«Corum», de Michael Moorcok, en Marlow

Se trata de la trilogía de las espadas de Michael Moorcok, que incluye las novelas Caballero de espadas, Reina de espadas y Rey de espadas

Corum
Michael Moorcok
Marlow
Fecha de edición: 03-2010
Encuadernacion: Rústica
Tamaño: 23 x 16 cm.
576 páginas
ISBN: 978-84-92472-21-5
18,00 €

La vida en el castillo Erorn es plácida y sosegada. El príncipe Corum Jhaelen Irsei y su familia disfrutan cultivando las artes, la música y la poesía, ajenos como al resto de los vadhagh a las guerras, el dolor, la cóloera y la envidia propias de los humanos, los madben. Pero esta tranquilidad no puede durar eternamente y a la vuelta de uno de sus viajes Corum descubre que su castillo y su familia han sido destruidos.

Llevado por la ira, COrum buscará la venganza de los suyos, sin pensar que ello le llevará a entrentarse no sólo a los madben, sino a los Señores de las Espadas, los verdaderos responsables de que el mundo haya sucumbido al terrible poder del Caos.

En su misión contará con la ayuda de Rhalina, una bella mujer mabden, de Jhary-a-Conel, compañero de héroes, y del ojo Rhynn y la mano de Kwll, dos armas formidables, pero a la vez siniestras

La calidad del proyecto narrativo de Moorcock ha hecho que al analizar su obra los referentes a los que recurre la crítica nada tengan que ver con la literatura fantástica al uso, sino más bien sobre todo con los grandes relatos épicos, con la Odisea a la cabeza. No se trata de novelas destinadas sólo al público juvenil, sino de una obra creativamente más ambiciosa en la que el sentido de la aventura va acompañado de una inteligencia sutil y de unas asociaciones de ideas completamente inesperadas, si bien mediante la creación de una muy poderosa lógica interna.

Moorcock es el representante más destacado y exitoso de una vena original y exigente del género de la fantasy, capaz de cautivar a muy diversos tipos de lectores, y de hecho entre sus más fieles seguidores se cuentan escritores e intelectuales de renombre.

Fuente: Stardust CF. Aportado por Eduardo J. Carletti