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15/Ene/06



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Los franceses se adelantaron en el siglo 18 a la Internet

(El Occidental) - Antes de la Internet, el último intento ambicioso por reunir todo el conocimiento humano en una sola obra fue esa pieza maestra del siglo XVIII, al que sus autores franceses llamaron sencillamente la "Enciclopedia".

Un nuevo libro de Philipp Blom, "Iluminando el mundo: la Enciclopedia, el libro que cambió el curso de la historia" (Enlightening the World: Encyclopedie, the Book That Changed the Course of History), relata la historia fascinante de ese intento.

Blom, periodista, traductor e historiador que vive en París, retrata una época de cambios y fermento social que tiene algunos paralelos con nuestra propia época. Su libro también traza el perfil de los escritores y editores que asumieron grandes riesgos para reunir, en 28 volúmenes, "todo el conocimiento disperso sobre la superficie de la Tierra".

Vivieron en una época de conformidad obligatoria con la Iglesia, la corona y las costumbres sociales simbolizadas por las ahora ridículas pelucas blancas, pero también por encarcelamientos arbitrarios y ejecuciones grotescas. De todos modos los enciclopedistas estaban dispuestos a promover el secularismo, la racionalidad y la libertad de pensamiento. En última instancia, su objetivo era iluminar al pueblo.

Lo que hace fascinante su historia es que no se trataba de eruditos encerrados en torres de marfil sino de seres demasiado humanos (entre ellos unas pocas mujeres) con familias, aventuras amorosas, problemas de dinero y en algunos casos neurosis que no sólo amenazaron amistades sino también el proyecto mismo de la enciclopedia, que se prolongó más de dos décadas.

Es fácil pensar en un editor como un mero laborante en vez de un héroe, pero Denis Diderot, quien impulsó el ambicioso proyecto durante la mitad de su vida creativa, surge como el protagonista heroico en el libro de Blom.

Diderot fue a la cárcel por un tiempo y se ordenó quemar otro libro que había escrito. Más adelante aludía a sí mismo como "un esclavo del trabajo" mientras luchaba por completar el proyecto. Y de todos modos el editor jefe parece no haber perdido nunca su espíritu emprendedor. Durante todo ese tiempo concurrió a los salones de París y halló tiempo para escribir novelas, obras teatrales y ensayos, siempre azuzando a los escritores de la Enciclopedia para que completasen sus aportes.

Otros también hicieron contribuciones esenciales.

Jean dŽAlembert, un genio temperamental de las matemáticas, fue coeditor, pero se fue alejando a medida que pasaban los años. Jean-Jacques Russeau aportó algunas de las ideas más perdurables de la obra, y aun el ilustre Voltaire aceptó el encargo de Diderot, contribuyendo felizmente "uno o dos ladrillos a tu gran pirámide".

Entre los muchos contribuyentes que se sumaron a la empresa uno merece reconocimiento especial: Louis de Jaucourt, un académico de antecedentes nobles especializado en la medicina. En esa época no se suponía que los aristócratas trabajasen. Para "defenderlo", su madre dijo una vez que "puede que sea ridículo ser profesor de medicina, pero realmente no es un vicio".

Aunque Jaucourt carecía del ingenio y desenvoltura social de otros enciclopedistas, Blom considera injusto que los historiadores lo hayan olvidado. Más que nadie, Jaucourt aseguró que el proyecto se completara, trabajando 14 horas diarias e investigando y escribiendo 40 mil artículos, a menudo con estilo y autoridad.

Jaucourt echó mano a diversos rubros como "anatomía" o "esclavitud" empleando secretarios de su propio bolsillo. Para su investigación, Diderot solía informar desde el terreno mismo de su estudio, por ejemplo, visitando talleres para enterarse sobre los detalles de las profesiones, temas que hasta entonces se habían considerado más allá de una obra de referencia de interés general.

La verdad y la confianza de los lectores son las prioridades para los creadores de las enciclopedias, ya sea mediados del siglo XVIII o comienzos del actual.

Wikipedia, la enciclopedia en la Internet a la que cualquiera puede contribuir, recientemente hizo más rigurosas sus reglas de admisión después que un prominente periodista se quejó de que un artículo lo había implicado falsamente en los asesinatos de John y Robert Kennedy. Diderot se escandalizó cuando se enteró que los editores, temiendo el disgusto de las autoridades, reescribieron varios artículos en volúmenes posteriores de la Enciclopedia para "suavizarlos".

Desafiar a la Iglesia o la Corona podía tener serias consecuencias en la Francia de esa época.

Por cierto, un decreto que acusó a Diderot y los otros autores de tratar "de destruir la autoridad real y establecer un espíritu de independencia y amotinamiento" suspendió abruptamente la publicación de los volúmenes posteriores de la Enciclopedia, si bien la obra continuó clandestinamente.

Unas pocas semanas antes de la Revolución que hizo rodar cabezas, Luis XV leyó claramente el mensaje de los enciclopedistas, que a veces parecía velado.

Por ejemplo, el artículo sobre las abejas las compara con los zánganos, que carecen de aguijón, empiezan el día más tarde y "retozan alrededor de la colmena sin trabajar". Su "única utilidad" es impregnar a la reina, después de lo cual "las trabajadoras las persiguen y las matan".¿A quién describió, a los insectos o los aristócratas?

Aportado por Eduardo J. Carletti


            

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