Escaneos cerebrales predicen qué delincuentes tienen más probabilidades de reincidir

Los científicos han encontrado, en un estudio sobre 96 delincuentes de sexo masculino, que con escaneos cerebrales de los criminales convictos se puede predecir cuáles son los más propensos a ser arrestados después de salir de la cárcel

«Es la primera vez que se han utilizado escáneres cerebrales para predecir la reincidencia», dijo el neurocientífico Kent Kiehl de la Red de Investigación de la Mente en Albuquerque, Nuevo México, quien dirigió el estudio. Aun así, Kiehl y otros advierten que el método no está en absoluto listo para ser utilizado en decisiones en la vida real acerca de la condena o la libertad condicional.

En términos generales, las exploraciones cerebrales u otros neuromarcadores podrían ser útiles en el sistema de justicia criminal si los beneficios, en términos de una mayor precisión, superan los posibles costos más altos de la tecnología en comparación con lo que cuestan las evaluaciones de riesgo convencionales, con lápiz y papel, dice Stephen Morse, un erudito legal especializado en derecho penal y neurociencia en la Universidad de Pennsylvania. Las preguntas clave, dice Morse, son: «¿Cuánta precisión predictiva tiene el marcador sobre las mediciones de conducta usuales que suelen ser menos caras? ¿Cuán sujeto a contramedidas es si un sujeto desea ‘derrotar’ un examen?»

Estas son cuestiones aún abiertas en relación con el nuevo método, que Kiehl y sus colegas, entre ellos el estudiante postdoctoral Eyal Ahoroni, describen esta semana en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.

La prueba se enfoca en la impulsividad. En un escáner fMRI móvil que los investigadores llevaron en camiones a dos prisiones estatales, ellos escanearon los cerebros de los reclusos mienttas hacían una simple tarea de control de los impulsos. A los presos se los instruyó para presionar un botón lo más rápido posible cada vez que veían que aparecía la letra X en una pantalla dentro del escáner, pero no presionarla si veían la letra K. La tarea está amañada para que la X aparezca el 84 por ciento de las veces, lo que predispone a las personas a pulsar el botón y hace que sea más difícil de reprimir el impulso de presionar el botón en los casos excepcionales cuando, aparece una K.

En base a estudios anteriores, los investigadores se centraron en la corteza cingulada anterior, una de varias regiones del cerebro que se consideran importantes para el control de los impulsos. Los presos con actividad relativamente baja en la corteza cingulada anterior cometieron más errores en la tarea, lo que sugiere una correlación con el control de los impulsos.

Ellos también fueron más propensos a ser arrestados después de ser liberados. Los presos con actividad del cíngulo anterior relativamente baja tuvieron casi el doble de probabilidades que los internos con alta actividad del cíngulo anterior a ser detenidos de nuevo por un delito grave dentro de los 4 años de su liberación, incluso después de controlar otros factores de riesgo conductuales y psicológicos.

«Este es un hallazgo nuevo y emocionante», dice Essi Viding, profesor de psicopatología del desarrollo del University College de Londres. «Es interesante que esta medición de la actividad cerebral parece ser un predictor más robusto, en particular de la no-violencia delictiva, que las puntuaciones por psicopatías, o uso de drogas, que sabemos son asociadas con el riesgo de reincidencia.» Sin embargo, Viding señala que el equipo de Kiehl aún no ha tratado de comparar su prueba fMRI con las pruebas de lápiz y papel diseñadas específicamente para evaluar el riesgo de reincidencia. «Sería interesante ver cómo las mediciones de actividad de la corteza cingulada anterior se comparan contra estas mediciones», dijo.

«Es un estudio muy bueno porque lleva a la neuroimagen al ámbito de la predicción», dijo la psicóloga clínica Dustin Pardini, de la Universidad de Pittsburgh. El diseño del estudio es una mejora respecto a anteriores estudios de neuroimagen que compararon grupos de delincuentes con grupos de no delincuentes, dice. De todos modos, él es escéptico sobre que los escáneres cerebrales puedan utilizarse para predecir el comportamiento de un determinado individuo. «En general somo horribles en la predicción del comportamiento humano, y yo no veo esto como algo diferente, por lo menos no en el futuro cercano».

Incluso si los hallazgos se mantienen con un estudio más amplio, habría limitaciones, añade Pardini. En un sentido práctico, hay demasiadas maneras que podría tener un delincuente para que no se logre una representación precisa de la actividad cerebral. Por ejemplo, si un delincuente mueve la cabeza mientras está dentro del escáner, inutilizaría la exploración haciéndola ilegible. Incluso también podrían frustrar la prueba las estrategias más sutiles, como pensar en algo no relacionado con la tarea, o cometer errores a propósito.

Kiehl no está convencido de que este tipo de prueba de resonancia magnética funcional será útil siempre para evaluar el riesgo que plantean delincuentes individuales para la sociedad. Sin embargo, su grupo está recopilando más datos —muchos más— como parte de un estudio mucho más grande en las cárceles del estado de Nuevo México. «Hemos explorado 3.000 reclusos», dijo. «Esto son sólo los primeros 100».

Kiehl espera que este trabajo apunte a nuevas estrategias para reducir la conducta criminal. Si la baja actividad en la corteza cingulada anterior puede, de hecho, llegar a ser un predictor fiable de reincidencia, tal vez las terapias que aumenten la actividad en esta región podrían mejorar el control de los impulsos y prevenir futuros crímenes, dice Kiehl. Él admite que es especulativo, pero su grupo ya está pensando en realizar experimentos para poner a prueba la idea. «Vamos a empezar con ejercicios cognitivos», dijo. «Pero yo no descartaría productos farmacéuticos».

Fuente: Wired. Aportado por Eduardo J. Carletti

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