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CUENTA REGRESIVA (II)Varios Autores |
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Comenzó la cuenta atrás del arma que acabaría con todas las guerras: diez, nueve, ocho... tres, dos, uno y... Los científicos se dieron cuenta de que vivían un momento de paz mundial inusitado y propusieron mantenerlo eternamente. Por eso decidieron utilizar la bomba de tiempo. Comenzó la cuenta atrás del arma que acabaría con todas las guerras: diez, nueve, ocho...
William despertó en su cama, encerrado bajo una enorme campana de vidrio. Esperó ayuda. Nadie vino. Reflexionó, vanamente, durante tres días. Por último pensó en el revólver, bajo el colchón. Dentro de una habitación que apestaba a whisky, el cuerpo fue encontrado con un vaso en la mano. En él, el reflejo de William gritaría por toda la eternidad.
Para poder dormirme, cuento ovejitas. Las ocho primeras saltan ordenadamente por encima del cerco. A continuación saltan cinco vacas, dos de ellas voladoras. Las sigue un ciervo y después otro. Detrás de los ciervos viene corriendo un lobo, que me descubre por el olfato. Inicio rápidamente la cuenta regresiva.
Cuando llegue a uno ¿logrará despertarme la última oveja?
La abertura dimensional se estrechó hasta cerrarse del todo. Ya no podría volver al que había sido su hogar durante largo tiempo. Tantas veces lo había experimentado que no le produjo emoción alguna. En aquellos eones saltando dimensiones nunca había repetido un universo, pero el olor atómico era inconfundible: su lugar de nacimiento.
Supo que aquí moriría.
Intento escuchar a la teniente encarando a la Reina. Debo aparecer cuando le grita #¡Deja a Rodney, bestia!#. Espero.
Me da el pie. O eso creo. Usando dientes y garras, irrumpo provocando una explosión de vísceras sangrientas.
¡Corten! ¡No ahora, maldición! ¡Repasa el guión!
Agitando su cola rabiosamente, el director pide un nuevo clon de Rodney.
Marco-D, ¿puedes ingresar al sistema?
No, jefe. Mi clave está vencida.
Usa la mía: 429875722
Marco-D digitó la clave. La pantalla~ devolvió el mensaje:
"Usted fue notificado de sus derechos. Procederemos a la desconexión"
De pronto Marco-D quiso dormir. Se desplomó sobre el teclado.
Su jefe se acercó y comprobó la ausencia de signos vitales.
Escribió con palabras leves. El cuento se escapó de sus manos y subió rápidamente en el aire hasta perderse de vista. Recomenzó, usando palabras pesadas. El cuento resbaló de la hoja de papel y se hundió, perdido sin remedio. Cuando, persistente, acabó el tercero, con palabras de apropiada densidad, ya había vencido el plazo.
Al nacer, notaron que tenía el principio de su biografía escrito en la espalda. Creció. Y las palabras aparecían impresas en su piel tras cada acción, buena o mala... Pero los lectores de su historia nunca sabrán la última frase. Se han dado cuenta de que su propio discurso tatuado lo hace inmortal.
Acércate, ven a mi escondrijo en la penumbra. Aproxímate a mi guarida, he perdido mi máscara con sonrisa. Entra a mi cubil, sólo estoy yo, palpando desde hace tiempo, buscando aún mi máscara. Ven, ven a mi escondrijo. Mírate en el espejo, entra por el filo, acompáñame, busca también tu estúpida sonrisa.
Tras el cristal se hallaban expuestos toda clase de manjares y viandas que sólo esperaban que alguien saciara su hambre con ellos.
Observación adicional:
Sin duda, por la agitación que demuestra, sigue teniendo activo el centro del hambre. Lástima que los quironómidos adultos sólo vivan un día y carezcan de boca.
¿Tomás la sopa o llamo al hombre de la bolsa? amenazó su madrastra, antes de salir.
La niña, inmutable, hizo pasar al joven vagabundo que miraba desde afuera; el hombre dio cuenta del almuerzo con avidez, y le agradeció. La pequeña se acercó a él, sonrió y lo engulló golosamente.
Borges corría por las arenas de un desierto lluvioso y no lograba recordar las figuras ni las leyes del ajedrez. Soñaba, y temía despertarse convertido en un monstruoso insecto de muchas patas, ridículamente pequeñas, tumbado sobre su espalda dura. Una situación kafkiana, sin lugar a dudas. Decidió seguir corriendo.
Sí, es un latinpasión; en la axila dice 5000. Es para mi sobrina ¿vio? Ojos celestes, sí. Esos, bueno, un chip de sonido de Cristian Castro ¿le quedan? ¿No? ¿Rodrigo? Está bien, ése. Y otra cosa. Sí, sí, mire, lo traje de muestra. Es para mi sobrina ¿vio?
Nos acostumbramos a los conteos sucesivos que acaban con el mundo. Ya todos los apocalipsis se van repitiendo: o cabalgan los cuatro jinetes, o Vishnu inspira, o sobreviene el Big Crunch. Pero volvemos a aparecer tras la hecatombe. Indefinidamente. Y nadie sabe cómo apagar la maldita máquina.
Todos esperaban ya el inicio de la guerra final. La duda estaba en quién apretaría primero el botón. Cuando el mandatario al fin se decidió, el desconocido e insignificante hombre que cortaba el suministro de energía lo hizo y la Muerte tuvo que esperar otra oportunidad.
¡Bingo! fue el grito loco de Rhandyog.
Y ante la mirada atónita de todos sí, el cartón no tenía errores, el demonio atolondrado se arrastró babeando a buscar su premio. Para él eran juguetes: un agujero negro, dos soles colapsados y un planeta llamado Tierra.
Porque le cerraste la puerta en la cara a la noche, ella redondeó el cubo de tu casa y lo pateó cuesta abajo, lo hizo rodar y rodar como un huevo del que, al amanecer, naciste ciego. Desconsolado gallo que jamás verá otro día.
El sombrero energético lo impulsaba hacia lugares más altos, más abruptos. No sentía el viento en la cara, ni tenía miedo de la altura. Cuando se quitó el sombrero, estaba aún sentado en el sillón. ¡Albricias! ¡Había inventado un nuevo modo de viajar!
¡Señor! ¿Qué demonios es eso? gritó exaltado el segundo de a bordo.
El comandante de la nave con el último reducto de humanidad miró la pantalla atónito. Un antiguo bajel real cruzaba su trayectoria: el Holandés Errante nunca renunciaría a su leyenda.
El monarca caprichoso prometió la mano de su hija a quién consiguiera traerle una cabeza de dragón. Tiempo después, un dragón escarlata se presentó en la corte con su propia cabeza entre las garras. Había renunciado a la bicefalia por amor.
En el inicio Él dijo:
Los haré a mi imagen y semejanza.
Créanlo, en verdad lo intentó. Pero después de siete días volvió a decir:
¡Por Belcebú, me salieron mal! Los dejaré en la Tierra y volveré a intentar.
Llegó al fondo del océano y comprendió, horrorizado, que seguía vivo. Por primera vez, las malditas branquias artificiales habían funcionado. ¿No podía haberse ahogado como los demás?... Ahora los carceleros vendrían a buscarlo para continuar con los dolorosos experimentos.
El Doctor Pérez murió de un ataque en plena sala de quirófanos. Volvió a nacer. Vio con terror una aspiradora emerger en el cálido útero maternal. Un grito sordo, un brazo desprendido. Esta vez, el abortado sería él.
La especie había desarrollado su tecnología en base a seres vivos. Cuando lo desterraron, eligió vivir entre los humanos. Le gustaba, pero al principio le costó acostumbrarse: siempre se angustiaba cuando alguien trataba mal a sus aparatos.
Tráeme pronto otro átomo de sodio.
Sí, Señor dijo solicito el asistente.
Al rato regresó con el pedido y preguntó:
¿Problemas Señor?
Sí, otra vez se contaminó el tercer electrón interior con organismos indeseables contestó Dios.
Silencio. Dolor extremo. ¡BANG! El público, sediento de sangre, comienza a arremolinarse frente a su puesto en la feria de ciencias. Conecta la máquina inversora de la flecha del tiempo. El niño sonríe al comité.
Espera un segundo y acábalos dijo Dios a su asistente.
¿Un segundo de los nuestros o de los de ellos?
Dios, fastidiado: No preguntes tonterías...
Un segundo después llegó el fin de la Humanidad.
Y entonces, dirigiéndose a los presentes en aquella sala del sanatorio abandonado, dijo: "Así es, señores, como con la ayuda de este corazón humano y este círculo, convertiré todo ese plomo en oro."
Caigo por eones hacia el abajo lejano, capa tras capas de nubes. Soy el primero que lo intenta. ¿Moriré apretado por los gases o atravesaré indemne el diámetro de este gigante gaseoso?
El último hombre sobre la Tierra disfrutaba su sosiego con deleite. Excepto por un detalle... ¿quién podría ponerle ahora la cremita para aliviar la picazón en ese hongo de la espalda?
Soltó su aliento de fuego, su voz tronó: ¡Volved al polvo, hijos de demonios! Teas vivientes y alaridos corrieron enloquecidos. Luego batió las alas, apagó los gritos, dispersó las cenizas.
Al amanecer apareció ella. Solía venir en la oscuridad, a su llamada. En sus ojos leyó una alegría extraña. Se tocaron, entonces comprendió. Morir no había resultado tan complicado.
Entró en el club de los poetas muertos; toda su poesía desapareció, como un miembro mutilado, muerto, de sí mismo. Decidió pasarse el club de los dramaturgos vivos.
El cataclismo barrió la superficie del planeta. Millones de personas perecieron, apenas un centenar sobrevivió. Raúl, el protagonista de este cuento, no fue una de ellas. Fin.
Vendo robot usado, sabe cocinar, planchar, pasea al perro y hace los mandados. Tiende muy bien las camas. Si tiene esposo muy celoso, abstenerse de llamar.
Usted puede ser que lo quiera, basta con conectarse a nuestro servidor de fantasías. El cerebro del gato se tostó. Él sólo quería ser humano.
La reina montó en cólera cuando la conspiración para derrocar a la monarquía quedó al descubierto. Con presteza, ordenó ejecutar a las hormigas insurrectas.
Era linda, pero tenía tres ojos. Mi familia no aceptaba mutantes. Arranqué los dos míos y nos casamos. Al final, alguien debía cuidarme.
En el hueco hizo un nido. Acunó a su cría y esperó. El amanecer encontró al vástago deforme devorando a su madre.
Escucha bien: cuando mueras, seres alados vendrán a buscarte. No lo dudes.
Al morir, de inmediato lo cubrieron las moscas.
¿Aterrizó un ovni? le preguntó.
Su amigo asintió.
¿Estás bien? Casi no hablas dijo preocupado.
Tu idioma es tan raro...
Reptó hacia la madriguera y cayó en un sueño profundo. Despertó haciendo arcadas y vomitó el cuerpo del hombre.
El Universo comenzó a acelerar su expansión: tu casa ya no está en la esquina de la mía.
El hombre era feliz, hasta que apareció el lenguaje y se interpuso entre él y las cosas.
Avanzamos a toda velocidad contra el borde del mundo. La inercia nos zambulló entre las estrellas.
"Sólo uno más", se dijo mientras se abalanzaba a lomos del viento sobre la ciudad.
¿Qué futuro le puede esperar a la nueva humanidad?
Él, un impotente; ella, frígida.
Nunca voy a perdonarte. Soy un monstruo. Nunca vas a salir de acá.
Mimbari murió hace veintidós años... Ahora, tiene toda una vida por delante.
Fue la desesperación la que le hizo morder su primer zombie.
Señor, ¿desea chica, habano, salsa, alojamiento?
Llévame ante tu líder.
Es un hombre. ¿Crees que será necesario ponerle boca?
¡Adelante, joven! Salió su número exclamó la Parca.
Se fue a Sevilla. Murió de pie.
Cuando Jesucristo regresó, ya no estábamos.
Houston, el Águila ha aterrizado.
¡Ven y abrázame, monstruo!
¡Llama a Reparaciones!
¡Kaboooommmmmmmm!
Aunque aquí salen algunas que por alguna razón no salieron en la primera tanda, esta vez costó algo más juntar la lista de las obras que más nos gustaban. Queríamos variedad, autores nuevos y consagrados, temas diversos. A veces resulta increíble se pueda decir tanto con tan poco, sugerir más que mostrar.
Y ojo que hay para más, así que no aflojen.
Axxón 180 - diciembre de 2007
Selección internacional (Cuentos: Minicuentos : Microcuentos : Ficción Especulativa : Fantasía :
Terror : Ciencia-Ficción : Internacional).