El Hubble observa que las lunas de Plutón se mueven caóticamente

Dentro de cuarenta días, la nave New Horizons, de la NASA, efectuará su máxima aproximación a Plutón, el mundo que en 2006 perdió su categoría como planeta tras el descubrimiento, un año antes, de Eris, un 27% más grande, lo que obligó a la Unión Astronómica Internacional a cambiar la definición oficial de lo que se considera un planeta

Mientras llega ese momento, un nuevo estudio elaborado con todos los datos disponibles del telescopio espacial Hubble permitió llevar a cabo la investigación más completa jamás hecha hasta ahora del misterioso sistema formado por el planeta enano y sus cuatro lunas principales. Y las observaciones muestran que por lo menos dos de esas lunas no están rotando sobre sus ejes, sino que lo hacen de una forma caótica, al mismo tiempo que orbitan alrededor de Plutón y de su satélite principal, Caronte. El estudio, que se publica esta semana en Nature, revela también que una de las lunas tiene un sorprendente color negro azabache.

Todas las lunas del Sistema Solar, incluida la nuestra, rotan sobre su eje a la misma velocidad a la que orbitan a sus respectivos planetas. Y esa es la razón por la que, desde la Tierra, siempre vemos la misma cara de nuestro satélite. Pero los astrónomos acaban de descubrir que las lunas de Plutón, o por lo menos dos de ellas, no tienen una cara oculta.

El nuevo y sorprendente estudio, en efecto, ha revelado que Nix e Hidra tienen una rotación caótica. Y eso significa que un observador que estuviera sobre la superficie de Plutón no vería la misma cara de estas lunas todas las noches. Pero para un observador que se situara en una de estas lunas, las cosas serían aún más extrañas, ya que para él, cada día tendría una duración diferente a la del día anterior.

A las otras dos lunas estudiadas, Cerbero y Estigia, probablemente les sucede lo mismo, aunque serán necesarios nuevos datos para confirmarlo. «Antes de las observaciones del Hubble —explica Mark Showalte, investigador del Instituto SETI en California y autor principal del estudio— nadie se había dado cuenta de la intrincada dinámica del sistema plutoniano».

Esta caótica «danza» de las lunas de Plutón se debe a la influencia de los dos cuerpos centrales del sistema, Plutón y la luna Caronte, que tiene un tamaño superior a la mitad que el del planeta enano. «Estos dos cuerpos —explica el astrónomo Doug Hamilton, coautor del estudio— giran muy rápidamente uno alrededor del otro, haciendo que las fuerzas gravitacionales que ejercen sobre las pequeñas lunas cercanas cambien constantemente. Y el estar sujetas a estas fuerzas gravitatorias tan variables es lo que hace que la rotación de las lunas de Plutón sea tan impredecible. El caos gravitatorio, además, se acentúa por el hecho de que estas lunas no son esféricas, sino que tienen la forma de un balón de rugby».

El movimiento de las lunas en el sistema Plutón-Caronte ofrece pistas muy valiosas sobre cómo los planetas se comportan al orbitar una estrella doble. «Estamos aprendiendo que el caos puede ser una característica común a todos los sistemas binarios —añade Hamilton—. Y eso podría tener consecuencias para la vida en los planetas que giran alrededor de estrellas dobles».

Las imágenes del Hubble revelan también que Cerbero tiene un color negro azabache que contrasta con el blanco brillante de las otras lunas. Y por ahora esa negrura absoluta constituye un misterio para los investigadores.

 

 

Además, los científicos se han dado cuenta de otro hecho extraordinario: existe una conexión entre las órbitas de tres de las lunas, Nix, Estigia e Hidra. «Sus movimientos —explica Hamilton— están ligados de una forma similar a como lo están los de las tres lunas mayores de Júpiter. Si te sentaras en Nix, podrías ver cómo Estigia gira alrededor de Plutón dos veces mientras que Hidra lo hace tres».

Para el investigador, «Plutón seguirá sorprendiéndonos cuando la New Horizons llegue en julio. Nuestro trabajo con el Hubble no es más que un aperitivo de lo que nos espera».

Fuente: ABC y EurekAlert. Aportado por Eduardo J. Carletti

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