01/Jun/06

Revista Axxón Axxón en facebook Lectores de Axxón en facebook

El HRP-2m "Choromet" es el robot hermano del Promet

Los robots humanoides de tamaño casi humano resultan muy caros, así que los fabricantes los achican más y más... en tamaño y en precio.

(engadget) - No está claro si el robot Promet fue un éxito o un fracaso, pero con un valor de 70.000 dólares anuales sólo por rentar este robot bailarín, es casi seguro que no mucha gente haya aprovechado la oferta.

Como parece ser tendencia firme en la industria de los humanoides, el fabricante del robot Promet, Kawada Industries, ha fabricado un robot más económico, aunque mucho más pequeño.

El Choromet puede realizar muchos de los movimientos de su hermano mayor, pero tiene un valor de tan sólo 4.450 dólares. Cuenta con el sistema operativo Linux y mide 35 centímetros de alto. Tiene 20 actuadores y pesa 1,5 kilogramos, y fue diseñado para su uso en comunidades de investigación y académicas.

El diseñador fue Yutaka Izubuchi. El nuevo robot androide miniatura fue desarrollado por el Instituto Nacional de Ciencia Avanzada y Tecnología, en colaboración con otras cuatro firmas de Tokio.

El robot, llamado, HRP-2m Chroromet, es el primer prototipo a escala miniatura del original HRP-2 Promet, un robot humanoide a tamaño natural que es capaz de caminar y de realizar ejercicios básicos.

"Son perfectos como material educativo para estudiar métodos de control de robots humanoides, y quiero que sean usados en sitios como laboratorios universitarios", dijo Hirohisa Hirukawa, jefe científico del Grupo de Investigación Humanoide en el Instituto de Investigación de Sistemas Inteligentes, adscrito al AIST.

Hace poco más de tres años, los expertos del instituto habían creado otro humanoide de mayor tamaño: HRP-2 Promet, que medía 1,54 metros y pesaba 58 kilos. Luego usaron lo aprendido en este robot para crear una versión más pequeña.

Un programa informático regula los movimientos del robot y es posible lograr otros movimientos modificando el programa.

Aportado por Eduardo J. Carletti