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05/Ene/06



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Los soldados de Napoleón en Rusia, diezmados por un ejército de pulgas

Siempre se creyó que las tropas napoleónicas murieron de hambre y frío. Pero un estudio reveló que sufrieron infecciones mortales por esos parásitos.

(Clarín) - Desde su retirada catastrófica de Moscú, las terribles pérdidas que sufrieron los soldados de Napoleón Bonaparte fueron adjudicadas al hambre y al frío arrasador del invierno ruso.

Sin embargo, de acuerdo con una nueva investigación llevada a cabo por científicos franceses, el afamado Gran Ejército, que para el mes de diciembre de 1812 había quedado reducido a 30.000 hombres, de un total de 600.000 o 700.000 soldados apenas seis meses antes, en realidad, había resultado víctima de los parásitos.

Un grupo de investigadores liderados por Didier Raoult, del Centro Nacional de Investigación Científica, con sede en Marsella, Francia, analizó el ADN de 72 piezas dentales extraídas de 35 esqueletos retirados de una tumba militar masiva cerca de Vilnius, en lo que hoy es Lituania, en 1995.

Los científicos encontraron rastros diminutos de los microbios asociados con la fiebre tifoidea y la fiebre de las trincheras, dos enfermedades mortales transmitidas por las pulgas y los piojos, en la materia dental de 10 soldados napoleónicos, según informó el viernes el diario francés Le Figaro.

Para confirmar la hipótesis de la fiebre tifoidea y la fiebre de las trincheras, los científicos lograron identificar los restos de tres pulgas en 5 kilos de tierra y restos humanos extraídos de la tumba masiva, en el terreno de un campo perteneciente al ejército y que fue ocupado, a su vez, por las fuerzas zaristas, por las tropas invasoras de Adolf Hitler y, finalmente, por el ejército soviético.

"Tenemos plena confianza en este diagnóstico", le dijo al diario Le Figaro uno de los integrantes del equipo de investigadores, Pierre-Edouard Fournier.

"El frío y el hambre seguramente se cobraron muchas víctimas, pero las enfermedades incrementaron marcadamente la nómina de muertos", añadió.

El Gran Ejército, o Grande Armée, que con 691.000 hombres se había convertido en la fuerza combativa más importante que se hubiera reunido en Europa hasta ese momento, atravesó el río Neman en Lituania el 23 de junio del año 1812, y empezó su larga marcha hacia la ciudad de Moscú.

Napoleón, que se enfrentó a una resistencia sólo esporádica, alcanzó su objetivo a principios del mes de setiembre.

Sin embargo, los invasores descubrieron que Moscú estaba vacía, no había ni gente ni provisiones. Inmediatamente después, gran parte de la ciudad estalló en llamas en lo que se supone que fue un sabotaje perpetrado por los combatientes rusos.

El emperador nacido en Córcega abandonó la ciudad en ruinas —sin ni siquiera haber recibido la rendición formal del ejército ruso— el 19 de octubre.

De inmediato se supo que la retirada de Napoleón iba a ser una de las debacles militares más célebres de la historia.

Constantemente acosado por las fuerzas rusas, entre ellas los temibles cosacos, y obligado a emprender hacia occidente el mismo camino chamuscado que había transitado, poco tiempo antes, hacia el este, el ejército francés pronto perdió casi todos sus caballos y tuvo que continuar la deshonrosa retirada a pie.

Hasta ahora, siempre se había creído que el invierno ruso, en realidad, era el que había terminado el trabajo y había aniquilado a cientos de miles de soldados como consecuencia del congelamiento, el hambre y el agotamiento. Sin embargo, según revelan ahora los científicos, las condiciones de la retirada favorecieron una infección masiva causada por las pulgas y los piojos.

La fatal campaña rusa

En junio de 1812, Napoleón inició su fatal campaña rusa, un hito en la historia bélica. Toda Europa continental estaba virtualmente bajo su control y esa invasión fue un intento por obligar al zar Alejandro a someterse a un tratado que Napoleón le había impuesto años antes.

Con más de medio millón de soldados, Napoleón entró a Rusia a la cabeza del mayor ejército visto hasta entonces. Los rusos, bajo el mando del mariscal Kutuzov, no tenían chance de vencerlo en una batalla. Así, iniciaron una retirada estratégica, devastando la tierra y asediando los flancos de los franceses.

Ese verano, las tropas napoleónicas comenzaron a ralear. El 7 de setiembre ambos ejércitos se enfrentaron en Borodino. Murieron 108.000 hombres, pero ningún bando se consideró victorioso. Kutuzov retiró sus tropas y empujó a los habitantes de Moscú al éxodo. Al llegar, los franceses hallaron una ciudad vacía, helada y sin provisiones. Sin poder negociar con el zar, Napoleón ordenó el regreso de sus tropas, que sufrieron frío, hambre y enfermedades. Sólo 30.000 hombres sobrevivieron. Fue una derrota para Napoleón, y Rusia emergió como un poder decisivo en la Europa posnapoleónica.

Aportado por Alejandro Alonso


            

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