Editorial - Axxón 163

Contradicciones
por Eduardo J. Carletti, Director de Axxón


Antes de que cierre este número de la revista estaremos por encima de los tres millones de visitas a la portada de nuestro sitio. Cuando escribo esto, acabamos de comenzar a decrementar las cien mil que faltan. Cien mil visitas se dan ahora en menos de una decena de días.

Y ya que se trata de nombrar mojones, y como a todos nos gustan los números redondos, está claro que en breve estaremos corriendo raudamente hacia el logro de los primeros cinco millones de visitas.

Cuando se trabaja con el deseo de crecer, el crecimiento es un premio y una satisfacción.

Esto es una verdad sólida y sin discusión.

Aclaro esto y puede parecer innecesario que lo haga.

Lo hago porque lo que sigue sonará como una rara contradicción.

El crecimiento en Internet es bueno, claro, pero produce dolor. Si alguien tiene un emprendimiento en Internet, sabrá que esto que digo también es una verdad sin discusión.

Internet no es gratis, al menos no cuando se llega al nivel que hemos llegado con Axxón.

Nuestro sitio es gigante, y quizás debería reducirse un poco, pero la verdad es que no podríamos recortarlo sin sentir que mutilamos a un hijo. Y ya saben todos los que nos visitan que no dejamos de crecer día a día.

Resultado: día a día necesitamos un respaldo técnico cada vez mayor. Más caro por el espacio y más caro por la cantidad de información que la gente lee desde él.

Sepan, amigos, que nosotros pagamos para ofrecer lo que ofrecemos gratuitamente.

Quería decir esto porque a veces no se nota el sacrificio que hay detrás y las cosas se interpretan de cualquier otra manera.

Da la sensación que este esfuerzo y este trabajo y esta obsesión por hacer las cosas como las hacemos sólo produce envidia en algunos, hasta molestia. Como si nosotros, por tener un sitio como Axxón, fuésemos alguna especie de privilegiados por una varita mágica, o como si nos hubiésemos apropiado de un tesoro que no nos debería pertenecer, algo que les hemos robado, poco a poco, a otros que se lo merecen más...

Bien, no estoy escribiendo fantasía. No me imagino cosas.

Es la sensación que se percibe algunas veces, se huele, y debo decir que hace años que estoy en esto y ya he aprendido a detectar lo que ocurre detrás de la niebla de nuestro mundillo.

Doy por hecho que mucha gente no tiene buenos deseos hacia nuestra creación. No digo todos, pero ya sabemos que el odio se hace notar mucho más que el cariño, y que la envidia mueve montañas.

Me pregunto por qué, cada vez que alguien hace algo, parece haber más gente que ataca que gente que apoya...

Me pregunto por qué la gente que quiere hacer daño parece tener más impacto en uno que otra muchísima gente, miles por lo que nuestros contadores muestran, que disfruta.

Me pregunto por qué la gente paga alegremente cuando le cobran pero rehuye con pavor el más leve compromiso cuando se encuentra con algo gratis que le gusta mucho.

¿Estaremos tan enfermos como para odiar lo que nos regalan y amar lo que nos cobran muy bien cobrado?

Yo opino que sí. Es una de las enfermedades de la época.

Me gustaría saber la opinión de todos para armar con ellas un próximo Editorial.

Eduardo J. Carletti, 1 de junio de 2006
Mensajes al Director: ecarletti@axxon.com.ar