El ser humano inicia el registro molecular de su existencia

03/Ene/09 – Medios
El ser humano inicia el registro molecular de su existencia
Entidades médicas de todo el mundo comienzan a conservar sangre y tejidos de cientos de miles de personas para descubrir el nexo entre los genes, el medio ambiente y las enfermedades.

Entidades médicas de todo el mundo han comenzado a conservar sangre y tejidos de cientos de miles de personas en los llamados biobanks, que constituyen mapas genéticos de la esencia del ser humano.

Su objetivo es descubrir el nexo entre los genes, el medio ambiente y la enfermedad, según dijo a Kathy Hudson, directora del Centro de Genética y Política Pública de la Universidad Johns Hopkins.

Para ello almacenan células blancas y a veces tejidos en los que se lee el genoma de la persona, que es la información codificada en su ADN que le hace un ser humano.

No pretenden usarlos para curar enfermedades en el individuo donante -al modo de las células madre recogidas en los bancos de sangre del cordón umbilical- sino para el combate colectivo de las dolencias con un entendimiento mayor de los genes que compartimos.

«Ha habido una explosión de biobanks porque la tecnología es suficientemente barata y es fácil recoger muestras», dijo Teri Manolio, asesora del Instituto Nacional de Investigación sobre el Genoma Humano de Estados Unidos.

China ya cuenta con muestras biológicas de 500.000 personas e Islandia de más de 200.000, mientras que su población es de tan solo 320.000 habitantes.

En Estados Unidos diversas entidades privadas han recopilado cientos de miles de muestras y el Biobank de Reino Unido, lanzado con dinero público, pretende llegar también al medio millón.

Prevenir y curar enfermedades

Actualmente numerosos estudios analizan algún determinante genético de una enfermedad, pero la ventaja de los bancos biológicos es que no se fijan en un gen en particular, sino que ofrecen el genoma completo de cientos de miles de personas y con ello una especie de mapa lleno de pistas sobre las razones profundas de nuestros dolores.

«Por el gran número de participantes no sólo se ven los vínculos obvios entre genética y enfermedad, sino también las relaciones tenues, que apuntan a los actores moleculares que son responsables de las dolencias», explicó Hudson.

Al mismo tiempo, se trata del inicio de un registro exacto de la historia biológica del ser humano, con el detalle de su sinfín de variaciones. Pero la proliferación de los biobanks también ha generado nuevos dilemas éticos.

La cuestión principal es quién tiene acceso a la información del banco de datos, que incluye la historia clínica del donante y una descripción del entorno natural que puede incidir en su salud.

Actualmente, la normativa al respecto en Estados Unidos presenta grandes lagunas y en otros países simplemente no existe, según Isaac Kohane, director del ‘biobank’ del Children’s Hospital, en Boston.

No está claro, por ejemplo, si la policía tiene derecho a conocer las características genéticas de una persona específica o si el propio donante las debe saber. El genoma puede indicar, por ejemplo, la propensión a padecer alguna enfermedad incurable, y revela quiénes son nuestros antepasados e incluso nuestros verdaderos progenitores.

«Entre un 5 y un 10 por ciento de los niños no son hijos de sus presuntos padres. A veces es mejor no saber algunas cosas», dijo Kohane.

Este médico se quejó de la falta de parámetros que regulen los ‘biobanks’, pero eso no le impide seguir acumulando la información primordial del ser humano, con o sin normas claras.

A él, como al resto de los responsables de los biobanks, les mueve la perspectiva de descubrir mejores métodos de prevención y tratamiento del cáncer, el alzheimer y las enfermedades cardiovasculares, entre otros de los grandes enemigos del ser humano. Además, su gran base de datos permite entender dolencias raras, que afectan a pocas personas, según Kohane.

Otro de los misterios que pueden resolver es por qué los genes que determinan la diabetes son tan comunes y tan perjudiciales, de acuerdo con Manolio.

Fuente: ADN.es. Aportado por Gustavo A. Courault