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04/Ene/06



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Curiosidad: ¿vacas marinas y privación sexual alimentaron la leyenda de las sirenas?

(Underwater Times) - Esos pobres y gordos manatíes tiene que soportar la mofa una y otra vez: "Los primeros exploradores pensaron que los manatíes eran sirenas. ¡Imagínate que habían estado en el mar demasiado tiempo!"

Los guías locales tienen sus propias versiones de este texto e Internet ofrece varias docenas más.

Incluso un diario literario repetable, The Believer, satirizó recientemente que la cola de los manatíes femeninos de la Florida, las patas delanteras y sus "prominentes pezones" las hacen "probables causas del mito de las sirenas"; sin embargo, el rostro del manatí —de trompa prominente, con una estructura ósea de marioneta de calcetín— seguida de un cuerpo de 900 a 1300 kilos —claramente diferente a lo que se dice de la forma que tendrían las sirenas— choca con la noción de que los manatíes se hayan visto como tentaciones marinas".

Cualquier navegante que fuese atraído por un manatí, concluye el autor, debe haber estado desilusionado por el raquitismo.

¿Los manatíes confundidos con sirenas? ¡Vamos!

Pero los historiadores, folcloristas y científicos dicen que no hay broma en eso.

El orden Sirenia, al que pertenecen los manatíes de Florida, refiere al latín siren, que en español se convirtió en "sirena". El mito de una media mujer, medio pez con grandes capacidades de seducción —y nada de escrúpulos— existe desde hace siglos. Parece ser que desde que existen los navegantes hay sirenas que juegan con sus mentes.

Si bien ocasionalmente, las sirenas fueron descriptas por escrito o dibujadas como feas, mucho más común es que se las vea o describa bellas, y algo lascivas. En su encarnación más famosa ellas cantan suavemente y alzan su cola para ponerla alrededor de su cabeza, como en el yoga tántrico.

"Estas leyendas de sirenas cantantes fueron creadas generalmente por los marineros como explicaciones para justificar por qué se desviaban", dijo Natalie Underberg, folclorista en la universidad de Florida central.

Las sirenas del Nuevo Mundo eran muy gentiles, como hogareñas.

Navegando cerca de la República Dominicana en 1493, Colón describió en su registro algunas "formas femeninas" que "se elevaron del mar, pero no eran tan hermosas como se representan". Ellas no dañaron su nave, hay que hacerlo notar.

Anthony Piccolo, profesor de literatura en la universidad del Colegio Manhattanville en Purchase, N.Y., dijo que Colón estaba condicionado mentalmente para ver sirenas cuando vio lo que la historia sostiene que eran manatíes. El folclore y los cuentos de los primeros viajeros tempranos contienen sirenas en cantidad, y los viejos mapas del mundo conocido, incluyendo los que consultaba Colón, "estaban adornados siempre con sirenas y monstruos".

En 1614, el explorador inglés John Smith dijo haber visto una sirena en el Caribe, y se impresionó más que su antecedente italiano. "Su largo pelo verde le impartía un aspecto original, para nada poco atractivo", escribió en su registro, agregando que él "estaba comenzado a experimentar los primeros efectos del amor" cuando la sirena se giró y reveló su parte de pez.

Incluso los observadores actuales han creído ver cualidades humanas en las vacas de mar. En los 30 años en que James Powell, biólogo de Wildlife Trust en St. Petersburg, ha trabajado con manatíes, "hubo momentos en que emergieron del agua y la imagen fue tal que parecía la cabeza de una persona".

"Si usted espera ver una sirena", dijo, "usted verá que su parte trasera y cola no tiene aleta dorsal", que es como se dibuja a la mayoría de las sirenas.

Piccolo dijo que los manatíes sólo podrían parecerles más humanos, y tentadores, a los exploradores del Nuevo Mundo. Esa época de exploración también era la época de Peter Paul Rubens, pintor flamenco que dibujaba modelos de gruesas formas. La mujer ideal era mucho más gorda, y "la privación sexual inflamaba esos viajes", dijo Piccolo.

"Cualquier cosa en el agua se convertía en una proyección de la necesidad de contacto de los marineros".

Los marineros sufrían otra privación: "Algunos estaban cerca de morir de hambre. Me resulta increíble que los seres humanos pudieran aguantar lo extremados que eran esos viajes... Cuando usted ve la nave que usó Colón, es un pequeño cacharro", dijo Piccolo, "sin calefacción, alimentos frescos o cualquier cosa que parezca una comodidad".

Algunos de estos marineros combinaron, al parecer, sus deseos de alimento y de intimidad, viendo ambas cosas en un manatí Rubenesco.

En 1789, una revista escocesa informó que la tripulación del Halifax, navegando en el Caribe, había atrapado y había matado a varios, y que sabían como la ternera.

"En la actualidad, es probable que los manatíes no serían la primera opción entre las criaturas de alta mar para representar a las sirenas", dijo Piccolo, y no sólo porque están de moda las siluetas delgadas. "No creo que la imaginación contemporánea se alimente de mitos", dijo, y el sexo "se considera como una actividad [para hacer] en tierra", que sólo incoporaban aquellos deseosos navegantes marinos porque los viajes eran largos, desgraciados y privados de sexo.

Lo que además ayuda a explicar por qué los pasajeros de las naves de travesía actuales muy raramente ven sirenas.

Aportado por Eduardo J. Carletti


            

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