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AxxónCINE

Por Silvia Angiola


SOY LEYENDA

Dirección:
Francis Lawrence

País:
EEUU

Año: 2007

Duración: 101 minutos

Género
Acción, horror, ciencia-ficción

Intérpretes
Will Smith, Alice Braga, Charlie Tahan, Salli Richardson, Willow Smith

Guión
Mark Protosevich, Akiva Goldsman, sobre el guión de The Omega Man de John W. y Joyce H. Corrington y la novela Soy Leyenda de Richard Matheson

Producción
Akiva Goldsman, David Herman, James Lassiter

Estreno en cines
1 de enero de 2008


SOY LEYENDA

"Y antes que la ciencia hubiese destruido la leyenda,
la leyenda había devorado a la ciencia y a todo lo demás."
(R. Matheson, Soy Leyenda, 1954).


Un país en guerra, una epidemia fuera de control, un hombre inmune que lucha cada día para sobrevivir en un mundo habitado por vampiros. Roles intercambiables: héroe-monstruo, normal-anormal, víctima-verdugo... Soy Leyenda es una de las obras de ciencia-ficción más revolucionarias e influyentes del siglo pasado. Su autor, Richard Matheson, extrajo un mito del terreno del folklore y lo ubicó dentro de un marco racional, otorgándole nuevos alcances y sentidos. El trabajo de Matheson se caracteriza por el alto grado de realismo que rodea al elemento fantástico: las fuerzas oscuras que confrontan a sus personajes surgen de un entorno familiar que se vuelve repentinamente peligroso, como la casa, la carretera o el vecindario. Los vampiros que acosan a Robert Neville no son seres demoníacos, no se transforman en animales ni tienen poderes extraordinarios: estos muertos-vivos pertenecen al mundo, son ex ciudadanos, ex vecinos, que se levantan de la tumba para alimentarse de los restos de la humanidad.
Matheson no tuvo suerte con las adaptaciones cinematográficas de su novela. El Último Hombre en la Tierra (The Last Man on Earth, 1964), un film de bajo presupuesto protagonizado por Vincent Price, lo hizo sentir tan avergonzado que prefirió disimular su participación utilizando el pseudónimo de Logan Swanson. También lo defraudó La Última Esperanza (The Omega Man, 1971), de la Warner Bros, rodada en Los Ángeles bajo la dirección de Boris Sagal. En esta producción algo extravagante Charlton Heston encarna al científico-militar Robert Neville, que de día persigue a una pandilla de vampiros luditas con una pistola al cinto y por las noches juega al ajedrez con un busto de Julio César. Años después, el escritor confesaría que le hubiera gustado ver una versión de Soy Leyenda dirigida por George Miller (Mad Max, Las Brujas de Eastwick) y protagonizada por Harrison Ford.1 Es interesante señalar que el impacto que buscaban estas adaptaciones lo alcanzó una película inspirada en Soy Leyenda pero que desarrolló una línea argumental completamente autónoma: La Noche de los Muertos Vivos (Night of the Living Dead), de George Romero, estrenada en 1968.

En la versión de Soy Leyenda de Francis Lawrence la mutación de un virus destinado a curar el cáncer arrasa con la población del mundo y deja a la mayor parte de los sobrevivientes convertidos en criaturas bestiales con apetito por la sangre ajena. Un virólogo del ejército de los Estados Unidos, el Teniente Coronel Robert Neville (Will Smith) soporta la agonía de ser el único hombre indemne sobre la faz de la Tierra mientras se obstina en encontrar un tratamiento para la enfermedad.

El film está dividido en dos partes y los méritos se acumulan exclusivamente en la primera. El protagonista del libro era demasiado áspero, demasiado despiadado para los estándares de corrección política que se manejan en el cine actual. El Robert Neville que encarna Smith, en cambio, es positivo y sensible, incluso elegante en su lucha por la supervivencia. Sin embargo, al director le basta con demorarse en los detalles de su rutina cronometrada, pobre sucedáneo de una vida normal, para transmitir toda la angustia que implica ese aislamiento forzoso.

El clima de tensión se malogra y la película se vuelve irrescatable a partir de la introducción del personaje de Anna (Alice Braga). Los mayores desaciertos y las elecciones más arbitrarias se acumulan en la última media hora: los realizadores deciden incluir, con admirable vocación de síntesis, un festival de pirotecnia, una serie de batallas hiperquinéticas, una crisis de fe y un desenlace místico-redencionista con mensaje inspirador incluido.

No hay restitución del viejo orden en el final del texto de Matheson: hay una sociedad distinta, surgida de las cenizas de la anterior, donde los seres humanos no tienen cabida. La criatura monstruosa, desmitificada a lo largo de la novela, pasa a ser lo normal (la norma) mientras que la humanidad se convierte en el "otro" abominable e inadecuado. La historia finaliza cuando Robert Neville toma conciencia de que el mundo, en su evolución, lo ha dejado atrás.

El film de Francis Lawrence no perturba, no transmite incertidumbre ni expresa la más mínima inquietud. No fue concebido para reflejar el espíritu trágico y subversivo que anima al famoso libro de Matheson: es un exponente del cine mainstream, y, como tantos otros productos manufacturados en Hollywood, termina arrullando al espectador con la vaga promesa de un futuro feliz.

Nota 1: T. Weaver, Return of the B Science Fiction and Horror Heroes: The Mutant Melding. McFarland & Company, 2000.

                       
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