En los años 774-775 ocurrió algo en la Tierra: un incremento de los rayos cósmicos aún inexplicado

Un análisis de carbono-14 en los anillos de crecimiento de cedros japoneses muestra un incremento del isótopo de 12 por mil entre los años 774 y 775 d.C. Este incremento es único en los últimos 10.000 años y por ahora no tiene ninguna explicación

Este sorprendente resultado fue publicado en un artículo en Nature. El artículo científico es A signature of cosmic-ray increase in AD 774–775 from tree rings in Japan, por Fusa Miyake et al. Nature, publicado en línea el 03 de junio de 2012.

Los autores de esta nueva medición afirman que las características de este incremento observado del carbono-14 no se pueden explicar ni con una llamarada solar muy intensa, ni por el efecto de una supernova cercana. Por alguna razón misteriosa, el flujo de rayos cósmicos sobre Japón creció de forma notable ese año.

El incremento de contenido de carbono-14 en el año 775, de alrededor de un 12 ‰, es unas 20 veces mayor que el que se puede esperar a causa del ciclo solar, que tiene un período de 11 años: su efecto promedio en las concentraciones de carbono-14 en la atmósfera es de sólo un 3 ‰. El aumento de este isótopo del carbono se produce cuando los rayos cósmicos bombardearon nuestro planeta y convierten el nitrógeno-14 de la atmosfera en carbono-14

Se conocen solamente dos fenómenos que podrían cambiar la intensidad de los rayos cósmicos en el periodo de un año: una explosión de supernova o una llamarada solar muy intensa (que emite un gran flujo de protones).

Los autores del estudio no han detectado ningún aumento apreciable de carbono-14 asociado a las supernovas SN 1006 y SN 1054. En base a las simulaciones en computadora que desarrollaron los autores, si en el año 775 d.C. hubo una supernova tuvo que ser mucho más intensa que éstas dos, pero no hay registros históricos relacionados a algo así. Además, suponiendo que se tratase de una supernova situada a una distancia similar a la de la supernova SN 1006 (unos 2 kiloparsec), el resultado da que la liberación de energía en esa explosión debería haber sido unas 100 veces más intensa que la típica para una supernova.

Por otro lado, también se descarta que se trate de una superllamarada solar, que de ser así sería el primer ejemplo conocido. Sumado al incremento en el carbono-14, se ha observado un pico en el berilio-10, cuyas características lo hacen incompatible con una llamarada solar.

Escriben los autores: «El registro de los últimos 3.000 años en los datos IntCal09, que es una serie temporal en intervalos de 5 años que describe el contenido de carbono-14 en los árboles durante un período de aproximadamente 10.000 años, muestra tres períodos durante los cuales el carbono-14 aumentó a un ritmo superior al 3 ‰ en 10 años. Dos de estos períodos se han medido en alta resolución temporal, pero tampoco mostraron un aumento en una escala de tiempo de alrededor de 1 año. Aquí mostramos las mediciones de carbono-14 en los anillos anuales de cedros japoneses desde el año 750 dC al 820 (el período restante), con una resolución de entre 1 y 2 años. Nos encontramos con un rápido aumento de alrededor del 12 ‰ en el contenido de carbono-14 entre los años 774 a 775, que es aproximadamente 20 veces mayor que la variación atribuida a la modulación solar común. Cuando se promedian más de 10 años, los datos son consistentes con los datos decenales de carbono 14 del IntCal de los árboles de América del Norte y Europa. Nosotros sostenemos que no es probable que haya sido responsable ni una llamarada solar, ni una supernova local.»

Según los autores, entonces, es un misterio más que queda por dilucidar.

Fuente: Varios sitios. Aportado por Eduardo J. Carletti

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