¡Vedme aquí, fidelísimos lectores que abandonado no me han ante la tempestad! ¡Vedme de nuevo instalado en el sitial de AnaCrónicas! Demostrado ha sido que ataúd, túmulo o urna no ha sido artificiado que puédame retener; que mi determinación incontenible estalla cual casiopeana SN1572, y no hay murallas ni barreras que de sofrenar sean capaces su furia. Sin más armamento que mis manos descarnadas y mi intelecto impar, doblegado he al tricéfalo Rottweiler que antes sólo el hercúleo bíceps y la lira órfica domeñar pudieron; y huido que hube del Averno inexpugnable, enfrenteme con férrea e inasistida disciplina a inenarrables espantos cuya sola insinuación os desteñiría los cabellos y vuestra habla asesinarían por el resto de vuestra miserable existencia. Y de este modo fue que, cual phoeniciforme de áureas plumas, surjo de entre los relictos calcinados para reclamar el cetro que usurpado hubo sido por infames e ingratos impostores. ¡Elevad vuestros corazones, hijos míos, y echad en tierra vuestras rótulas y vuestras miradas! ¡En sumisa genuflexión humillaos ante quien, en honduras abisales y valles de pavor, con Joe Black se trenzó en desigual lucha y emergió victorioso! En recompensa a vuestra lealtad, regalados seais con éste, el nuevo aspecto de la sección que aquí veis. ¡Disfrutadlo o pereced, procónsules amanerados! |
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