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25/May/04




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Una nueva teoría afirma que el Sol y la Tierra surgieron de terribles colisiones cósmicas

Por años, algunos científicos imaginaron que el Sol y el Sistema Solar se formaron en un ambiente más tranquilo. Pero imágenes y análisis químicos parecen demostrar lo contrario, según afirman astrónomos de la Universidad de Arizona.

(Clarín, EFE) La historia de la creación fue violenta. O, por lo menos, así lo habría sido la formación del Sol con los planetas que lo acompañan, según afirman ahora científicos de la Universidad del Estado de Arizona, en los Estados Unidos. La formación del Sol no habría sido como un simple brillo dentro de una nube oscura sino —como en las películas de ciencia ficción más tremendistas— fruto de terribles colisiones cósmicas.

La teoría se apoya en imágenes astronómicas y en análisis químicos, y se difundió la semana pasada en la revista Science. Por años, algunos astronómos habían imaginado que el Sol y el Sistema Solar se formaron en un aislamiento relativo, en una esquina oscura de una nube interestelar.

La nueva teoría desafía esta visión tradicional, argumentando que el Sol se formó en un ambiente nebular violento, como subproducto del caos producido por una radiación ultravioleta intensa y explosiones que acompañan la vida de las estrellas masivas y luminosas.

Al igual que la mayoría de las historias de creación, la del Sol y el Sistema Solar también sería dramática. Si la teoría se confirma, la visión del nacimiento podría tener profundas implicancias para una comprensión total, desde el tamaño y forma del Sistema Solar hasta la conformación física de la Tierra y el desarrollo de la química de la vida.

"Existen dos tipos distintos de ambientes en donde se forman estrellas de poca masa como el Sol", explicó el astrónomo de la Universidad del Estado de Arizona Jeff Hester, principal autor del ensayo. Y agregó: "En un tipo de ambiente se da un proceso bastante tranquilo en el que una nube molecular colapsa lentamente, formando una estrella aquí y otra allá. El otro tipo de ambiente en el que se forman estrellas como el Sol es radicalmente distinto. Estas son regiones más masivas que forman no sólo estrellas de poca masa sino estrellas de mayor masa también."

Las regiones más masivas son muy distintas, porque no bien se forma una estrella de mucha masa comienzan a despedir grandes cantidades de energía que modifican a su vez la forma como se crean las estrellas similares al Sol. "La gente imaginó durante mucho tiempo que el Sol se formó en el primer tipo de ambiente, más tranquilo", dijo Hester. "Pero contamos con importantes pruebas que muestran que no es así."

Un detalle esencial para el argumento de este equipo es el reciente descubrimiento en los meteoritos de patrones de isótopos que sólo pueden haber sido causados por la descomposición radiactiva del hierro-60. Se trata de un isótopo inestable que tiene una vida de nada más que un millón y medio de años.

El hierro-60 sólo se puede formar en el corazón de una estrella masiva y, por ende, la presencia de hierro-60 en el joven Sistema Solar aporta fuertes pruebas para señalar que cuando se formó el Sol (4.500 millones de años atrás) había cerca una estrella masiva.

Cuando se forma una estrella masiva, su intensa radiación ultravioleta forma una región de gases calientes, que se impulsan hacia el exterior, a través del espacio interestelar. Una ola de choque es impulsada delante de la región en expansión, comprimiendo el gas circundante y desencadenando la formación de nuevas estrellas de poca masa.

Sin embargo, la estrella no tiene demasiado tiempo como para completar su acción. En 100 años más, aproximadamente, la estrella y lo que queda de su pequeña nube natal quedarán al descubierto por la frontera de la región llamada HII y se verán expuestos de forma directa a la radiación ultravioleta de la estrella masiva. "Vemos a este tipo de objetos emergiendo de las fronteras de la región HII", dijo Hester.

"Estos son los glóbulos gaseosos en evaporación, vistos en la famosa imagen de la Nebula Eagle por el telescopio Hubble". Con todo, los glóbulos gaseosos en evaporación no viven para siempre. En un lapso de 10 mil años se evaporan y dejan tras de sí a la estrella de poca masa nada más. Así dan origen a objetos estelares jóvenes.

"Hay muchos aspectos de nuestro Sistema Solar que parecen cobrar sentido a la luz de este nuevo escenario —destaca Laurie Leshin—. Esto podría explicar, por ejemplo, por qué razón la parte externa del Sistema Solar parece terminar de forma tan abrupta. La radiación ultravioleta habría jugado un papel también en la química orgánica del joven Sistema Solar."


            

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