El archivo de J. G. Ballard y una entrevista "perdida" con la revista New Statesman

La Biblioteca Británica adquirió los documentos del visionario autor

«Tiene una capacidad notable y conocimientos generales. Con más concentración su trabajo podría ser incluso mejor».

Este fue el veredicto que el profesor de inglés de J. G. Ballard puso en un informe durante el trimestre de primavera de 1947. Es sólo uno de los miles de documentos pertenecientes al autor que acaba de adquirir la Biblioteca Británica. Muchos otros han explicado por qué la contribución que hizo Ballard a la literatura es tan importante.

A pesar de que declaró en 1982 que «no había archivos», cuando murió en abril del año pasado, Ballard dejó quince grandes cajas que contenían manuscritos, cuadernos de notas, cartas y fotografías que cubren toda su producción desde El mundo sumergido (1962) hasta Milagros de vida (2008).

Esta mañana los periodistas dieron un vistazo a una porción pequeña pero reveladora de los archivos, que se han adquirido dentro del marco del esquema de Acceptance in Lieu. (El ministro de cultura del Reino Unido, Ed Vaizey, dijo que esperaba que este esquema se extendiera para que los autores pudieran donar sus papeles en vida, evitando así que tantos archivos literarios sean comprados por grandes sumas por las universidades de Estados Unidos).

Shangai

Uno de los artículos más llamativos fue la pila de páginas amarillentas que componen el primer borrador de la novela de 1984 El Imperio del Sol (ver primera página arriba). La novela se basa en las experiencias de Ballard que creció en el Asentamiento Internacional de Shanghai y en la detención suya y de su familia en un campo de concentración japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

En la década de 1970 Ballard adquirió gran cantidad de documentos relacionados con este período. Uno de ellos, exhibido hoy, es un gráfico que detalla el número de calorías de las raciones que les daban a los prisioneros en 1943, 1944 y 1945. Hay dos líneas marcadas como «raciones oficiales» y «arroz de reserva».

La entrevista «perdida»

Hasta su muerte, Ballard se negó a usar la computadora o el correo electrónico: prefería enviar las copias de sus manuscritos tipeados. Esto incluía sus trabajos periodísticos y New Statesman posee su propio miniarchivo de Ballard, que incluye una reflexión (una vez más, de actualidad) sobre las consecuencias de la Copa del Mundo de 2006, en la que describe a las omnipresentes banderas con la cruz de San Jorge como signos de «un intento fallido de insurrección».

Más misteriosa es la entrevista que reproducimos a continuación. Según nuestro especialista y gerente de suscripciones Stephen Brasher debe haberse realizado a mediados de la década de 1990 para una sección desaparecida hace tiempo llamada Influencias. Tenemos las respuestas de Ballard pero no las preguntas.

Respuestas al cuestionario de Influencias:

1. 1984, de George Orwell, me convenció, con razón o sin ella, de que el marxismo estaba a sólo un salto cuántico de la tiranía. Por el contrario, Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley, me sugirió que los sistemas totalitarios del futuro podían ser serviles y obsequiosos.

2. Cine: Come and See de Elem Klimov, acerca de unos partisanos que luchan contra los alemanes en Bielorrusia, es la mejor película antibélica que se haya hecho jamás.

Libro: El catálogo Neiman-Marcus, para ilustrar las bondades del capitalismo consumista.

Escuchar: El musical Assassins de Stephen Sondheim, un cabaret brillante situado en la galería de tiro presidencial que es la psiquis norteamericana.

Poema: To his Coy Mistress, de Andrew Marvell, las palabras más sabias que se han escrito, todos los hombres estarán de acuerdo.

Canción: The Star Spangled Banner. Si vamos a ser todos estadounidenses, podríamos tener también el derecho a votar.

3. Los cadáveres que disequé en la Escuela de Anatomía de Cambridge. Casi todos eran doctores que donaron sus cuerpos a la próxima generación de estudiantes de Medicina. Un gran tributo a sus espíritus.

4. El lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, que produjo el final abrupto de la Segunda Guerra Mundial y casi con seguridad me salvó la vida.

5. Franklin Roosevelt por poner en marcha el New Deal y traer a los EE.UU. a la guerra.

6. Gettysburg, 19 de noviembre de 1863, cuando Abraham Lincoln pronunció su discurso, una obra maestra de la prosa en lengua inglesa y una declaración exacta del ideal democrático.

7. El estado burocrático iluminado, decidido a hacer lo mejor para nosotros, y viendo cada uno de nuestros movimientos en circuitos cerrados de televisión y con cámaras de control de velocidad.

8. Mi amiga Claire. Hemos estado amigablemente en desacuerdo durante años, pero generalmente ella es la que tiene razón.

9.Arthur Scargill, el único socialista con suficiente voluntad como para abolir la monarquía, la Cámara de los Lores, los títulos hereditarios y las escuelas públicas en un asalto a gran escala sobre el fósil más grande del mundo: el sistema de clases de Inglaterra.

10. Me gustaría nacionalizar a Elizabeth Hurley y permitir que cada uno de nosotros reclame su parte.

Fuente: New Statesman. Aportado por Silvia Angiola

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