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19/Jun/05



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Curiosidad: En Letonia ofrecen vacaciones en una cárcel

Vacaciones masoquistas: los viajeros pueden hospedarse entre un día y una semana para experimentar las duras condiciones de vida de una prisión. Al final, se llevan un certificado.

(AFP, Clarín) Hambrientos por el turismo que pueda llegarles desde cualquier punto de la Unión Europea, a la que pertenecen desde hace poco tiempo, los letones lanzaron un curioso programa de vacaciones para quienes se hayan cansado del mar, las montañas y el campo.

Además de contar entre sus recursos turísticos con su maravillosa capital, Riga, la naturaleza a orillas del Báltico, ahora, Letonia cuenta entre sus atracciones con la cárcel de Karostas erigida en 1900 en la ciudad de Liepaja, al oeste del país.

Este penal funcionaba originalmente como una enfermería, pero luego fue transformada en una prisión militar y utilizada por los regímenes soviético, nazi y letón. Incluso, el Ejército de Adolfo Hitler llegó a enviar a sus desertores a ser ejecutados allí.

A finales de los 90, la suerte de Karostas era otra y estuvo a punto de ser demolida, pero fue salvada a último momento por los vecinos del lugar. Durante los primeros años no supieron qué hacer con ella, hasta que finalmente a un grupo de mentes brillantes se les ocurrió en transformarla en una atracción turística.

Alentados por su reciente incorporación a la UE, los letones se lanzaron a promocionar "su propia Alcatraz" y ofrecen paseos – en ingles, francés, alemán, ruso, noruego y sueco- y estadías que van desde una noche hasta una semana para quienes se animen a vivir bajo el régimen carcelario.

Liga Engelman, guía de Karostas, advierte a los turistas que las condiciones de vida dentro de la prisión son "terribles" , que sólo hay agua fría –la temperatura en invierno puede llegar a los 40 grados bajo cero-, que pueden padecer severos castigos si no hacen caso y que serán maltratados por los guardias.

A pesar del desalentador pronóstico, la cárcel sólo admite visitantes con reservas y previo pago de 5 lats por noche, algo así como 7,15 euros. La vida tras las rejas de Karostas está lejos de ser color de rosas. Por este motivo, los visitantes están obligados a firmar un documento mediante el cual aceptan sufrir las extremas condiciones de la cárcel, incluidos los castigos de los guardias.

Largas caminatas durante la noche, eternos abdominales, limpiar baños y escuchar gritos durante 24 horas y comer poco y mal son algunas de las experiencias que se promocionan desde el particular penal.

Engelman asegura que la mayoría de los turistas hacen caso a sus órdenes pues saben que corren el riesgo de terminar en alguno de los 69 calabozos, completamente aislados y sin comida y agua.

"Aunque algunos turistas quieren ser maltratados. Desobedecen adrede para eso. Se diría que sienten placer al ser tratados de idiotas o al hacer ejercicios físicos agotadores", cuenta Andris, otro de los guardianes.

Karostas ofrece entre sus servicios el "programa nocturno extremo", que obliga a los detenidos a sufrir todo tipo de maltratos de los guardianes en una sola noche. Este es uno de los más apreciados por los estudiantes.

La idea de ofrecer toda una semana en la cárcel surgió a raíz del extraordinario interés que presentaron más de los 3.000 turistas que se han hospedado en la prisión.

"Los jóvenes y los turistas occidentales se muestran encantados cuando describen su experiencia en la prisión", cuenta Engelman.

Karlis, un ex policía que decidió vivir la experiencia de "estar del otro lado", asegura que la representación del mundo carcelario soviético que se vive en Karostas es de los más parecido al real.

"Cuando les conté a mis antiguos colegas mis fines de semana en prisión, unos manifestaron interés, pero otros me trataron de masoquista", dice Karlis.

Pero no todo es maltrato y encierro en Karostas. Los turistas aprenden además un poco de historia de Letonia.

"Tratamos de educar a los turistas poniendo la historia de la prisión en un contexto más amplio, empezando por la guerra ruso-japonesa, las condenas a muerte durante la Segunda Guerra Mundial y, más recientemente, la vida durante como miembro de la URSS", señala el guía.

Como para que no queden dudas acerca de las masoquistas vacaciones, la cárcel entrega a cada uno de sus visitantes un certificado y fotos de su paso por el lugar. En el diploma consta además la lista de "cargos" por la que fueron condenados.

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