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15/Sep/04




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Más sobre el origen de los sueños

El síndrome de Charcot-Wilbrand es un trastorno que puede aparecer, aunque en contadas ocasiones, depués de un episodio de daño cerebral. Afecta a la visión, la función cognitiva y la capacidad de soñar de quien lo padece. Un nuevo trabajo, basado en el caso de una mujer que presentó este problema, aporta nuevos datos sobre la región del cerebro donde podrían generarse los sueños.

Con 73 años la paciente sufrió un infarto en la arteria occipital bilateral. Como consecuencia de ello dejó de soñar durante un tiempo prolongado y presentó algunos problemas de visión. No sufrió, sin embargo, ningún déficit de atención o de memoria.

Durante las seis semanas posteriores al ictus, los autores del trabajo, publicado en 'Annals of Neurology', analizaron las ondas cerebrales de la paciente mientras ésta dormía.

Los resultados obtenidos mostraron un sueño normal en el que las fases REM -periodo en el que se producen los sueños- presentaron una latencia, una densidad y una frecuencia adecuadas. Tampoco se registraron dificultades respiratorias.

Otra de las pruebas consistió en despertar a la paciente cinco minutos después de que hubiera entrado en la primera fase REM y a los 10, 15 y 20 minutos que siguieron a los otros periodos REM. Según destacan los investigadores, "después de haberla despertado cuatro veces no afirmó haber soñado".

Antes de perder la capacidad durante un largo tiempo, la paciente afirmó haber tenido un sueño a los dos días de padecer el infarto. Catorce semanas después tuvo uno de corta duración y al año recuperó el hábito, aunque con una intensidad y frecuencia menores.

El sueño que se dio poco después de haber padecido el trastorno cerebral destaca por su intensidad, a pesar de su corta duración. "Una persona desconocida me muestra una pieza enorme de algodón, con muchos hombrecitos vestidos con colores vivos incrustados en ella", explica la paciente.

Los autores relacionan este sueño con "las áreas de procesamiento visual que quedaron parcialmente dañadas" y añaden que la desaparición de la capacidad durante las semanas posteriores se debió al daño producido en el lóbulo occipital.

Sueños y alucinaciones

"Esta observación apoya la hipótesis de que, por lo menos en las situaciones clínicas específicas, existe un vínculo entre los sueños y las alucinaciones", explica el documento.

Por otro lado, los científicos afirman que el daño sufrido por esta paciente podría ser la lesión mínima necesaria para que aparezca este síndrome, aunque recomiendan la realización de otros estudios que lo comprueben.

Destacan, además, que el hecho de que la paciente no pudiese soñar aun no teniendo las fases REM alteradas parece confirmar que existe una disociación entre el sueño y esta etapa "como consecuencia de un daño cerebral". Y añaden que, según los datos obtenidos, estos dos elementos podrían depender de "generadores independientes".

De hecho, el trabajo recalca que "el 'síndrome de Charcot-Wilbrand' puede ser una manifestación neuropsicológica del daño del lóbulo occipital distinta y aislada, y que podría darse en ausencia de anormalidades en la etapa REM".

"Cómo se generan y el propósito de los sueños son cuestiones completamente abiertas. Estos resultados describen, por primera vez y de forma detallada, el alcance de la lesión necesario para producir pérdida de sueño en ausencia de otros déficits neurológicos. Como tal [los datos] ofrecen una vía para seguir estudiando la localización de los sueños", remarcan los autores.

Fuente: El Mundo

            

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