El nacimiento de las galaxias espirales fue tumultuoso

Más de la mitad de las galaxias espirales adquirieron esta peculiar forma hace 6.000 millones de años, tan sólo 1.500 millones de años antes de que se formara el Sol, por lo que se supone que en un pasado reciente, en términos cósmicos, hubo muchas colisiones y fusiones galácticas. Fue un momento muy tumultuoso en el Universo

Esta es la conclusión a la que han llegado un grupo de astrónomos europeos que ha realizado un censo de las galaxias captadas por el telescopio espacial Hubble, que la NASA y la Agencia Espacial Europea tiene en órbita a 600 kilómetros de la Tierra.

El estudio de las formas de las galaxias ha sido objeto de un gran debate en astronomía, análisis en el que se ha venido utilizando la conocida como Secuencia de Hubble, una clasificación creada en 1926 por el astrónomo Edwin Hubble, a quien debe su nombre el satélite. Una de sus categorías son las galaxias en espiral.

Los investigadores, bajo la batuta del francés François Hammer, del Observatorio de París, han recogido el censo de todas las galaxias observadas que existen desde antes de la formación del Sol y la Tierra hasta nuestros días.

En total, muestrearon 116 galaxias cercanas y 148 muy distantes y comprobaron que la secuencia (o clasificación) de Hubble era muy diferente en el pasado:»Hace 6.000 millones de años había muchas más galaxias peculiares que ahora», afirma Rodney Delgado-Serrano, uno de los firmantes del artículo publicado en Astronomy & Astrophisics. «Esto significa que desde entonces esas galaxias han logrado tener espirales», añade.

Los expertos especulan que fueron los choques y fusiones entre ellas las que dieron lugar a sus formas actuales. Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, señala que «cuando el Universo era pequeño y más compacto, esas colisiones eran más frecuentes, por lo que pueden ser el origen de las espirales». Ello debió ocurrir en un momento caótico estelar. Tras los choques, las galaxias lentamente renacían como espirales, con un bulbo denso, un disco a su alrededor y brazos.

Todo apunta a que la Vía Láctea, también espiral, se ahorró este drama juvenil: su formación fue mucho más tranquila, sin grandes colisiones. Nuestra vecina Andrómeda, sin embargo, sí habría pasado por ese violento escenario.

«Aunque la razón última de la creación de tantas formas espirales siga siendo debatida, estas observaciones ofrecen una bella ilustración de la omnipresencia de la espiral en la naturaleza, en particular a escalas cósmicas», concluye Bachiller.

Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti

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