharlos: se acaban de reeditar los discos que Borges y
Cortázar grabaron hace más de treinta años.
"El problema -empieza diciendo Cortázar, con su voz que se arrastra- es
que tengo que apurarme porque hay que meter todo este texto en menos de veinte
minutos, si no se me va a enojar Héctor Yánover. Esta grabación va a ser un
poco all'' uso nostro, porque hay que ver la de botones que tiene este
aparato"... Héctor Yánover es poeta y librero y, claro, el editor de la
colección de "libros sonoros".
Cortázar no se achica frente al aparato y, además de leer, desliza: "Leo
por ahí que me he quedado atrás en el habla porteña y seguro que es
cierto..." Comenta y lee, comenta y lee "Torito", lee "Elecciones
insólitas", lee "La inmiscusión terrupta" y "Las buenas
inversiones". Lee "Los discursos del pinchajeta", "Album con
fotos" y "Sobremesa".
Borges grabó en los estudios ION, en septiembre de 1967, durante veinte horas
que se dividieron en varias tardes. Yánover conserva el recibo por los 40.000
pesos -calcula que serían unos 300 dólares- que cobró el escritor por este
trabajo. Borges fue el primero de su colección porque "era el número
uno". Después vinieron Pablo Neruda, Raúl González Tuñón, Ernesto Sábato,
Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernárdez, Beatriz Guido, Silvina Bullrich,
Florencio Escardó, Gabriel García Márquez, leyendo el primer capítulo de
Cien años de soledad y hasta Oliverio Girondo, en una grabación que el poeta
había hecho años atrás y estaba en buen estado.
Yánover todavía tiene todo y también los derechos de todo, salvo los de
García Márquez, que el año pasado quiso recuperarlos y se los compró.
"En el estudio -cuenta Yánover- Borges fingía que no recordaba los poemas
y Olga, mi mujer, se los iba dictando. Le pedí que grabara ´Fundación mítica
de Buenos Aires´ y ´El general Quiroga va en coche al muere´, pero él no
quería. Decía que eran muy visuales, de otra época. No había nada que lo
convenciera. Hasta que le dije: ´'Hay razones estrictamente económicas´. Y
accedió: ''Ah, si son económicas... yo de eso no entiendo nada".
Los grabó, pero antes de Fundación mítica... puso una aclaración:
"Diré: Fundación mítica de Buenos Aires es un poema escrito hace tanto
tiempo que lo veo como ajeno, no me arrepiento de sus faltas que sin duda son
muchas ni puedo vanagloriarme de sus méritos si es que alguno tiene. Lo releo y
me parece escrito por otra persona, por una persona que no me es antipática
pero que ciertamente no es el Borges que está hablando ahora".
Aprovechando que tiene que hablar, Borges les habla a sus lectores antes de
varios otros poemas: "Mi amigo Adolfo Bioy Casares dice que este poema es
el mejor de los muchos, de los demasiados poemas que he perpetrado", dice,
para leer "El Gólem".
Yánover habló con Cortázar en un viaje a París en -justo justo- mayo de
1968. Cortázar le dijo que no, no en ese momento porque había otro disco suyo
en Buenos Aires y no quería que se superpusieran.
Cortázar grabó solo, en su casa, en 1970. Cuando terminó le escribió a
Yánover: "Listo: la cinta está acabada, la terminé anoche, la escuché
de nuevo esta mañana. Ahora hay que encontrar alguien que la lleve y ya estamos
(...) Espero sus noticias y sigo al acecho de algún Miguel Strogoff de buena
voluntad que lleve el correo secreto del (corta) Zar".
Yánover sacó sus discos para la Feria del Libro y piensa que, si le va bien,
tal vez se anime y reedite el de Raúl González Tuñón.
Para bien de aquellos a los que les gusta que les lean, de los que usan
auriculares, de los que disfrutan más un texto si el autor les comenta algo, de
los que hacen programas de radio...