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Reverenciado Mauricio Gafento:

Normalmente yo no lo presto atención a las teorías conspiranoicas, pero el otro día un compañero de trabajo me comentó que en el programa de Néstor Kazalix, periodista a quien tengo reputado como serio, habían mencionado que los terroristas musulmanes estaban contaminando las reservas de agua de Estados Unidos con una sustancia indetectable que afecta el desarrollo hormonal de los bebés en gestación y los convierte en homosexuales.

Como te imaginarás, no le di mayor importancia al asunto y traté de convencerlo de que había escuchado mal. Pero esa misma tarde, volviendo a mi casa en colectivo, el chofer le comentaba a un colega sobre este mismo asunto, mencionando nuevamente al programa de Kazalix.

Por varios días escuché Despiértese informado o se lo come el león pero no volvieron a hacer mención de esta ¿leyenda urbana? y yo me quedé con la intriga.

Así que recurro a tí, Fuente de Todo Saber, para que me aclares de qué se trata todo esto y cuánta verdad hay en el asunto.

Atentamente

Adalberto Mignotta, de Apeadero del Conde (Pcia. de San Herminio)

Ah, Adalberto, para responderte correctamente habría que definir el concepto de "verdad". Empecemos diciendo que sí, que Néstor Kazalix leyó esa noticia en su programa Despiértese informado o se lo come el león pero que, lamentablemente, nadie lo escuchó (debido a un problema en la transmisión que lo dejó fuera del aire por unos pocos segundos) cuando decía que esa noticia estaba levantada del tabloide sensacionalista The Irrational Enquirer y que no debía tomársela seriamente. Si hubieras llamado al programa los días siguientes al comentario la telefonista te hubiera aclarado este malentendido.

Lo que The Irrational Enquirer publicó en su edición del 15 de mayo de 2009 fue un resumen algo escueto del libro (si se puede llamar libro a 119 fotocopias anilladas) The truth about the conspiracy that is trying to make us a nation of gay babies (La verdad sobre la conspiración que está tratando de convertirnos en una nación de bebés homosexuales) de Edward Loompanics. En esta obra Loompanics revela (sin aportar ninguna prueba, claro está) un complot que viene gestándose desde fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando el satánico Dr. Johannes Walburga (conocido como "El ángel del vacío sin nombre" por sus crueles experimentos con bombas de succión en los prisioneros del campo de Beschissen) huyó de la persecusión aliada y se refugió en un inhóspito paraje de la Patagonia argentina.

Según Loompanics, Walburga pasó la mayor parte de los 50 y 60 diseccionando los cerebros vivos de los prisioneros mapooches (sic) que sus acólitos capturaban en las tolderías cercanas, buscando indicios que probasen sus teorías raciales. Uno de sus descubrimientos fue que los hipotálamos de los sujetos varones homosexuales tenían el mismo tamaño que el de una hembra heterosexual. Curiosamente, jamás le preguntó a sus víctimas qué orientación sexual tenían ya que Walburga afirmaba poder determinarlo con sólo mirarle la cara al prisionero. Envalentonado con este descubrimiento, comenzó a experimentar con estrógenos sintéticos y barbitúricos, inyectándoselos a prisioneras embarazadas. Walburga afirma en uno de sus diarios que "nueve de cada diez de los varones nacidos después de este tratamiento han desarrollado comportamientos homosexuales, a saber: lloran por cualquier cosa en público, no controlan sus esfínteres orinando y defecando en cualquier parte y tienen una marcada tendencia a succionarse el dedo y otros substitutos del pene". Unos años más tarde agrega que los sujetos "continúan comportándose como maricas redomados: no muestran interés en los deportes masculinos, orinan sentados en vez de parados y tienen una predilección enfermiza por los pepinos, los nabos, las zanahorias y otros vegetales de forma alargada que, seguramente, se introducen en sus sodomizados anos cuando uno no los mira, porque tampoco es que estoy todo el santo día observando a estos pendejos putos de mierda, que uno tiene cosas más importantes que hacer, carajo, qué se han creído".

Fue este descubrimiento lo que le permitió a Walburga urdir un plan para vengarse de los Estados Unidos y de sus socios sionistas: convertiría a todos los recién nacidos en homosexuales, quienes, debido a su repudio al sexo femenino, serían incapaces de reproducirse y, por lo tanto, la población de dichas naciones caería estrepitosamente. Además, dada la cobardía natural de los homosexuales, los ejércitos de EE.UU. e Israel quedarían desarmados, facilitando la invasión y conquista de estos países por parte de las tropas de Walburga.

Lamentablemente, para llevar a cabo este plan Walburga necesitaba disponer de capital y recursos en una escala muy superior a la que estaba acostumbrado. Así que durante los 70 todos sus esfuerzos se focalizaron en la clonación de guerreros arios a partir de las células de su cuñado Klaus Arschficken, así como la evolución acelerada de los inferiores mapuches utilizando cámaras hiperbáricas potenciadas con energía bio-piramidal rúnica. Los resultados no fueron los esperados y los defectuosos niños fueron abandonados en medio de la cordillera de los Andes. Se dice que algunos de estos mutantes sobrevivieron y formaron una cerrada comunidad en una caverna subterránea del volcán Lanín que se comunica en forma directa con la ciudad de Erks (la cual, como todos sabemos está a cargo de remanentes de Atlantes del reino de Mu y sacerdotes Esenios), pero esa es otra historia que alguna vez contaré en esta sección.

Desesperado, en 1979 Walburga abandonó su escondite y visitó la XXIII Feria Internacional de Villanos contra el Mundo Libre que se celebraba ese año en Styervogrado (U.R.S.S.). Allí trabó amistad con Abdul al Bacha-Bawz, de la organización fundamentalista Charra Alaik Katha ath Nan Sharmuta, quien le ofreció su ilimitada fortuna para financiar el plan de homosexualizar a los EE.UU. y el Estado de Israel. Debo aclarar, para corregir el error deslizado en The Irrational Enquirer y en el programa de Kazalix, que la organización Charra Alaik Katha ath Nan Sharmuta (CAKaNS) no es ni musulmana ni de ninguna religión sino todo lo contrario: sus miembros son ateos fundamentalistas que se creen elegidos por ellos mismos y que ninguna entidad sobrenatural recompensará sus muertes en atentados con sitiales de honor en un ficticio lugar extraterreno donde, por supuesto, no disfrutarán de ningún placer ni de la carne (la cual ha comenzado su proceso de putrefacción y disgregación en moléculas más simples) ni del espíritu (que no existe en lo absoluto) de manos de ningún ser fantástico de sexo femenino inventado por una sociedad patriarcal para preservar el statu quo, ya que después de la muerte no hay nada ("y el que opine lo contrario se las tendrá que ver con nosotros" agregan). Es más, los miembros de la CAKaNS no son racistas en el sentido habitual del término ya que consideran a toda la humanidad como seres inferiores con respecto a ellos, quienes se declaran descendientes de los Atlantes Originales tratando de reconquistar el planeta que perdieron cuando la isla-continente se hundió tras la lucha del héroe primigenio Popatik Hartu contra el demonio Joan Pikutara (inquiridos cómo se complementa esto con el ateísmo rabioso que profesan los miembros de la CAKaNS se hacen los idiotas, miran para otro lado y le vuelan la cabeza de un tiro a quien pregunta).

Pero me estoy yendo por las ramas. Lo cierto es que Loompanics dice que, a partir de este encuentro, Walburga y la CAKaNS han trabajado juntos, desarrollando métodos para que la droga que transforma a bebés normales en potenciales homosexuales pueda afectar a toda la población de los EE.UU. e Israel. Originalmente, como ya dije, Walburga había pensado administrarla en forma inyectable, pero tanto esto como el otro método considerado (la ingesta oral en forma de píldoras) se chocaron con el escollo de tener que pasar los controles de la FDA. Intentaron distribuirla por intermedio de los carteles del narcotráfico pero no sólo la droga no producía ningún efecto alucinógeno, narcótico, psicotrópico o estupefaciente sino que estaba el problema de convencer a todas las embarazadas que se volviesen drogadictas. Finalmente, Walburga logró sintetizar (o al menos eso es lo que Loompanics dice) una versión soluble en agua de la droga, la cual estaría siendo vertida en las reservas hídricas de EE.UU. e Israel.

Ahora bien, ¿qué hay de cierto en todo esto? La existencia de Walburga y de la CAKaNS es cierta, pero del médico nazi se desconoce el paradero desde 1944 y, hasta donde se sabe, la organización terrorista está conformada por Abdul al Bacha-Bawz, su cuñado Risoma von Gadverdamme y el pequeño camellero Alí ben Lisba. El resto de la conspiración aparentemente sería producto de la imaginación enferma de Edward Loompanics quien, como recordarán los lectores habituales de esta columna, está internado en el Wassaloopa Cognitive Neuropsychiatry Hospital desde que intentó matar a toda una familia de Arkansas golpeándolos con un coliflor hervido.

Así que, Adalberto, no te preocupes, el que haya más homosexuales visibles hoy día no se debe a ningún complot sino a razones más pedestres y obvias: la gente se ha vuelto un poco más tolerante (o un poco más hipócrita) y no le importa cómo goce sexualmente su vecino (si es que el vecino lo invita a espiar o incluso a participar, por supuesto, porque en cuanto alguien quiere relegar su sexualidad al ámbito de lo privado nuestros instintos nos vuelven terriblementes curiosos y hasta que no sabemos quién se acuesta con quién y cómo lo hacen no descansamos tranquilos).

MAURICIO GAFENTO

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