6/Jun/04

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Colapsan las grandes corporaciones... ¿Ficción o realidad?

Un film documental titulado The Corporation dice que las grandes empresas se encuentran a punto de colapsar como resultado del daño que provocan a las personas y al medio ambiente. No se equivoque: el film es pura propaganda. Pero, ¿hay algo de cierto? Una reseña de Jason Silverman.

(Wired News) Tómese el poder y la influencia cultural de la Iglesia Católica Romana, la monarquía británica o el Partido Comunista Soviético en sus respectivos momentos de apogeo. Agrégese un traje y una corbata y mucho margen para la manipulación legal. Péguense logotipos en cada centímetro cuadrado de espacio disponible. Reemplácese cualquier sentido profundo de responsabilidad social por el afán de lucro. ¡Eureka! Ha nacido La Corporación, la fuerza política y cultural omnipresente en el mundo actual.

Al menos, eso es lo que aseguran los realizadores Mark Achbar, Jennifer Abbott y Joel Bakan en The Corporation (La Corporación), un documental provocativo que se estrena esta semana en San Francisco y que llegará a diversos puntos del país a principios de verano (invierno en el hemisferio sur).

The Corporation presenta metódicamente una serie de cargos contra el poder corporativo; acusa a las grandes empresas de destruir el medio ambiente, de ser amorales y explotadoras. Invita, incluso, a un psicólogo del FBI que elabora un diagnóstico de la conducta corporativa aplicando un listado de criterios utilizado normalmente en el diagnóstico psiquiátrico. Las corporaciones, concluye el psicólogo, son psicóticas.

Meter en la misma bolsa a Dow Chemical y Coca-Cola junto con John Wayne Gacy y Jeffrey Dahmer puede resultar algo exagerado, pero The Corporation es bastante racional y equilibrada. Es más un ensayo impactante, con una buena investigación de base, que un sermón de la izquierda, e incluso ofrece algunas referencias visuales irónicas -fragmentos de animaciones, viejos videos instructivos-para aligerar el tono.

La corporación estadounidense tiene un origen relativamente prosaico. A principios y mediados del siglo XIX, los estados de la Unión empezaron a otorgarles a las empresas derechos paralelos a los de los ciudadanos. A fines de ese siglo, la Suprema Corte de Justicia confirmó esos derechos: fue una bendición para los propietarios de las empresas, que ahora estaban protegidos en lo personal de la responsabilidad ante terceros. Puesto que la ley separó la empresa del propietario de la empresa, sostiene The Corporation, las corporaciones se vieron liberadas de sus responsabilidades frente a la comunidad.

Las corporaciones se convirtieron en máquinas de producción de riqueza, sin importar cuáles fueran los costos para los seres humanos y el medio ambiente. ¿Quieren ejemplos? The Corporation cita muchísimos: las prácticas de extracción de petróleo de Shell en Nigeria; la venta de productos a niños pequeños; el silenciamiento de una investigación periodística por parte de Fox News porque involucraba a uno de sus auspiciantes; la asociación de IBM con el Tercer Reich.

El film ya no tiene certezas para ofrecer cuando explora el futuro. ¿Cómo evolucionarán las corporaciones en un mundo descentralizado e interconectado?¿Quién aprovechará mejor las nuevas tecnologías: las corporaciones, que pueden utilizarlas para transferir instantáneamente la riqueza de un punto a otro del planeta, o los activistas anticorporaciones, que hacen lo mismo pero con la información?

Sin muchos datos en que apoyarse, Achbar, Abbott y Bakan sugieren que el descontento de los consumidores terminará alcanzando a las empresas multinacionales de mayor envergadura; sólo es cuestión de tiempo. El film nos dice, algo ilusamente, que los días de las empresas tal como las conocemos están contados. Para respaldar esa afirmación, el documental apela a portavoces de la centroizquierda entre los que se incluyen Michael Moore, Naomi Klein, Howard Zinn y Noam Chomsky.

The Corporation también pone en pantalla a varios representantes de corporaciones, incluso de IBM y Shell. El testimonio más enérgico del film es el aportado por Ray Anderson, un zar de las alfombras que transformó la operación de su empresa, que tiene una facturación de 1.400 millones de dólares, para adoptar prácticas sustentables desde el punto de vista ambiental. Anderson pronostica que algún día, las prácticas corporativas que hoy son la norma serán recordadas como conductas abyectas y criminales.

Ningún espectador tomará erróneamente a The Corporation por una expresión de periodismo objetivo: es pura propaganda. Los realizadores ofrecen sólo contraargumentos tratados en forma superficial a la postura anticorporativa del documental. La película jamás se pregunta si las empresas modernas aportaron algo positivo al mundo, aumentando la expectativa de vida y conquistando muchas enfermedades infecciosas, por ejemplo.

Pero eso no significa que The Corporation adolezca de falta de sinceridad: es directa y la investigación -que también sirve de base al libro de Bakan The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power (La Corporación: La Búsqueda Patológica de Lucro y Poder)-es exhaustiva. Lo más convincente del film es el análisis de los costos ambientales de una economía enferma de consumismo: puede llegar a provocarle una cierta incomodidad en su próxima visita a un paseo de compras.

The Corporation obtuvo distinciones del público en los festivales cinematográficos de Sundance, Toronto y Vancouver y se convirtió en el documental que generó más ingresos en la historia del cine canadiense. ¿Está el público de este film integrado exclusivamente por quienes desconfían de los fines de las corporaciones (claro, ¿quién no desconfía después de Enron, MCI, Global Crossing, Halliburton et al.?)? ¿O es posible que The Corporation realmente socave la confianza en las grandes corporaciones?