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Musical: Se busca al Ratón Pérez
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El espectáculo infantil de Pepe Cibrián-Campoy y Angel Mahler sobre el legendario personaje ya subió a escena.
(La Nación) ¿Cuánto se cotizará un diente por estos días? ¿Y si es uno de los grandes? ¿Qué pasaría si un día (o una noche) el Ratón Pérez no viniera
porque al que se le cayó el diente es a él? ¿Tiene Ratón Pérez el Ratón Pérez?
Algunas de estas preguntas encontrarán sus respuestas en El Ratón Pérez, tu primer musical, que subirá a escena esta tarde en el Premier con el sello
Cibrián-Campoy y Mahler en el orillo.
Eso de tu primer musical suena como una amenaza: "te convertís en adicto o al menos en un fan".
Ojalá así sea. Está bueno que de chico se pueda aprender a saborear este género que no sólo es mágico, sino también dinámico, actual...
A pesar de tantos años de musicales, éste es un debut para Pepe Cibrián-Campoy, ya que también es su primer musical dedicado al público infantil, aunque él
asegura que a la hora de ponerse a trabajar no hay diferencia entre quiénes van a estar sentados en la platea: "Escribí lo que sentía, este espectáculo no tiene un
lenguaje tan diferente del resto de mis musicales; quizá no es el mismo que usé en Dorian Gray, pero no me puse a pensar que tenía que hablar diferente
porque me dirigía a los más chicos. Lo hago para que sea lo más, no desprecio ni discrimino", explica Cibrián-Campoy.
Sin ponerse a hurgar en los antecedentes literarios que se remontan al siglo XIX o a sus muchas variantes surgidas más que nada de la narración oral,
Cibrián-Campoy dejó fluir su imaginación para buscar dentro de sí mismo a su propio Ratón Pérez.
"Me pegó tanto la idea del personaje que no dudé cuando me trajeron la propuesta. Sólo tuve en cuenta lo que yo creía de niño sobre él. Y me puse a pensar
en cuál será el Ratón Pérez del Ratón Pérez, a quién le dará él su diente caído", sigue el director.
Así, Pepe Cibrián Campoy y su coequiper de años Angel Mahler se pusieron a imaginar la historia y la música que rodearían a este ratón en busca del suyo. Y
crearon una historia de aventuras. Al roedor protagonista lo acompañan en la búsqueda sus tres mejores amigos, todos ellos gatos ("me encantó la idea de
amigar gatos y ratones", se divierte Cibrián) quienes se encuentran con piratas, brujas, científicos locos y hasta un hada que le señala el verdadero camino que
debe seguir.
"Quería que la búsqueda nos remitiera, después de un tiempo, a lo que está más cerca nuestro, a encontrarse con uno mismo, con nuestras ilusiones. Si no, ¿qué
otra cosa que una ilusión es el Ratón Pérez?", continúa preguntándose este director.
Para este espectáculo, la dupla Cibrián Campoy-Mahler se rodeó de gente amiga, no hizo uno de sus multitudinarios castings para encontrar al ratón. Ya lo
tenía y se llama Nacho Medina. Este ratón si el público lo mantiene en cartel deberá competir contra otro que, en versión animada, llegará a la pantalla grande
el año próximo con la dirección de Juan Pablo Buscarini.
Cibrián también dice haberse metido con tecnología de avanzada. Los que se acerquen al Premier descubrirán lo que sus hacedores anuncian con orgullo como
una escenografía digital superpuesta con una real, con imágenes proyectadas desde ángulos diferentes, juegos de luces y efectos especiales: "No es La
guerra de las galaxias, pero está muy bien. Es una multimedia muy complicada", concluye el creador de este ratón que todavía le despierta ilusiones. "Claro
que aún creo en este cumplidor de ilusiones. Para decirte más, mi Ratón Pérez fue Tito Lectoure, mi padre, vos haciéndome esta nota... Ojalá todos tengamos
uno o varios Ratones Pérez."
Una de mil leyendas
El más cercano a ser el padre de la criatura fue un jesuita jerezano llamado Luis Coloma, escritor costumbrista de fines del siglo XIX y más conocido por las
adaptaciones que al cine llegaron de sus obras "Pequeñeces" (1949) y "Jeromín" (1953). El padre Coloma, que también se destacó en su época como autor de
cuentos, tomó como base de la historia viejísimas tradiciones agrarias, la mayoría de ellas orales.
Cuenta la leyenda de la leyenda que la reina María Cristina le encomendó a Coloma la creación de un cuento como regalo para su hijo, el niño rey Alfonso XIII,
con motivo de la caída de un diente a los ocho años.
En ese cuento se habla del viaje que el pequeño rey Buby (así llamaba cariñosamente su madre al rey) transformado a su vez en ratón, inicia de la mano del
legítimo Ratón Pérez para conocer cómo vivían sus pequeños súbditos, algunos de ellos muy pobres, como el niño Gilito que ¡oh casualidad! también había
perdido un diente. En este viaje, Buby aprende valores como la valentía, el cuidado de su gente y la generosidad. De ahí lo de la moneda bajo la almohada.
Según el padre Coloma, el ratón que imaginó "es pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo y una cartera roja, terciada a la espalda". El
manuscrito se conserva, desde 1894, en la biblioteca del Palacio Real.
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