Archivo de la etiqueta: Planetas

Encuentran ocho nuevos planetas en la zona "Ricitos de Oro" de sus estrellas

Anuncian el hallazgo de ocho nuevos planetas fuera del Sistema Solar que están a una distancia de su estrella que teóricamente les permitiría tener agua líquida. Dos de ellos, aseguran, son los más parecidos al nuestro descubiertos hasta ahora

La búsqueda de planetas parecidos a la Tierra fuera de nuestro Sistema Solar se estrecha. Un equipo de científicos acaba de descubrir ocho nuevos mundos que están situados a una distancia de su estrella que, teóricamente, les permitiría albergar agua líquida (es decir, se encuentran en la llamada zona habitable de su estrella).

De esos ocho, dos son especiales porque, según anunciaron ayer durante un congreso que celebra en Seattle la Sociedad Astronómica Americana (American Astronomical Society), son los más parecidos a la Tierra de los exoplanetas encontrados hasta ahora (Kepler-186f y Kepler-62f eran considerados hasta ahora los más parecidos). El estudio será publicado próximamente en The Astrophysical Journal, según señala a este diario Guillermo Torres, autor principal.

En los dos nuevos mundos descubiertos, bautizados como Kepler-438b y Kepler-442b, orbitan estrellas enanas rojas, que son más pequeñas y más frías que nuestro sol. El primero tarda en dar una vuelta a su estrella 35 días, mientras que el segundo la completa cada 112 días.

Por lo que respecta a sus dimensiones, el diámetro de Kepler-438b es sólo un 12% más grande que el de la Tierra, y según los cálculos de los científicos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (Cfa), hay un 70% de posibilidades de que se trate de un planeta rocoso, como el nuestro. Por lo que respecta a Kepler-442b, es un tercio más grande que la Tierra y, en su caso, hay un 60% de posibilidades de que sea rocoso.

«No sabemos con seguridad si alguno de estos planetas realmente es habitable. Todo lo que podemos decir es que son candidatos prometedores», ha declarado David Kipping, investigador del Cfa y coautor de este trabajo, que ha sido realizado a partir de los objetos celestes detectados por el telescopio Kepler de la NASA.

Todos los candidatos a planetas que estudiaron eran demasiado pequeños para estimar su masa, por lo que utilizaron el programa informático BLENDER, desarrollado por Guillermo Torres y su colega François Fressin, para determinar la probabilidad de que fueran planetas desde un punto de vista estadístico.

La distancia a su estrella

Para que se considere que un planeta está en la zona habitable de su estrella, debe recibir más o menos la misma luz que el Sol. Si le llega mucho más o mucho menos, ésta se evaporaría o se congelaría. Kepler-438b recibe un 40% más y Kepler-442b dos tercios más que el nuestro.

En cualquier caso, se trata de dos mundos muy lejanos que sólo pueden ser estudiados desde la distancia. Kepler-438b está a 470 años-luz de la Tierra y Kepler-442b a 1.100 años-luz. «No es posible tecnológicamente llegar a planetas fuera del Sistema Solar debido a las enormes distancias que hay. Para ir a Plutón, que está en nuestro sistema, hacen falta años sólo para el viaje de ida. El objeto creado por el hombre que más lejos ha llegado es la sonda Voyager y, tras casi 40 años viajando, ha salido recientemente del Sistema Solar», explica Guillermo Torres.

Así que, a falta en la vida real de atajos cósmicos, como el agujero de gusano que en la película Interstellar permite a los astronautas viajar a exoplanetas, los científicos ven imposible enviar una nave robótica para explorar estos mundos lejanos.

 

 

LA ‘RECETA’ DE NUESTRO PLANETA

Se mezcla abundante oxígeno y hierro. Se añade una cantidad generosa de magnesio y silicio y, en dosis más pequeñas, aluminio, níquel, calcio y azufre. Se incorpora agua procedente de asteroides y tras darle forma de esfera, se cocina durante millones de años. Son algunos de los ingredientes de la receta para tener un planeta como la Tierra propuesta por un equipo de científicos, que investiga las características que se deberían buscar para encontrar mundos como el nuestro fuera del Sistema Solar. Para ello han comparado exoplanetas de distintos tamaños.

Su investigación ha sido presentada esta semana durante el congreso que la American Astronomical Society celebra del 4 al 8 de enero en Seattle (EEUU). Un encuentro que está poniendo de manifiesto los rápidos avances que se están dando en la búsqueda de nuevos planetas. «Nuestro Sistema Solar no es tan único como habíamos pensado. Parece que los exoplanetas rocosos usan los mismos ingredientes básicos», ha explicado Courtney Dressing, investigadora del Centro de Astrofísica Smithsonian y autora principal de este estudio. Para llevarlo a cabo usaron el instrumento HARPS del Telescopio Nazionale Galileo de 3,6 metros de la isla canaria de La Palma, diseñado para medir la masa de planetas pequeños y poder determinar la densidad y, a través de ella, su composición.

«Para encontrar un planeta que realmente sea como la Tierra, deberíamos centrarnos en los objetos que tengan menos de 1,6 veces el tamaño de la Tierra, porque esos son los mundos rocosos», recomienda.

Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información:

Una nueva forma de llegar a Marte en forma segura, barata, y en cualquier momento

La captura balística, un método de baja energía que ha puesto naves espaciales en órbita lunar, podría ayudar a la Humanidad visitar el planeta rojo mucho más a menudo

Llevar una nave espacial a Marte es bastante complicado. Los costos de transporte pueden elevarse a cientos de millones de dólares, incluso se debe despegar durante las «ventanas de lanzamiento«: las alineaciones orbitales óptimas de la Tierra y Marte que sólo ocurren alrededor de cada 26 meses. ¿El gran aportante a esta situación? Las llegadas al Planeta Rojo, que son para poner los pelos de punta. Una nave espacial lanzada a muchos miles de kilómetros por hora tiene que pisar el freno con fuerza, disparando retrocohetes para ponerse en órbita. Este encendido puede requerir cientos de kilogramos de combustible extra, llevados con gran costo desde la Tierra, y viene aparejado con una cierta probabilidad de fracaso que podría enviar a la nave a pasarse a toda velocidad o a ponerla, incluso, en curso directo hacia Marte.

Este método de fuerza bruta para alcanzar la órbita, llamada transferencia de Hohmann, le ha servido suficientemente bien a las agencias espaciales que históricamente han contado con grandes fondos. Pero en una época de restricciones presupuestarias el precio de la transferencia de Hohmann y su riesgo inherente es una limitación.

Ahora una nueva investigación establece una forma más suave y segura para alcanzar la órbita marciana, sin estar limitados por las ventanas de lanzamiento o vaciar las cuentas bancarias. Llamada captura balística, podría ayudar a abrir la frontera marciana para más misiones robóticas, futuras expediciones tripuladas, e incluso esfuerzos de colonización. «Es una revelación», dice James Green, director de la División de Ciencias Planetarias de la NASA. «Podría ser un paso bastante grande para nosotros, y realmente nos ahorra recursos y espacio, que es lo que siempre estamos buscando.»

La premisa de una captura balística: en lugar de disparar hacia la ubicación orbital en la que Marte estará cuando la nave espacial se le reúna, como se hace convencionalmente con las transferencias de Hohmann, se lanza una nave espacial hacia la órbita de Marte como para que vuele por delante del planeta. Aunque los costos de lanzamiento y de viaje siguen siendo los mismos, en el escenario no Hohmann se elimina el gran disparo de retrocohetes y la necesidad de dar exactamente en el blanco en Marte. Para la captura de balística, la nave navega un poco más lento que el propio Marte mientras el planeta sigue su giro orbital alrededor del Sol. Marte finalmente arrastra a la nave espacial, enganchándola gravitacionalmente en una órbita planetaria. «Esa es la magia de la balística de captura, es como volar en formación», dice Edward Belbruno, investigador asociado visitante en la Universidad de Princeton y co-autor, junto con Francesco Topputo de la Universidad Politécnica de Milán, de un documento que detalla el nuevo camino a Marte y la física que implica. El documento, publicado en arXiv, se ha presentado a la revista Celestial Mechanics and Dynamical Astronomy.

«Una danza delicada»

La captura balística, también llamada transferencia de baja energía, no es en sí misma una idea nueva. Cuando estaba en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA un cuarto de siglo atrás, Belbruno expuso el método de inserción orbital que ahorra combustible y costo para llevar sondas a la Luna. Una nave japonesa, llamada Hiten, lo aprovechó por primera vez en 1991, al igual que la misión GRAIL de la NASA, lanzada en 2011.

Belbruno elaboró la manera de hacer que las gravedades en competencia de la Tierra, el Sol y la Luna tiren suavemente de una nave espacial para ponerla en la órbita lunar deseada. Los tres cuerpos pueden ser considerados como creadores de unas depresiones en forma de cuenco en el espacio-tiempo. Alineando la trayectoria de una nave espacial a través de esos cuencos, de modo que el impulso cede lo largo del camino, una nave espacial puede, simplemente, «rodar» por fin hasta el cuenco pequeño de la Luna, entrando en órbita sin utilizar combustible. «Es una danza delicada,» dice Belbruno.

Desafortunadamente, obener una maniobra similar en Marte (o en cualquier otro lugar) parecía imposible porque la velocidad del planeta rojo es mucho mayor que la de la Luna. Parecía no haber manera de conseguir que una nave espacial frenara lo suficiente para deslizarse en la depresión gravitatoria en el espacio-tiempo de Marte debido a que el «cuenco» —que no es tan profundo, para empezar—, era en sí mismo un objetivo en movimiento demasiado rápido. «Me di por vencido en esto», dice Belbruno.

Sin embargo, cuando fue consultado recientemente por Boeing Corp., la principal contratista para el Sistema de Lanzamiento Espacial de la NASA, que está destinado a llevar a la humanidad a Marte, Belbruno, Topputo y sus colegas tropezaron con una idea: ¿Por qué no ir cerca de Marte llevado por la corriente? La navegación de un vehículo espacial en una trayectoria orbital en cualquier lugar a un millón a incluso decenas de millones de kilómetros más adelante del Planeta Rojo haría posible que Marte (y su cuenco gravitatorio de espacio-tiempo) facilitara la aproximación de la nave, y posteriormente permitiera que la nave fuese capturada balísticamente. La empresa Boeing, intrigada por este nuevo camino hacia Marte, financió el estudio, en el que los autores pusieron a calcular algunos números y desarrollaron modelos para la captura.

Expandiendo nuestros horizontes marcianos

La captura balística no es la única técnica de ahorro de combustible para entrar en órbita. En otro enfoque, llamado aerocaptura, la nave espacial que llega se sumerge en la atmósfera marciana y deja que la fricción se «coma» algo de su exceso de velocidad, en lugar de depender exclusivamente de un gran encendido de combustible para lograrlo. Este método, sin embargo, requiere un pesado protector de calor, que añade masa extra y por lo tanto agrega costo en el despegue, compensando el ahorro en combustible con respecto a una transferencia de Hohmann a la llegada. La captura balística, dice Topputo, es «más lenta y más suave.»

Por lo tanto, la captura balística ofrece muchas ventajas sobre los enfoques actuales para arriba a Marte. Además de evitar el alto consumo de combustible de una transferencia Hohmann, por ejemplo, se reduce el peligro para la nave porque ella ya no debe desacelerar en «el tamaño de una moneda de diez centavos» que es la ajustada ventana hacia Marte, correr el riesgo de pasarse o golpear contra su destino. El enfoque también reduce en un 25 por ciento la necesidad de combustible para el viaje en general, dice Belbruno, en una estimación aproximada. Esa reducción se podría utilizar para ahorrar dinero, pero también podría, a cambio, permitir cargas útiles más grandes a precios comparables. Llevar más masa a la órbita marciana entonces puede significar tener más vehículos robóticos, más suministros o lo que usted lleve a la superficie. «Lo que queremos es hacer apalancamiento [captura balística] para poner más masa en el suelo», dice Green. «Ese es el sueño.»

Evitar la necesidad de enviar el cohete durante las escasas ventanas de lanzamiento también sería una gran cosa, porque los retrasos en el lanzamiento son muy frecuentes. Pasarse una ventana puede significar dejar es espera una misión a Marte durante dos años, más el desperdicio de los costos de preparación del lanzamiento.

¿Para robots tanto como cuerpos?

La captura balística viene junto a un montón de advertencias, por supuesto. Un tiro recto con frenado brusco en Marte lleva alrededor de seis meses, mientras que un viaje que dependa de la captura balística llevaría un adicional de varios meses. La altitud de captura sin encendido de combustible también es bastante elevada, unos 20.000 kilómetros sobre Marte, mucho más allá de donde fueron instalados los satélites científicos para escudriñar el planeta de cerca. Pero llevando un poco de combustible extra, entonces se puede bajar con suavidad una nave espacial en forma balística colocándola dentro de órbitas estándar científicamente valiosas, de unos 100 a 200 kilómetros, como las logrados con las transferencias Hohmann, o incluso seguir adelante hacia la superficie marciana para un aterrizaje.

Para las misiones tripuladas, la transferencia balística sería un arma de doble filo. Por un lado, al reto de transportar personas a Marte se sumaría el de viajes más extensos. Ya estamos preocupados por los exploradores con destino a Marte volviéndose locos al estar apretados dentro de una lata durante seis meses, por no hablar de «empaparse» inaceptablemente de altas dosis de radiación del espacio. Por esa razón, las misiones robóticas parecen ser las primeras beneficiarias potenciales de las nuevas transferencias de bajo consumo de Belbruno y de Topputo.

Por otro lado, debido a que desaparece la necesidad de engancharse con las ventanas de lanzamiento, la captura balística podría mantener un flujo constante de suministros hacia el planeta. Cualquier esfuerzo de habitar Marte por un tiempo extenso probablemente dependerá de material de la Tierra, por lo menos hasta que se establezca una agricultura y manufactura autosuficientes. «La captura balística sería una buena manera de enviar suministros a Marte antes de la misión tripulada», dice Belbruno, «o como parte de una [misión]».

James Green, de la NASA, está de acuerdo. «Esto [la técnica de captura de balística] no sólo podría aplicarse aquí para el logro robótico, sino también para la exploración humana final», dice. En consecuencia, Green organizó en octubre una nueva charla de Belbruno con el personal del Centro Espacial Johnson de la agencia acerca de cómo las misiones tripuladas podrían explotar el concepto.

Incluso más cerca en el camino, la captura balística sería perfecta —dice Belbruno— para colocar satélites en órbitas «areoestacionarias», lo mismo que geoestacionarias sólo que en Marte (también conocidas como Ares). El resultado: ¿redes marcianas de Internet y de telefonía celular para todos? Si la nueva transferencia de baja energía funciona en Marte, podría, en teoría, también ampliarse para llevar material a granel a cualquier mundo en el Sistema Solar.

 

 

Es cierto que la investigación de este potencial avance todavía está en una fase inicial, teórica. El trabajo en curso incluye la reelaboración de los cálculos de la física factorizando influencias más pequeñas en una nave espacial con destino a Marte que la atracción de la gravedad del propio Marte, como la atracción gravitacional de Júpiter. Green de la NASA dijo que prevé que la agencia querrá probar las transferencias de captura balísticas en Marte en la década de 2020.

Belbruno tiene sus dedos cruzados. «Se pensaba que el camino a la Luna que encontré en 1991 era, quizás, la única aplicación de mi teoría», dijo. «Estoy muy entusiasmado con este resultado marciano.»

Fuente: Scientific American. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información:

Meteorito de la Antártida revela atmósferas primitivas con agua y oxígeno en el Sistema Solar

«Ahora tenemos una visión mucho más profunda y específica del sistema más antiguo de agua y oxígeno en el Sistema Solar», dijo Mark Thiemens, profesor de química en la Universidad de California en San Diego. «La pregunta que queda es ¿cuándo obtuvieron agua los planetas, la Tierra y Marte, y en el caso de Marte, a dónde se fue? Hemos hecho grandes progresos, pero aún quedan misterios profundos.»

Un nuevo análisis hecho este mes sobre una roca marciana que recogieron los cazadores de meteoritos de un campo de hielo de la Antártida hace 30 años revela un registro del clima de ese planeta hace miles de millones de años atrás, en la época en que es probable que el agua probablemente corría por su superficie y si alguna vez se formó vida, allí podría tener surgido.

Científicos de la Universidad de California en San Diego, la NASA y el Instituto Smithsoniano reportan mediciones detalladas de los minerales en el meteorito en la edición en línea avanzada de Proceedings of the National Academy of Sciences (Actas de la Academia Nacional de Ciencias) de esta semana.

«Los minerales en el meteorito mantienen una instantánea de la antigua química del planeta, de las interacciones entre el agua y la atmósfera», dijo Robina Shaheen, una científica del proyecto en la Universidad de California San Diego y autor principal del informe.

La poco atractiva piedra, que cayó a la Tierra hace 13.000 años, se parece mucho a una papa (patata) y tiene toda una historia. Designada ALH-84001, es el meteorito más antiguo que tenemos de Marte, un trozo de magma solidificado de un volcán que hizo erupción hace cuatro mill millones de años. Luego de eso algo de líquido, probablemente agua, se filtró a través de los poros en la roca y depositó glóbulos de carbonatos y otros minerales.

La imagen de arriba es del Olympus Mons en Marte, el volcán y la montaña más alta que conocemos en nuestro Sistema Solar. ¿Podría haber sido el origen de ALH-84001? El bloque central de este volcán en escudo se encuentra a 27 kilómetros de altura sobre la superficie —o tres veces la altura del monte Everest sobre el nivel del mar y 2,6 veces la altura del volcán Mauna Kea por encima de su base—. Tiene 550 km de ancho, flanqueada por acantilados, y cuenta con una compleja caldera que tiene 85 km de largo, 60 kilómetros de ancho, y hasta 3 km de profundidad, con seis cráteres superpuestos.

Los carbonatos varían sutilmente, dependiendo del origen de sus átomos de carbono y oxígeno. Tanto el carbono como el oxígeno se producen en versiones más pesadas y más ligeras, o isótopos. Las abundancias relativas de isótopos forman una marca distintiva química que se puede descubrir con un análisis cuidadoso y delicadas mediciones.

La atmósfera de Marte es principalmente de dióxido de carbono, pero contiene algo de ozono. El balance de los isótopos de oxígeno en el ozono son sorprendentemente extraños, con un enriquecimiento de isótopos pesados por un fenómeno físico-químico descrito por primera vez por el coautor Thiemens, y sus colegas, hace 25 años.

«Cuando el ozono reacciona con el dióxido de carbono en la atmósfera, se transfiere su rareza isotópica a la nueva molécula», dijo Shaheen, que investigó este proceso de intercambio de isótopos de oxígeno como estudiante de posgrado en la Universidad de Heidelberg en Alemania. Cuando el dióxido de carbono reacciona con agua para formar carbonatos, la marca isotópica distintiva continúa preservada.

El grado de rareza isotópica de los carbonatos refleja cuánta agua y ozono estuvieron presentes cuando se formaron. Es un registro del clima hace 3.900 millones años, encerrado en un mineral estable. Cuanto más cantidad de agua, menor indicación del raro ozono.

Este equipo midió una pronunciada indicación de ozono en los carbonatos del meteorito, lo que sugiere que a pesar de que Marte tuvo agua en ese entonces, es poco probable que fuesen vastos océanos. En cambio, el paisaje marciano primitivo tuvo, probablemente, mares más pequeños.

«Lo que también es nuevo son nuestras mediciones simultáneas de isótopos de carbono en las mismas muestras. La mezcla de isótopos de carbono indican que los diferentes minerales en el meteorito tuvieron orígenes diferentes», dice Shaheen. «Ellos nos cuentan sobre la historia de las composiciones químicas e isotópicas del dióxido de carbono en la atmósfera.»

ALH-84001 posee diminutos tubos de carbonato que algunos científicos vieron como posibles pruebas de vida microbiana, aunque se ha descartado un origen biológico de las estructuras. El 16 de diciembre, la NASA anunció otro potencial rastro de vida en Marte en forma de metano que percibió el rover Curiosity.

Los carbonatos pueden ser depositados por entidades vivas que los recogen de los minerales para construir sus esqueletos, pero este no es el caso de los minerales medidos por este equipo. «El carbonato que vemos no es de los seres vivos», dijo Shaheen. «Tiene isótopos de oxígeno anómalos que nos dicen que esto es carbonato abiótico.»

 

 

Al medir los isótopos de múltiples maneras, los químicos encontraron carbonatos empobrecidos en carbono-13 y enriquecidos en oxígeno-18. Es decir, la atmósfera de Marte en esta época, un período de gran bombardeo, tuvo mucho menos carbono-13 que en la actualidad.

El cambio en la abundancia relativa de los isótopos de carbono y oxígeno puede haber ocurrido por una gran pérdida de atmósfera marciana. Es probable que habría sido necesaria una atmósfera más densa para que el agua líquida fluyera en la superficie helada del planeta.

Fuente: The Daily Galaxy. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información: