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27/Ene/05

Parece que la materia gris tiene sexo

Es distinta en el hombre y la mujer, pero eso no se relaciona con la inteligencia.

(Clarín, New York Times) Cuando Lawrence Summers, el director de la Universidad de Harvard, sugirió que el progreso más lento de las mujeres en las ciencias y las matemáticas podría deberse a diferencias innatas entre los sexos, avivó un debate que ya lleva varias décadas. Y, si bien sus comentarios provocaron reacciones feroces, muchos se preguntaron: ¿y si tiene razón?

Los investigadores que exploraron el tema de las diferencias sexuales desde todos los ángulos posibles dicen que existen varias discrepancias entre los hombres y las mujeres: en los resultados que obtienen en las pruebas de habilidades cuantitativas, en su actitud hacia las matemáticas y las ciencias, en la arquitectura de su cerebro, en la manera en que metabolizan los remedios, incluso los que afectan el cerebro.

Sin embargo, a pesar del deseo de obtener respuestas prolijas y definitivas a interrogantes complejos, los investigadores advierten que el simple hallazgo de una diferencia de forma no implica una diferencia de función. Por ejemplo, los neurocientíficos demostraron que el cerebro de las mujeres es, en promedio, aproximadamente el 10% más pequeño que el de los hombres. Pero, a lo largo de la historia, la gente mencionó diferencias anatómicas para justificar los prejuicios sociales y culturales de la época. Hace un siglo, el científico francés Gustav Le Bon dijo que el cerebro más pequeño de las mujeres explicaba "la incoherencia, la falta de atención y de lógica y la incapacidad para razonar".

Dejando el tamaño de lado, hay evidencia que sugiere que el cerebro femenino está dotado de más materia gris —las neuronas preciadas que, se cree, se encargan del grueso del pensamiento—, mientras que el cerebro de los hombres tiene más materia blanca, el tejido entre neuronas.

Para complicar aún más el panorama de la diversidad cerebral, nuevos estudios del cerebro realizados en la Universidad de California sugieren que los hombres y las mujeres con igual cociente intelectual usan diferentes proporciones de materia gris y blanca cuando solucionan problemas como los test de inteligencia.

Summers y otros científicos observaron que si bien la habilidad promedio para las matemáticas puede ser bastante análoga entre los sexos, la actitud de los hombres tiende a variar más comparativamente. Es más probable que los varones estén en los extremos de la curva; es decir, los que tienen los puntajes más altos o los más bajos comparados con las mujeres. Estos resultados, si se los toma juntamente con otras "neurocuriosidades" como la mayor cantidad de varones con desórdenes de aprendizaje, autismo y trastorno de déficit de atención, sugiere que el cerebro masculino es delicado, inherentemente proclive a los extremos.

En muchos campos anteriormente dominados por los hombres, como la medicina y el derecho, las mujeres ya alcanzaron una paridad. Por eso muchos sostienen que es innecesario invocar "diferencias innatas" para explicar la brecha que persiste en los campos como la física, la ingeniería y las matemáticas.

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