La estrella KIC 8462852, la de "las extrañas extructuras extaterrestres", todavía desconcierta a los astrónomos

¿Qué sucede exactamente? No lo sabemos, pero los científicos que no le dieron lugar a teorías demasiado arriesgadas sí tienen claro lo que vendrá a continuación: recopilar más datos

KIC 8462852, conocida como la estrella de Tabby (Tabby’s star) está localizada entre las constelaciones de Cygnus (El Cisne) y Lyra, ubicada a unos 1500 años luz de la Tierra. En septiembre, varios astrónomos detectaron fluctuaciones en su luz realmente extrañas, y hasta ahora ellos fueron tumbando todas las teorías que pretendían explicar el fenómeno.

«No, no son alienígenas», fue el primer rechazo a una de las explicaciones propuestas. Pero tampoco son cometas.

Las primeras señales de esta rareza espacial provino del telescopio espacial Kepler, un cazador de planetas de la NASA, que apuntó a la región del firmamento donde se halla esta estrella entre 2009 y 2013. La estrella de Tabby mostró caídas erráticas de luminosidad, algunas tan grandes como de un 20%.

¿Por qué es importante? En principio, cuando una estrella se encuentra tan lejos de nosotros uno de los métodos que utilizan los astrónomos para conocer sus características es medir el brillo. Si, por ejemplo, el brillo tiene reducciones momentáneas que siguen una serie de patrones determinados, es una buena señal de que existen planetas orbitando en torno a ella. Con ése y otros sistemas es como se han descubierto la mayoría de los exoplanetas que conocemos.

La cuestión es que el comportamiento de KIC 8462852 en ese sentido resultó, cuanto menos, errático. Durante los 4 años de recolección de datos hasta el momento, el brillo ha variado de manera inconsistente, llegando a perder hasta un 20%, o ganándolo en otras ocasiones. Es un comportamiento tan inusual que generó explicaciones diversas al respecto, que han ido cayendo una tras otra.

No tardaron en aparecer, por supuesto, las primeras teorías que asociaron el fenómeno a un origen extraterrestre; pero dos comprobaciones independendientes que buscaron haces de láser y señales de radio han dado resultados negativos para ambas cosas. Algunos especularon que pudiera ser una esfera de Dyson, una hipotética estructura construida en torno a una estrella que permite que una civilización tecnológica avanzada extraiga toda la energía que genera su sol. La comunidad científica ya ha advertido que la fluctuación se deba a vida alienígena —esferas de Dyson aparte— es muy, muy, muy improbable.

En septiembre pasado, un equipo dirigido por Tabetha Boyajian de la Universidad de Yale, que le dio a la estrella su nombre informal, trató de darle sentido a esta señal inusual. En última instancia se determinó que la mejor explicación tenía que ser el polvo de una gran nube de cometas. Esta fue la segunda teoría, más plausible: que la estrella esté rodeada de una importante nube de cometas. Pero ésta también está empezando a tambalearse, lo que deja a los astrónomos todavía más perplejos que cuando descubrieron por primera vez las anomalías de KIC 8462852.

Lo más importante es que, analizando fotografías estelares en un periodo de más de un siglo que fueron digitalizadas (las primeras remontan al siglo 19), Bradley Schaefer de la Universidad de Louisiana ha comprobado que el brillo total de KIC 8462852 ha decaído en un 19% ,algo que es “completamente sin precedentes para este tipo de estrellas”.

Para confirmar que las disminuciones de luz eran reales, Schaefer fue a Harvard para mirar las placas fotográficas originales e inspeccionó a ojo los cambios, una habilidad que pocos astrónomos poseen estos días. «Ya que nadie utiliza más las placas fotográficas, es básicamente un arte perdido», dice Wright. «Schaefer es un experto en estas cosas.»

Schaefer vio la misma atenuación de un siglo de extensión en sus lecturas manuales, y se calcula que se necesitarían 648.000 cometas, cada uno de 200 kilómetros de extensión, pasadondo por frente a la estrella. Algo completamente inverosímil, dice. «La idea familiar de los cometas se extendió, razonablemente, como la mejor de las propuestas, aunque reconociendo que todas ellas eran muy pobres», dice. «Pero ahora tenemos una refutación de la idea, y de hecho, de todas las ideas publicadas.»

 

 

Presentados problemas para la hipótesis de los cometas, dice Boyajian, «necesitamos más datos a través de la monitorización continua para averiguar lo que está pasando.»

¿Qué sucede, entonces, exactamente? No lo sabemos, pero los científicos sí tienen claro lo que sigue: hacen falta más datos. Con ellos probablemente podamos descartar cualquier teoría loca (ahora mismo están todas sobre la mesa), y averiguar por fin qué ocurre con esas misteriosas fluctuaciones de brillo. Hasta entonces, la verdad está ahí afuera.

Publicación de referencia: arxiv.org/abs/1601.03256

Fuente: New Scientist + arXiv, Wikipedia, NASA, Iowa State University. Aportado por Eduardo J. Carletti

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