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23/Ene/04




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La Cordillera de los Andes se angosta y crece un poco más todos los años

Esto genera miles de pequeños sismos. La causa es la presión de la corteza oceánica por debajo de la corteza continental, de tal forma que los Andes se estrechan, en promedio, 4,5 milímetros anuales.

(Clarín) La Cordillera de los Andes es un biombo enorme que separa a la Argentina de Chile. Sin embargo, los divide cada vez menos. Porque la cadena montañosa se eleva y se angosta a la vez. Y eso hace que la distancia entre los dos países vaya achicándose: cada año, el territorio que ocupa la ciudad de Santiago se acerca 19,4 milímetros a la Ciudad de Buenos Aires.

Para detallar más esta movediza evolución, que se evidencia con los miles de pequeños terremotos que se producen, investigadores científicos del Laboratorio de Tectónica Andina de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires emprendieron la semana pasada una campaña. Van con estudiantes de geología y con subsidios de la universidad pública, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, la Fundación Antorchas y de dos empresas.

Víctor Ramos, el director del laboratorio, está en la zona de la Cordillera del Viento, en Neuquén. Ernesto Cristallini, con estudiantes, se encuentra casi en el límite de Neuquén con Mendoza. En tanto, Daniel Pérez hará estudios en la Cordillera de la Ramada, en San Juan. Dicen que van a hurgar en las montañas. Tomarán muestras de rocas y harán mapeos. Todo vale para ganar detalles de una cordillera, la de los Andes, que no para de modificarse desde el día en que se formó, hace unos 27 millones de años.

Parece que su "nacimiento" fue hace mucho, pero hubo otros acontecimientos más antiguos aún, como el desmembramiento del supercontinente llamado Pangea. América del Sur había "cortado" su unión con Africa. Y ya se había abierto el océano Atlántico, algo que ocurrió unos 115 millones de años atrás.

El punto es que, al separarse el territorio de América del Sur del de Africa, se produjo un cambio en el fondo del océano Pacífico, afirmó Daniel Pérez. "Provocó —agregó— un proceso de subducción". Esto suena raro, pero no significa otra cosa que el proceso por el cual la corteza oceánica se introduce por debajo de la corteza del continente.

Así, el fondo del oceáno Pacífico empezó a querer colarse y a ejercer tanta presión sobre la corteza de Sudamérica que terminó provocando el levantamiento de la Cordillera de los Andes. Por supuesto, que esa aparición no fue repentina como la de un grano de acné en la cara, sino que tardó millones de años.

En realidad, la aparición de la cadena montañosa no es más que el resultado de la deformación que sufrió la corteza continental por la fricción desencadenada por la corteza del Pacífico. Pero la historia no paró allí.

La compresión de la corteza oceánica, que tiene un espesor de 8 kilómetros, sigue todavía. "Se mueve debajo de Sudamérica unos 79 milímetros por año", contó Cristallini. Por lo tanto, el levantamiento de la cordillera continúa. Por ejemplo, la sierra Pie de Palo, en San Juan, se levantó 3.000 metros durante los últimos 3 millones de años, afirmó Pérez.

En promedio, la cadena montañosa se eleva 0,5 milímetro por año, pero pierde en ancho. Se angosta 4,5 milímetros por año. Esto hace que los territorios de Chile y la Argentina se vayan acercando. Entonces, a través de mediciones hechas durante los últimos años con el sistema de geoposicionamiento especial (que utiliza antenas terrestres y satélites artificiales) en colaboración con instituciones extranjeras, se midió —contó Pérez— que el territorio de Santiago se desplaza 19,4 milímetros por año.

En tanto, el de Antuco, situado a 600 kilómetros al sur de Santiago, se mueve a 16,3 milímetros por año. Y el territorio de Copiapó, en la región de Atacama y al norte de Chile, va a una velocidad de 22,9 milímetros por año. Estos desplazamientos también se registran en San Juan, a 7,3 milímetros por año.

Una de las evidencias de que los movimientos están produciéndose son, según Cristallini, "los miles de terremotos que continuamente ocurren". La mayoría no son de gran magnitud y por lo tanto no se convierten en catástrofes para la población. Sin embargo —aclaró— "son la expresión de la compresión de la corteza oceánica que se produce sobre el continente ".


            

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