Los primeros insectos polinizadores convivieron con los dinosaurios

Investigadores españoles descubren en ámbar los primeros insectos que transportaron polen, hace 110 millones de años

Aún vivían los dinosaurios sobre la Tierra cuando unos diminutos insectos cargados de polen quedaron atrapados en el ámbar. Y allí han permanecido durante 110 millones de años, hasta que un equipo de investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) los encontró. Son la evidencia más antigua de polinización realizada por insectos en la historia de la vida. El anterior registro tenía ‘sólo’ 20 millones de años, y también fue un hallazgo del IGME.

Las muestras de ámbar fueron recogidas hace unos años en el yacimiento de Peñaferrada (Álava), pero hasta ahora no se habían puesto bajo el microscopio. Los expertos Enrique Peñalver y Eduardo Barrón, autores del trabajo, se quedaron sorprendidos al ver lo que ocultaba el oscuro ámbar del Cretácico. «Más interesante que la especie de la que se trataba era lo que llevaban a cuestas porque suponía la primera muestra de polinización», señala Peñalver a ELMUNDO.es.

En concreto, encontraron en las muestras cuatro hembras y varios machos de unos insectos tisanópteros, de no más de dos milímetros, que tienen en su cuerpo unos pelos con anillos que les servían para atrapar y transportar el polen de plantas gimnospermas.

En el artículo que publican esta semana en Proceedings of National Academy of Science, los bautizan como el nuevo género Gymnopollisthrips, en alusión a las plantas de las que se servían, al polen y a los trips.

Una de las hembras quedó prisionera en la resina con 140 granos a bordo y otra con 137. «No lo sabemos con certeza, pero lo más probable es que llevaran el polen para alimentar a sus larvas. Ya se ha documentado que estos tisanópteros son insectos sociales y las madres son las encargadas de las guarderías», señala el investigador.

La polinización es la estrategia de las plantas para intercambiar polen y reproducirse, lo que hacen gracias al viento, pero también a los insectos. La mayoría de las 200.000 especies existentes en la actualidad (abejas, moscas, mariposas…) cumplen esta función.

Lo que no es tan habitual es que ahora se polinicen gimnospermas (pinos, abetos, araucarias, ginkgos o cycas). Sólo se conocen algunos casos en Australia, y no están relacionados con este hallazgo en España. Sin embargo, en el Cretácico estas plantas eran las predominantes (las flores escaseaban) y, además de ser resineras, su polen debía ser adherente, una característica que favorecía su dispersión ‘pegándose’ al insecto que se posara sobre ellas.

Para Peñalver está claro que «los insectos no polinizan las plantas porque quieren, sino que su estructura adaptada para atrapar polen es una consecuencia de la selección natural, que favoreció que se lo pudieran llevar para sus crías».

Una estrategia fructífera

La historia ha demostrado que la estrategia de la asociación entre insectos y plantas resultó muy fructífera. De hecho, este tipo de polinización fue determinante para que las angiospermas (las plantas con flores) acabaran desplazando a las gimnospermas, dado que las primeras lo hacían más fácil.

Tras descubrir el polen con el microscopio, los investigadores del IGME llevaron las muestras al sincrotrón de Grenoble (Francia), que permitió, gracias a la colaboración de Carmen Soriano, tener una imagen en tres dimensiones de los ‘Gymnopollisthrips’ con un nivel de detalle que sólo con su potente haz de luz puede alcanzarse.

Se da la circunstancia de que Enrique Peñalver fue el investigador que hace unos años encontró el que hasta ahora era el caso más antiguo de polinización en ámbar de República Dominicana de hace 20 millones de años. Ahora, ha batido ese récord, adelantando su aparición en 90 millones de años más.

Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti

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