Fabuloso pterosaurio peludo descubierto en China

Una vez más, habrá que reescribir los libros sobre dinosaurios para niños, o por lo menos volver a hacer los dibujos. Resulta que los reptiles voladores que dominaban el cielo durante la época de los dinosaurios eran como muñecos de peluche

Hace unos años, unos paleontólogos chinos reescribieron la prehistoria al descubrir que muchos dinosaurios estaban emplumados. Ahora se ha encontrado que un pterosaurio de la región de Mongolia Interior de China estaba cubierto de fibras similares a pelos.

«No tendrían el aspecto del pelaje de un mamífero, sino más bien como el de un pollito», dice Alex Kellner, del Museo Nacional de Río de Janeiro, Brasil, que anunció el descubrimiento en la reunión de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados en Bristol, Reino Unido.

El pterosaurio peludo fue descubierto en los depósitos Daohugou, que son reconocidos por sus fósiles de animales exquisitamente preservados, a menudo con la piel y otros tejidos blandos intactos. Esto permitió que Kellner y sus colegas en el Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología en Pekín, China, lograsen el examen hasta ahora más detallado del tejido blando del ala de un pterosaurio.

El equipo aún no sabe si las fibras son más como los pelos de los mamíferos o como las «protoplumas» que se han visto en algunos dinosaurios, ni de qué estaban hechas, pero Kellner las describe como «gruesas y espesas». Las fibras parecen ser más gruesas y tupidas cerca del cuerpo del pterosaurio, al que han bautizado Jeholopterus mingchengensis, y en menor grado en las extremidades del ala.

Fibras similares se han visto en una especie aún no identificada de pterosaurio de Brasil, dice Kellner. Y en 1971, un paleontólogo soviético, Aleksandr Sharov, dijo que había visto los pelos en un espécimen del pterosaurio Psordes piloso, pero fue ampliamente rechazado. Kellner le dijo a New Scientist que él piensa que es probable que la mayoría de los reptiles voladores fueran peludos.

Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti