El cohete europeo Ariane cumple 30 años de existencia

En la Nochebuena de 1979, las puertas del espacio se abrieron a Europa cuando desde la base espacial de Kurú, en la Guayana francesa, despegó por primera vez un cohete Ariane

Era la segunda tentativa del Viejo Continente de conseguir autonomía interestelar, después de que años antes la falta de coordinación hubiera dado al traste con el programa de la lanzadera ‘Europa’, recuerda Mario De Lépine, portavoz del consorcio Arianespace, que posibilita los lanzamientos.

A lo largo de estas tres décadas, la familia de la lanzadera Ariane, que va por su quinta versión, ha puesto en órbita 238 satélites de telecomunicaciones en 193 lanzamientos.

Sólo este año, el Ariane 5 ha llevado al espacio once satélites, de los que siete eran comerciales, dos fueron las sondas científicas Herschel y Planck, y el último el satélite militar Helios 2B.

La carrera espacial

El programa Ariane encuentra sus orígenes en 1973, tras la negativa europea a lanzar sus satélites bajo las «inaceptables» condiciones comerciales estadounidenses, señala Lépine.

Además, ya se intuían las grandes posibilidades comerciales que dibujaba la carrera espacial, partida que hasta entonces sólo jugaban EEUU y la extinta Unión Soviética (URSS).

A día de hoy, no obstante, Washington y Moscú siguen siendo los únicos con capacidad para enviar naves tripuladas al espacio porque Europa «no ha tomado la decisión política», reconoce Lépine.

Con la evolución del Ariane 1 hasta su cuarta versión, llegaron los lanzamientos comerciales en 1982.

El Ariane 4 era también de un cohete en tres etapas, aunque más potente que sus predecesores, propulsado por cinco motores Viking y un motor HM7-B y capaz de colocar en órbita uno o dos satélites con una masa total de 4.900 kilos.

El Ariane 5, el que está en uso actualmente, ha doblado su capacidad y puede transportar hasta casi diez toneladas de peso.
Nuevas versiones

Bastante menos estilizado que sus predecesores, la lanzadera que la Agencia Espacial Europea (ESA) -madre de las misiones espaciales europeas- comenzó a utilizar en 1995 tenía 47 metros de altura y una masa de unas 750 toneladas en el momento del despegue.

Sin embargo, el vehículo, que recientemente depositó en el espacio exterior el satélite de defensa Helios 2B, será renovado muy pronto y probablemente jubilado en pocos años.

La ESA ha encargado a Astrium, filial de EADS, el desarrollo de una evolución «más potente» y de «mayores prestaciones» que podrá poner en órbita hasta 12 toneladas de peso.

Mantiene el nombre, pero cambia de apellido, y pasará a conocerse como Ariane 5 ME (Midlife Evolution), letras complementarias que aportan un incremento de la fiabilidad y de la seguridad, según los responsables de un proyecto que costará unos 150 millones de euros y que se desarrollará a lo largo de los dos próximos años.

Además, y para celebrar los 30 años del cohete, Francia espera anunciar en febrero un acuerdo con Alemania para desarrollar el Ariane 6, un programa que tendrá un coste de 250 millones de euros.

El Ariane 6 atravesará por primera vez la atmósfera entre 2020 y 2025 y su principal aportación sobre el modernizado Ariane 5 ME será que tendrá mayor capacidad de adaptación a las necesidades de los clientes ya que, en estrategia aeroespacial, las decisiones se toman a quince años vista, afirma Lépine.

Raíces mitológicas

Será la sexta evolución de una nave espacial treintañera que, en realidad, y al igual que el Viejo Continente, debe el origen de su evocadora nomenclatura a la antigua Grecia.

Cuenta la mitología helénica que Ariane —Ariadna, en griego— fue la nieta de Zeus y de Europa que, llorando su desventura tras haber sido abandonada por Teseo, encontró a Dionisio, dios de la locura y la liberación también conocido como Baco.

El amor que surgió entre la deidad del éxtasis y la princesa cretense cristalizó en un matrimonio en el que, como regalo nupcial, Dionisio ofreció a Ariadna una corona de oro y piedras preciosas.

Tras la muerte de la princesa cretense, atormentado y desconsolado, Dionisio lanzó la corona a lo alto del firmamento.

Desde entonces, desde el hemisferio norte se puede apreciar el brillo de una diadema de siete estrellas, llamada constelación de Ariadna o Corona Boreal, que no es sino la reminiscencia del desmesurado amor de Dionisio hacia la princesa cretense.

Desde hace tres décadas, además, unas diez veces al año, se puede avistar otra luz de Ariadna brillando en el espacio: los motores del cohete Ariane, que llevan hacia las estrellas la eterna quimera de conquistar el espacio.

Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti