Andernow!

Caja de Muñecas

By Natalia Nacucchio

El cuerpo yacía inerte en el centro de la habitación. Parecía formar parte del sillón donde se encontraba. El rostro blanco y arrugado, los gruesos labios ásperos no presentaban ningún signo de vida. El lugar estaba impregnado a olor de tabaco y humedad, a los cuales ya empezaba a acostumbrarme.

Quince minutos habían pasado desde que entré para preguntarle, una vez más "¿Me dejás ver?". Esa frase era el comienzo de una interminable cadena de anécdotas. Era entrar a un mundo extraño donde el encanto del pasado se une al presente en historias muchas veces incomprensibles. Mientras tanto, yo escuchaba convirtiéndome en una simple espectadora de algo mágico e inescrutable. Siempre que venía a visitarla me miraba sonriente y me invitaba a pasar, recibiéndome en verano con una brevísima bombachita blanca y una musculosa que le marcaba los senos pequeños pero turgentes, con los pezones resaltados por la excitación, o en invierno con un pulóver y medias tres cuartos de lana como toda indumentaria. Se abalanzaba sobre mí y comenzaba a besarme mientras me quitaba el vestido, muchas veces rompiéndolo, y luego pasábamos toda la tarde felices, cosiéndolo para remendarlo y no tener que irme desnuda a mi casa.

Pasábamos dos o tres horas haciendo el amor, algunas veces me mordía los pechos con la suficiente furia como para marcármelos o me dejaba enormes marcas en los glúteos o en el triángulo del pubis con los "chusquitos", particular nombrecito que ella le puso a los chupones. Otras veces sólo frotábamos nuestros cuerpos, con la sensualidad que únicamente dos mujeres pueden lograr, hasta llegar al orgasmo, y después nos envolvíamos en esa manta de pelos largos y buscábamos la botella de coñac que colocaba sobre la mesita ratona de madera, aquella que le regalaron en los años cincuenta como obsequio de bodas. Entonces no se hacía rogar y sus palabras comenzaban a dibujar imágenes sobre el humo que sacaba de un largo cigarrillo francés, historias de un tiempo pasado, con tanta nitidez como si hubiese estado allí, contándolas siempre en primera persona para agregarle una cuota de inquietud. Entonces aquellas cosas que en un comienzo parecían insignificantes adquirían un valor distinto, como si les hubieran sacudido el polvo y las hubieran lustrado. Todo volvía a cobrar vida.

Sin embargo... hoy todo ha cambiado. Sus ojos miran la nada. Su piel blanda no parece tener una gota de sudor y aunque no respira, la temperatura de su cuerpo es normal.

Frente a ella, sobre la mesa, están las cosas de siempre, y la pequeña cajita de madera tallada a mano. La primera vez que la vi fue hace un par de años, escondida entre algunos viejos libros en él ultimo estante del aparador. No me llamó mucho la atención hasta que la tuve en mis manos, la limpie un poco y lo que apareció debajo de la capa de polvo me resulto inquietante. El dibujo parecía un pentágono, en el centro del mismo aparecía un óvalo que podía interpretarse de diferentes modos, ya que el tiempo había hecho lo suyo. Cuando ella se percató de lo que tenía en las manos, me miró desencajada y, lanzando un alarido pavoroso, me lo arrebató de las manos y salió corriendo del cuarto, perdiéndose entre las sombras de algunas de las infinitas habitaciones que yo nunca conocí ni conocería jamás. Nunca me atreví a preguntarle. Los recuerdos se me mezclan y esa caja que ahora está amenazadoramente delante de mí se aleja más de mis recuerdos. Ésta no tiene polvo, brilla y parece nueva; su dibujo es más nítido y al tocarla siento que late como si se tratara de un corazón humano.

Ella sigue sin moverse, sólo sus labios han adquirido un fuerte color rojo. La miro de forma interrogante, sin conseguir respuesta, sigue igual, sin siquiera mover un dedo. Tomo la caja de madera y me siento en el piso frente al sillón justo, delante de su cara, ahora tersa nuevamente. La coloco sobre mis rodillas y lentamente comienzo a abrirla...

El interior de la caja está forrado con un paño rojo, no contiene nada. En la tapa hay un espejo. Al mirarme en él mi imagen no se refleja.

Siento sobre el cuello sus labios como un cuchillo de hielo, la mordida rasga la piel excitándome como nunca había estado en mi vida.

Pronto los contornos de las cosas comienzan a ondular, poco a poco los objetos empiezan a rizarse hasta desaparecer. Quedo en la oscuridad, a mi alrededor sólo el frío vacío. A lo lejos un punto de luz. A medida que me acerco a él, va adquiriendo la forma de una ventana, pero no hay manera de abrirla. Puedo ver la habitación en la que estuve minutos antes, como si estuviese viendo por una pantalla de televisor. La veo por primera vez ponerse de pie y caminar hacia mí, extender sus manos agigantadas por la perspectiva, y todo comienza a moverse, como si me estuviese trasladando; entonces comprendo...

Estoy atrapada en la cajita de madera.

Sus manos pasan indiferentes a través de la pared de cristal, me toma suavemente, mi cuerpo está frío e inmóvil y empiezo a quedarme sin fuerzas mientras ella rejuvenece. No absorbe todo de mí, deja un poco. Coloca la cajita con sumo cuidado sobre el aparador, como para que desde allí pueda verla el resto de mi existencia. Prende uno de sus largos cigarrillos y me sonríe. Siempre supe que me ama un poco. Cada veinte o veinticinco años repite el ritual. El mío lleva ya quince, pronto habrá que conseguir la próxima víctima. Una jovencita de dieciséis años como yo. Lástima que desde aquí dentro nadie me oye gritar.

Natalia Nacucchio (La Strega)

—Bueno como siempre las mujeres cumplen lo prometido, ¿ves, Guana? Esto es un cuento.

—¿Y lo mío qué?

—Lo tuyo... cómo te diré, es un tanto... escatológico.

—¡Escatológico! Escatológico es ése, que ya sabemos como se llama, que va siempre al bar.

—No empecés a dar pistas borrosas que creás conflicto.

—Nha... ¿Waq, no me presentás a Naty? ¿Está fuerte la loca?

—Nop.

—¡Qué mala onda! Andrés tampoco me quiere presentar al budinzazo de la mujer.

—Es que sos ligeramente maleducado, con eso de andar escupiendo todo el tiempo, además si hablamos de budinzazos fijate la nueva colaboradora que se incorpora al elenco.

—¡Wow! ¡Que buena que está esa mina! ¡Sput!

EL CONSULTORIO DEL DOCTOR ELEPHANT – Manga y Anime by Escorpia

¿Cómo hacer una nota sobre algo que me es ajeno? Para mí, el manga/anime/hentai/... es como el cálculo exponencial para la mayoría de los mortales: no me interesa, lo encuentro innecesario y puedo prescindir de él. Me propuse borrar de mi mente todos los preconceptos sobre el tema y analizarlo objetivamente. Las conclusiones que pude extraer del material leído son varias. Primero, el manga no es sólo Dragón Ball y Sailor Moon. Existen infinidad de personajes, mundos e historias. Desde magos hasta robots, el cómic japonés incurre en varios ambientes. Pueden encontrarse historias de adolescentes o dragones. Esto me sorprendió. La información sobre cada tira, dibujante o guionista es especifica y abundante. Claro que una ignorante del tema como yo se pierde fácilmente entre noticias y avances. Nombre raros con demasiadas Ks invaden las páginas de las revistas especializadas. No me extrañaría encontrar un dibujante Akyro Kakatua.

En cuanto a las historietas, las novelas paraguayas son una pavada. Por ejemplo, un personaje masculino de Ranma se convierte en mujer cuando se moja... ¡?

Es común desorientarse ante la no-linealidad de los guiones. Aceptemos, cuando menos, que es singular, encontrar una joven con cerebro de gato, una supercomputadora con forma humana que dirige la defensa de las ciudades en una apocalíptica Tierra o unos Back Street Boys nipones que a su vez hacen justicia emulando a Batman. No podemos hablar de manga sin mencionar sus peculiares dibujos. Los ojos grandes ya son reconocidos por todos. La verdad odio esas imágenes no realistas. El simple hecho de que los creadores de ese arte tengan ojos pequeños lo hace más irónico. Una vez escuché comentar a un artista que uno resalta en sus dibujos aquello que nos molesta de nosotros mismos. Interesante teoría. Las naves y los vestuarios son detallistas y realistas. Mejor no dibujen más personas...

Por último, para conseguir material debí involucrarme en el sub mundo japófilo. El público que consume todo esto, llamado otaku, es amante de la cultura nipona. Las revistas no sólo traen información de los cómic o series animadas, sino también clases de japonés, origami, recetas culinarias (por ejemplo, pez globo... ¿recuerdan aquel capítulo de Los Simpson?), historia y leyendas japonesas. En resumen, se adquiere la cultura nipona a miles de kilómetros de distancia. O sea que los occidentales imitan a los orientales. La invasión cultural es a la inversa. Los consumidores de manga (mangáticos), desean fervorosamente ser orientales. Pierdan sus esperanzas. En conclusión, dejo que mis preconceptos vuelvan a su anterior lugar.

Definitivamente, el cómic japonés no es para mí.

—¿Que opinás Waq?

—A mí en lo particular ciertas películas de anime me encantan. Sobre todo las de terror psicológico o no tanto. (Recuerdo la escena del hospital y los muñecos de peluche de Akira y se me pone la piel de gallináceo.) Creo firmemente que el manga (como toda manifestación del arte) nace por una necesidad y que cuando se globaliza es porque esa necesidad se vuelve mayor. Si no fuese así, los yanquis no copiarían el maga, y lo producirían incluso mixtado a sus propias manifestaciones. El tema de los ojos grandes me parece que es un manual de estilo, que no necesariamente se ve en todas las instauraciones. Comentando la proliferación de manga xxx, llaman moderadamente la atención las imágenes de sadomasoquismo, que cobran un poco de sentido si entendemos la cultura de sumisión que tiene la sexualidad oriental femenina... Pero es una cuestión de gustos, decía una vieja y tomaba mate en plato. En lo particular (y es mi opinión Waqueriana y punto), la juventud de las niñas y las mencionadas escenas de mdsm no son de mi agrado. Supongo que es fantasía de mucha gente poder ver a Trixi, la eterna compañera de Meteoro, saliendo de la ducha, o a las adolescentes Salior Moon jugando a la rayuela como Dios las trajo al mundo. Como muestra basta la película japonesa The Sailor Moon Tenn vs. Omira, que está protagonizada por jóvenes púberes de carne y hueso con mucho sexo y efectos especiales. Obviamente, película de circulación clandestina.

Y por último me parece excelente que sea una forma de colonización japonesa. Durante años las películas de vaqueros plagaron las pantallas de nuestras teles mutando nuestro acervo cultural y nunca nadie se quejó.

En el libre albedrío está la gracia y que los jóvenes que sigan este culto lo hagan sin caer en el fanatismo, como debería ser todo en esta tierra. (No creo que la mayoría pueda fácilmente ser un fan de raza, ya que para ser un Top en estos menesteres se debe vivir de alguna manera a lo nipón; con las últimas novedades electrónicas colgándoles por distintas partes del cuerpo. Discman, portabook, televisores de muñecas, teléfonos freehands, etc.). Pero como diría la madre de uno que conozco... "Es mejor esto a que se dedique a la droga". ¿Vos que opinás, Guana?

—¿Qué decías? Perdoná, estaba leyendo la vida sexual de Astrita.

—Andá...

Juegos PC

Gracias a Escorpia (me gustó lo del simbolito, yo a partir de ahora me voy a llamar yaquero). Me enteré de un dato por demás interesante. Aparentemente la firma Id Software tiene ya una demo muy especial: DOOM FOREFATHERS, que sería ni más ni menos que la continuación en 3D de aquel juego que marcara un hito en la historia de las PC. Los malditos alienígenas no lograron destruir por completo la Tierra y ganaron los nuestros. El único problema es que no quedó mucho de nuestro poco verde mundo y los terrestres que quedaron unieron fuerzas y culturas formando una única nación llamada Sobretierra. No conforme con mezclar los conocimientos y costumbres también se les piantó un poco las épocas, por ende podemos ver a nuestros apuestos soldados vistiendo como el 7º de caballería, montando extraños caballos alados de aspecto mecánico pero con interior biológico (silicios componentes). Como tampoco quedan muchos, las mujeres se ven obligadas a pelear también, agregándole una marcada cuota de sensualidad por ser las precursoras de nuestros Hot-jeans criollos. Así que entre voluptuosas y semidesnudas amazonas, más los valientes Adonis y místicas criaturas belicosas, aparecen los alienígenas, que vienen en distintos tamaños y formas. Todo en un mundo cuasi posapocalíptico (uff).

ID sabe muy bien que lo más importante para el jugador de ahora no solamente es la imagen y el color. Teniendo que superar juegos como Quake 4 o HALF LIFE, la firma buscó mejorar el motor de ambos haciendo particular hincapié en la Inteligencia Artificial de los adversarios.

Digamos como adelanto que los "malditos chinos" no sólo nos prepararan celadas y trampas sino que será inútil salvar y prever nuestra propia emboscada ya que el motor hace que el engine cambie cada vez..

Los Huevos de pascua estarán a la orden del día (tecleando la clave correcta se puede ver cómo uno de los programadores es asesinado por los mutantes), y se puede decorar la escena del bar con cuadros de vuestras propias fotos. Si además fusionan (como alguien le contó al Guanaco) la MRT de Daikatana, tendríamos a dos camaradas que nos acompañarían en nuestras hazañas y que serían de muchísima utilidad en los niveles de mayor dificultad. Un hombre y una mujer que poseen inteligencia propia y algunas veces incluso dan órdenes que debemos seguir al pie de la letra si queremos seguir vivos o salvar a nuestros compañeros. (Se comenta que en la segunda parte del HALF LIFE hay un huevo de pascua que muestra una beta de este motor). Pero que hay que ser muy bueno para poder encontrarlo. Pequeña pista: Cuando uno de los enemigos que parecen moscas humanas se nos queda mirando durante mucho tiempo, dispararle cerca sin herirlo; huirá. Seguirlo de cerca sin llamar la atención y ver dónde se esconde. Entrar tras él antes de que se cierre el portal. Nota: Esta función no se activa en el modo God.

—Buenop, Guana, llegamos al final. ¿Te gustó?

—Sput.

—¿Por qué estás tan molesto?

—Primero, ninguna de las minas me dio bola.

—Pero cumplimos, ¿no? Ya tenemos a dos chicas trabajando en el Ander...

—Sí, pero no me dieron bola...

—Bueno, no se puede todo. Además, comenzaste tu carrera como payas... er... Como escritor.

—Sí, pero falta Androsio.

—Acá estoy. ¿Ya no ves bien, Guanaco?

—¡Androsio! Qué alegría ¡Sput!

—Pará... que me corroés la armadura de titanio que me puse para hablar con vos. ¡Omar, podés hacer algo!

—Omar no te va a dar bola. Acaba de ser papá y se pasa todo el día y noche laburando de progenitor a tiempo completo.

—¡Qué lata! Yo por eso voy a hacer como mi padre, que jamás tuvo hijos.

—De vos no me extraña, Guana.