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10/May/08



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La inteligencia perjudica la salud de los animales

La hipótesis del biólogo Reuven Dukas es que cualquier animal que tenga sistema nervioso puede aprender, pero los experimentos demuestran que ser listo no garantiza la supervivencia

"¿Por qué los humanos son tan inteligentes? Si es tan bueno ser listo", cuestiona el doctor Tadeusz Kawecki, biólogo evolucionista de la Universidad de Friburgo, "¿por qué la mayoría de los animales siguen siendo tontos?

Según una nota publicada por The New York Times, el doctor Kawecki y otros científicos están tratando de descubrir por qué los animales aprenden y por qué algunos han evolucionado en su aprendizaje mejor que otros. Una de las razones de esta diferencia, descubrieron investigadores, es que ser listo puede ser perjudicial para la salud de los animales.

El aprendizaje es un acto notablemente extendido en el reino animal. Incluso los microscópicos gusanos del vinagre pueden aprender, a pesar de tener apenas 302 neuronas. Este gusano se alimenta de bacterias, pero si come cierta cepa puede enfermarse. Los gusanos no nacen con una aversión innata a las bacterias peligrosas, sino que necesitan aprender a transmitir la diferencia para así evitar enfermarse.

Muchos insectos también son buenos para aprender. "La gente piensa que los insectos son pequeños robots que hacen todo por instinto", indicó Reuven Dukas, biólogo de la Universidad McMasters.

Sin embargo, el doctor Dukas descubrió que la larva de uno de los animales de laboratorio favoritos -la mosca de la fruta- podría aprender a relacionar ciertos olores con alimentos y otros olores con depredadores.

En sus experimentos, el doctor Dukas descubrió que las moscas macho desperdiciaron mucho tiempo tratando de cortejar hembras no receptivas. Toma su tiempo aprender a reconocer las señales de un mosca receptiva.

La hipótesis del doctor Dukas es que cualquier animal que tenga sistema nervioso puede aprender. El doctor Kawecki y sus colegas realizaron diversos experimentos con moscas para demostrar los efectos secundarios del aprendizaje.

Para producir moscas más listas, los investigadores dejaron al alcance de éstas una gelatina de naranja y otra de piña, ambas con un olor delicioso. Pero las moscas que se posaron en la de manzana descubrieron que ésta contenía quinina, la cual produce un sabor amargo.

Después hicieron el mismo experimento pero esta vez ninguna contenía quinina. Las moscas se posaron en ambos platos, se alimentaron y las hembras dejaron sus huevos. "Las moscas que recordaron haber tenido una mala experiencia con la gelatina de naranja debían seguir evitando la naranja e ir a la de piña". dijo el doctor Kawecki. Se requirieron apenas 15 generaciones bajo estas condiciones para que las moscas se programaran genéticamente para darse cuenta.

Sin embargo, pagaron un precio por aprender rápido. El doctor Kawecki y sus colegas pusieron a competir a las moscas listas contra una variedad de moscas diferente dándoles un suministro de levadura exiguo. Después, los científicos realizaron el mismo experimento pero con parientes ordinarios de las moscas listas y las pusieron a competir contra la nueva variedad. Cerca de la mitad de las moscas listas sobrevivió; 80% de las moscas ordinarias también.

Revertir el experimento demostró que ser listo no garantiza la supervivencia. "Tomamos toda una población de moscas y la mantuvimos por más de 30 generaciones con poco alimento para que pudieran adaptarse y desarrollarse mejor", indicó el doctor Kawecki. "Entonces analizamos su capacidad de aprendizaje y ésta disminuyó".

El doctor Kawecki y sus colegas reportaron que las moscas con un nivel de aprendizaje más rápido viven en promedio 15% menos que las moscas que no experimentaron selección en la gelatina con quinina. Las moscas que experimentaron selección y vivieron una vida más larga aprendieron menos que las moscas ordinarias. En la naturaleza, cualquier mejora en el aprendizaje tendría un costo demasiado alto.

"Los humanos se han ido al extremo", afirmó el doctor Dukas, tanto en la capacidad que tiene nuestra especie de aprender como en el costo de dicha capacidad. Un cerebro humano demasiado grande necesita 20% de todas las calorías que se queman estando en reposo. El cerebro de un recién nacido es tan grande que puede generar serios problemas tanto para la madre como para el hijo en el momento de su nacimiento.

El doctor Kawecki señala que vale la pena investigar si los humanos también pagan un precio oculto por aprender en demasía. "Podríamos especular que algunas enfermedades son consecuencia de la inteligencia", señaló. Para que esos costos fueran superados, los beneficios del aprendizaje deben haber sido enormes para la evolución", afirma el doctor Kawecki.

Fuente: El Universal . Aportado por Eduardo J. Carletti

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