30/Sep/04
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Desaparece el fanzine Fobos, de Chile
(CCF) En la lista de Comunidad CF nos comentan esta desaparición, a través de la carta de Pablo Castro Hermosilla.
Fobos ha terminado. Para muchos de los que están en esta lista, será
sólo la extinción de un fanzine más. Es inevitable que así sea, en
un mundo donde el vértigo de los acontecimientos y la multitud de
noticias semejan una vorágine apresurada, signo de una humanidad que
se va extinguiendo. El fin de las cosas es parte de un arquetipo
inexorable e ineludible. La valoración y el análisis, una
prerrogativa y una necesidad del ser humano.
Fobos ha terminado y la verdad es que me cuesta sintetizar en ideas
claras lo que este proyecto significó (y significa) para la ciencia
ficción chilena y espero que también para la ciencia ficción
latinoamericana. Dejemos este último punto a lo que nos pueda
deparar el tiempo y la memoria.
Fobos es desde ya, el fanzine más importante de la ciencia ficción
chilena, entendiendo a la ciencia ficción chilena como un desierto
donde se pueden distinguir una que otra salitrera abandonada y en
pleno desuso. A lo largo de muchas décadas, la ciencia ficción en
Chile ha condensado proyectos de fanzines y de revistas que marcaron
etapas e influyeron en el trabajo y entusiasmo de muchas personas,
incluido el mismo Luis. Pero ninguno de esos proyectos logró
condensar un trabajo a mediano y largo plazo, ninguno logró
configurar a nuevos escritores y quizás ninguno logró impactar a
nivel personal de la forma que lo hizo Fobos. Esto no desmerece el
esfuerzo detrás de tantos y quizás desconocidos proyectos. Pero
también es justo reconocer los méritos reales de un proyecto y Fobos
sí los tuvo, más allá de todos los problemas y sinsabores que
implicó sacarlo adelante.
Ok, somos conscientes de estas dificultades, y la verdad es que
nadie nos obliga a seguir con algo tan difícil. Es una prueba más
del amor sincero y sin engaños, sin artimañas que suele existir en
los seguidores del género. Si no lo destacamos y lo reconocemos
nosotros mismos, nadie lo hará. La ciencia ficción es quizás el
único género que subsiste gracias a sus propios seguidores y más
allá de los problemas y las peleas (todas muy humanas) debemos
valorar que es nuestro entusiasmo y nuestra fe la que permite que
este género siga subsistiendo de una u otra forma. La ciencia
ficción somos nosotros, los seguidores, ayer, hoy y siempre.
Aquí quiero hacer sin embargo una distinción, separar las aguas sin
medias tintas: para mí están los seguidores de la ciencia ficción y
los turistas del género. Los primeros son un grupo amplio que reúne
tanto a fanáticos de sagas y películas, como a lectores, escritores
y editores. Entre ellos hay a veces diferencias, riñas,
controversias, pero todos comparten un amor profundo por el género
(en todas sus vertientes), sentimiento que transforma a los
seguidores en verdaderos devotos, conscientes de que son parte de un
universo, de una comunidad con su propia configuración tanto
histórica como temática. El que ama la ciencia ficción sabe de
escritores, sabe de libros, sabe de revistas, sabe de películas,
pero también sabe y ha vivido las circunstancias de ser un seguidor
del género. Y el que no lo sabe, el que todavía no es seguidor, está
ávido por saber y vivir. Por ende, está consciente de lo que
significa trabajar en un género tontamente estigmatizado, mal
conocido, peor evaluado y caricaturizado constantemente. Sabe que
trabajar en la ciencia ficción es similar a sembrar en el cemento. Y
sin embargo, a pesar de todas esas dificultades, tiene la camiseta
puesta, alienta como una barra de fútbol, casi siempre esperando
nada.
Los turistas, en cambio, me son una raza despreciable, más allá de
que tengan derecho a ser turistas. Los desprecio, porque casi
siempre llegan a cualquier espacio de la ciencia ficción para
alimentarse de ella. Es fácil descubrirlos, es fácil ver que no
saben ni tienen idea del género, y que en el fondo, tampoco les
interesa. Carecen además de algo fundamental: el instinto y la
complicidad que existe entre los seguidores. Los turistas en el
fondo desprecian a la ciencia ficción, consideran que sus seguidores
son unos pobres nerds y se ven así mismos como seres superiores o
mejores que vienen a darle seriedad al asunto. De esa gente ustedes
nunca recibirán un apoyo sincero, nunca una sentida comprensión,
porque de verdad no tienen de dónde sacarla. Sonríen, soban el lomo,
y al mismo tiempo teorizan sobre lo patético de la ciencia ficción.
Para ellos la amistad es un ejercicio para poner a prueba a las
personas, para sacar beneficios, y en última instancia para fomentar
discusiones ególatras y fútiles. No tienen sentido de la amistad. Y
vaya que amistad y ciencia ficción van de la mano. Porque yo ni en
el colegio, ni en la universidad, ni otros departamentos de la vida
he encontrado los amigos que me ha dado la ciencia ficción.
Para los que amamos la ciencia ficción acá en Chile, el fin de Fobos
duele, porque detrás de él existe toda una circunstancia de
esfuerzos silenciosos donde un tipo llamado Luis Saavedra dedicó
siete años de su vida a darle forma y sentido a tal proyecto. Yo en
lo personal no conozco a nadie en este país que dedique parte
importante de su vida en pos de la ciencia ficción y en pos de un
proyecto que, créanlo, no significó ni dinero, ni fama, ni
publicidad, y quizás tampoco retribuciones de ningún otro tipo.
Siete años. A eso debería agregarle todos los años que Luis ha
trabajado en otros proyectos y tendremos una vida entera dedicada a
lo mismo.
Desde 1998 Fobos no sólo posibilitó la existencia de un espacio para
publicar artículos y cuentos: fue el único referente para
convencernos a nosotros mismos que sí existía el género, que sí era
posible llenar un espacio, que sí era posible marcar una presencia,
invisible quizás, pero innegable. Y yo creo que ese fue el espíritu
de Luis para crear y mantener a Fobos: convencerse y convencernos de
que la ciencia ficción podía ser una realidad en Chile. Luis no creó
ni financió Fobos para sí mismo, ni para satisfacer egos, ni para
sentirse a gusto consigo mismo: lo hizo para afirmar una verdad. Y
en ese sentido, creo que Fobos fue durante años la ciencia ficción
chilena, con todo lo pedante y tendencioso que puede resultar esta
afirmación. En el vacío de una terrible mediocridad, Luis creó
ciencia ficción en Chile y la nombró Fobos, término que en su
significado aludía quizás a ese miedo inconsciente de ser parte de
un mundo que parecía no existir en ninguna parte de nuestra realidad
nacional.
Tengo la suerte de ser amigo de Luis y tengo la suerte de haberlo
conocido hace ya 8 años. Dudo mucho que sin esta amistad yo hubiese
podido abrirme paso por la ciencia ficción, cosa que otros amigos
pueden afirmar en función de sus propias vidas. En estos años Luis
no sólo ha sido una influencia fundamental en nuestros trabajos
personales, sino también un referente ineludible para muchas
personas. Creo que todo esto lo hizo por amor, el amor verdadero que
nada tiene que ver con amar una mujer, sino con el compromiso y la
generosidad de dar una parte de su vida para que los otros también
puedan vivir. Lo ha hecho y lo sigue haciendo sin pedir nada a
cambio, como si esa misión diera forma y sentido a su propia vida.
Sí, tal como lo dice Luis en su última editorial ha elegido el amor.
En verdad, fue siempre así. Fue y ha sido, la elección de toda una
vida. El eje de todo lo que fue y es hoy en día Fobos. Y en ese
sentido homenajear a Fobos es por cierto homenajear a Luis,
homenajear a un tipo que ha dado todo por todos, que se ha tragado
más una desilusión, que ha postergado su propia carrera literaria en
pos de un proyecto de carácter comunitario. ¿Por qué entonces no
habría de reconocer todo este esfuerzo? ¿Por qué habría de ser
objetivo si no estoy hablando de un objeto sino de una persona, con
defectos y virtudes, pero comprometida con la gente que lo rodea?
Una vez, cierto turista de la ciencia ficción me trató de "mamón"
por valorar la calidez literaria de Luis Saavedra. Ese turista está
en esta Comunidad y ahora aprovecho de responderle que nunca sabrá
lo que es la amistad forjada en los caminos de la ciencia ficción,
nunca podrá entender qué nos mueve y que nos hace trabajar en esto.
Nunca lo sabrá, porque para eso hay que saber de generosidad, de
compromiso y sobre todo, de lealtad.
Fobos nos deja un legado valioso, una experiencia irrepetible e
irremplazable. Pero por sobre toda las cosas, nos deja muchos y
entrañables recuerdos. Y mucho amor.