22/Oct/04
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Lombroso revisitado
Investigadores británicos estudian las características de quienes se dedican a las ciencias denominadas "duras", y encuentran caracteres físicos particulares,
determinados por la alta presencia de estrógenos, lo que recuerda un poco al estrambótico psiquiatra piamontés.
(La Nación - Nora Bär) Hace casi un siglo y medio, el psiquiatra piamontés Cessare Lombroso se hizo célebre postulando que existen señales
anatómicas que delatan a los delincuentes.
Así es: pegó el grito de ¡eureka! observando el cráneo de un bandolero italiano, Villella. Parece ser que el conjunto óseo le inspiró la idea de que los criminales
exhiben defectos y asimetrías anatómicas diversas (algunos de los cuales los asemejan al chimpancé, dijo) que permitirían identificarlos.
El enfoque lombrosiano ya está desacreditado, pero todo indica que la tentación de encontrar un dato sólido en cuestiones tan etéreas como el talento humano
es simplemente irresistible: un estudio de la Universidad de Bath, en Gran Bretaña, que se publicará en el British Journal of Psychology postula que los
hombres que se dedican a las ciencias "duras" tienen niveles de estrógenos (hormonas femeninas) inusualmente elevados y sugiere que esto hace que se
desarrolle más el hemisferio derecho de sus cerebros. El "cerebro derecho" es el que gobierna las capacidades analíticas y espaciales.
El trabajo además plantea una conjetura que hace sonreir: todo esto se traduciría en la longitud relativa de los dedos índice y anular, cuya razón está relacionada
genéticamente con las hormonas sexuales y se mantiene a lo largo de la vida.
Las personas con un dedo índice más corto que el anular habrían estado sometidas a mayor testosterona mientras estaban en el útero materno; aquellas con el
índice más largo que el anular, al estrógeno. La diferencia en longitudes sería pequeña de un dos o tres por ciento, dicen los investigadores de Bath pero, así y
todo, importante.
La exposición a las hormonas prenatales y, por lo tanto, el largo del dedo índice también influiría en el éxito académico: otro trabajo afirma que cuanto menor
es la diferencia entre el índice y el anular sus dueños obtienen mejores notas.
Según el estudio de Bath los hombres que tienen niveles de testosterona mucho más altos de lo normal también desarrollarían un hemisferio cerebral derecho
dominante que los ayudaría en su tarea científica. Es decir, entre los hombres, tanto los de baja como los de alta testosterona serían poseedores de un cerebro
dotado para las ciencias "duras", y aquellos que caen dentro del rango normal tendrían un cerebro orientado a las ciencias sociales.
Claro, habrá quienes se pregunten cómo, con tantos temas urgentes que resolver, los científicos pierden tiempo en medirles los índices y anulares a sus colegas,
¿no es cierto? ¿Ser un investigador exitoso será una cuestión de hormonas?
Para sir Peter Medawar, premio Nobel de Medicina o Fisiología 1960, seguramente esto sería, cuanto menos, dudoso. En Consejos a un joven
científico (Fondo de Cultura Económica, 1982), escribió: "En el mundo de la ciencia, el principiante ciertamente leerá u oirá decir El científico esto o El
científico aquello. Que no lo crea. No existe esa persona, el científico. Hay científicos, desde luego, y hay una colección tan variada de temperamentos
como entre los abogados, los clérigos, los empleados o los encargados de piscinas". Lo esencial, según Medawar, es que "una vez que haya experimentado esa
sensación que Freud ha llamado el sentimiento oceánico -que es la recompensa de cualquier verdadero avance del entendimiento-, entonces habrá mordido el
anzuelo y no le interesará ningún otro tipo de vida".