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07/Ago/05



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Los árboles de la Luna

En 1974 fueron a la Luna y volvieron. Todos sobrevivieron. Ahora están diseminados por el planeta Tierra. Son los "árboles de la Luna", los cuales crecieron de semillas que viajaron hasta nuestro satélite a bordo del Apolo 14.

Árbol de la Luna en el Instituto Goddard. Dave Williams ha logrado rastrear 50 árboles de la Luna.(Richard Black para BBCMundo) Durante los primeros días de la carrera espacial, varios seres vivientes fueron lanzados a órbita. La más recordada es Laika, la perrita enviada por la Unión Soviética y que sobrevivió unas pocas vueltas a la Tierra en su deprimente prisión de metal del Sputnik 2.

Pero, ¿semillas? Cuando conocí la historia, muchas preguntas me saltaron a la mente. ¿De quién fue la idea? ¿Por qué? ¿Tenían algún propósito científico? ¿Cambiaron las semillas en el viaje? ¿Cómo se reconoce a simple vista un árbol de la Luna?

Empecé mi búsqueda de respuestas en la diminuta población de Cannelton, en un extremo de Indiana, Estados Unidos.

La escuela primaria de Cannelton tiene dos motivos para ser famosa: se trata de la escuela más vieja que ha funcionado de manera continua en el país. Abrió sus puertas en 1868. Y fue el lugar donde los árboles de la Luna fueron redescubiertos, en 1997.

"Estábamos haciendo un proyecto escolar —recuerda la profesora Joan Goble—, y una de mis alumnas me dijo 'yo conozco un árbol muy bonito en el campo de chicas exploradoras y podemos hacer nuestro proyecto sobre él'. ¿De qué árbol se trata?, le pregunté. Y me contestó: del árbol de la Luna."

Celebraciones del bicentenario

El único problema es que nadie sabía qué era un "árbol de la Luna". Joan Goble envió un correo electrónico a la NASA para averiguar. El mensaje le llegó a Dave Williams, un científico planetario del Centro Goddard para los Viajes Espaciales, cerca de Washington, quien se encarga de los archivos sobre historia espacial.

"Nunca antes había oído hablar de estos árboles de la Luna", me dijo Williams cuando me encontré con él afuera de la sala de visitantes del Centro Goddard.

"Hablé con mucha gente con la que trabajaba y ninguno tenía ni idea. incluidas personas que llevaban más de 20 años trabajando para la NASA".

Eventualmente, Dave encontró que las semillas viajeras habían germinado y fueron plantadas en 1976, como parte de las celebraciones por el Bicentenario de la Independencia de Estados Unidos.

"Fueron sembrados en todo el país, pero luego de las celebraciones de 1976 no se supo mucho de ellos", indica el científico.

Williams decidió divulgar la historia en Internet y regularmente recibe mensajes de personas que aseguran poseer uno de los árboles. Hasta ahora ha registrado cincuenta, incluyendo uno que estuvo todo el tiempo en el Centro Goddard.

El científico pronto entró en contacto con la familia de la figura más importante de esta historia: Stuart Roosa, el astronauta que decidió llevar las semillas a la Luna.

Como muchos de los primeros astronautas, Roosa fue escogido porque demostró un coraje a toda prueba, tanto como piloto de prueba como paracaidista que debía saltar de aviones para combatir incendios forestales.

"Mi padre solía contarnos de cuando se quedaba colgado en los árboles con su paracaídas, a 30 metros de altura, y de cómo tenía que descender utilizando una cuerda", explica Christopher Roosa, mientras estamos al lado de la tumba de su padre, en el Cementerio Nacional de Arlington.

Exposición a la radiación

Su amor por la vida al aire libre llevó a que Roosa escogiera llevar semillas como parte de sus implementos personales: una bolsita del tamaño de una media en la que se permitía a los astronautas llevar sus más preciadas posesiones.

Las semillas fueron proporcionadas por el Servicio Forestal de los Estados Unidos, en especial por su entonces director de Investigación Genética, Stan Krugman.

En la terraza de su casa, en las afueras de Washington, mirando su bien cuidado jardín, Stan me cuenta que el propósito científico detrás de los árboles de la Luna era ver si la exposición al espacio, en particular a la radiación, podía tener efectos en las semillas.

"No creí que tuvieran muchos efectos, porque eran sólo semillas latentes. Escogí semillas que sabía de dónde provenían y de distintos ambientes, de manera que podían ser diseminadas".

Las restricciones en peso y volumen determinaron que sólo pudieran llevarse 500 semillas. Todas sobrevivieron al viaje. Pero, ¿crecerían?

"Los primeros intentos por hacerlas germinar fracasaron. Entonces, en Houston, se decidió que todas estaban muertas. Me contactaron y yo les dije: envíenmelas", recuerda.

En diversas instituciones de todo Estados Unidos y bajo el cariñoso cuidado de biólogos y científicos, todas las semillas que quedaban germinaron y se convirtieron en arbolitos. Cada uno de ellos tenía un "mellizo terrestre", nacido del mismo padre y madre.

Stan Krugman y sus colegas los compararon. ¿Causó el viaje a la Luna algún cambio?

"No, ninguno", asegura el científico.

Gran demanda

Durante las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, cuando las árboles ya tenían cinco años, llegaron solicitudes de todo el país, desde escuelas a agencias gubernamentales, pasando por el club de chicas exploradoras de Cannelton.

Las solicitudes sobrepasaron el número de árboles. Por eso, Stan Krugman creó una segunda generación, retoños de aquellos que fueron a la Luna y de especimenes terrestres. Pero las solicitudes seguían llegando, tanto del país como del exterior.

"Se enviaron a toda Europa: Francia, Alemania, España. Las Islas Británicas recibieron media docena", recuerda.

Sin embargo, no se mantuvo ningún registro de los árboles de la Luna y quienes los recibieron parecen haberse desvanecido.

Con todo, quienes quieran tener los arbolitos de segunda o tercera generación puede hacerlo por sólo US$32 más los costos de envío. Los ejemplares son comercializados por el grupo medio ambientalista Bosques Estadounidenses (American Forests) como parte de un programa que también ofrece retoños de los álamos que sembró George Washington en 1795, o descendientes del árbol cerca del cual Abraham Lincoln pronunció uno de sus famosos discursos,

"El árbol de la Luna es un sicómoro y luce como uno", admite el director ejecutivo de Bosques Estadounidenses. "Pero lo que los hace fascinantes es su conexión con la historia, el hecho de que provengan de una semilla que fue a la Luna y volvió. Si naciste después de 1969, significa que no presenciaste el alunizaje. Entonces creo que es una manera de conectar a la gente con la historia reciente".

Y es aquí donde la historia de los árboles de la Luna se cierra: con los jovencitos de la escuela primaria de Cannelston, quienes con su proyecto están involucrándose con la era en la que el hombre pisó por primera vez la Luna.

¿Han aprendido algo? Por sus comentarios, diría que sí.

"A mi me hacen pensar en la evolución. En el hombre progresando desde la época de las cavernas hasta los genios que existen en todo el mundo", dice uno. Otro añade que sería increíble seguir descubriendo "cosas en otros planetas".


            

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