Correo 182


Febrero de 2008


Hola Eduardo

Hoy sentí una emoción grande al ver publicado "Jugo gástrico" en el número 181. ¡Gracias!

Muchas gracias por esta oportunidad y también por el contenido de los números de Axxón, algo que estoy disfrutando muchísimo desde que conocí la revista. Todo ese material debe darles un enorme trabajo. ¡Felicitaciones por los resultados!

Por ejemplo, de entre las cosas recientes me interesó el último editorial sobre la clasificación de las producciones literarias. Es todo un tema. Yo comparto por completo lo que comentás allí, quizá porque siento que las clasificaciones amenazan al escritor por adelantado, es decir, tienden a marcarle límites antes de comenzar a escribir sobre una idea. Por eso me parece bueno que un escritor no piense su literatura según rótulos o clasificaciones. ¿Y en el caso del lector? Creo que la cosa funciona de manera parecida: condiciona sus expectativas sobre lo que está a punto de leer, y eso tampoco me parece bueno. De todas maneras acepto que hay cierto grado de utilidad práctica en esto de clasificar la literatura; no me molesta siempre y cuando se trate de una clasificación más o menos general o abarcadora, que conceda lugar a esa propiedad escurridiza y camaleónica que contienen la mayoría de los relatos.

Hasta la próxima y... ¡que sigan los éxitos! (¿dónde escuché eso?)


Un abrazo grande

Angel Ivaldi

Primero que nada: gracias a vos. Las clasificaciones sirven siempre y cuando no levanten barreras ni zonas de exclusión. El fantástico general y la ciencia ficción en particular se sienten cómodas dentro de una convención blanda, flexible, y cada tanto algún autor fuerza el límite y lo extiende, fusiona, busca nuevos caminos. Eso es lo que queremos de nuestra revista: generar un espacio fértil donde los autores puedan expresarse y explorar esos caminos donde nunca nadie ha llegado antes.

Cuando aquella mañana agobiante de enero del 2008 volví sobre mis pasos para fatigar el polvoriento índice del Axxón 180, esperaba otra cosa.

Quizás, al encontrar allí la palabra "Borgeano", hubiera evocado tigres poderosos en el crepúsculo, laberintos, desiertos o bibliotecas imposibles (que, como ya está probado, son todos una y la misma cosa); tal vez hubieran acudido a mi memoria noches de cuchillo en un Buenos Aires que ya no existe, o imposibles ruinas circulares perdidas en la jungla.

Pero nada de eso hay en este cuento perpetrado por Alonso y Vázquez. Estos dos personajes dignos de figurar en la Historia Universal de la Infamia, estos dos traidores han trastocado el sentido de tal palabra. En un tropo salvaje, una metonimia digna de un gobierno pretérito que supo exiliar intelectuales a tareas agrícolas en ministerios oscuros, tomaron una sola frase de toda una vasta obra, para designar con ese nombre -borgeano- a una especie de secta poco simpática de su universo de locos.

Sólo me queda esperar que el Tiempo -pero el verdadero, no esas dimensiones con nombres malayos que parecen extraídos de relatos de Salgari o Stevenson- reivindique la auténtica Memoria, y que el Borges que yo recuerdo (o tal vez el otro) aparezca en una existencia sintelizada a aclarar este equívoco.

Cabe aclarar por otra parte que este agravio injusto no es más que una parte infinitesimal del cuento, que poco aporta a la suma total de los guarismos lingüísticos con que nos atrae. Pecaría de injusto si no reconociera la calidad de escritura, el atractivo de la trama o la imaginación desplegada en esas cuartillas. Tenemos aquí un animal mitológico, un fantástico híbrido entre policial negro, texto de física cuántica y cuento de guerra, que sólo puede campear en la ciencia ficción.

Vaya pues mi elogio al dispar dúo que compuso semejante pieza, aunque sea necesario recorrer sus meandros más de una vez para poder, finalmente, alcanzar aquella comprensión perfecta en donde todas las piezas de la trama encajan y que parece reservada sólo a los dioses.


Buenos Aires, 2008

Carlos E. Ferro


PD: Muy bueno el cuento, realmente me impresionó.

PD2: Espero que aprecien la broma, ya pedí permiso a Daniel y Alejandro.

Axxón: Más allá de la broma que acarrea el comentario al cuento, salta aquí claramente el espíritu de este viejo colaborador de la revista, a quien extrañamos ver, de nuevo, en las páginas de Axxón. Carlos ha marcado la parte más fantasiosa de nuestras páginas con su sección "El portal fantástico", donde más de una vez aparecieron autores apenas mencionados en esta parte del planeta, además de aportar cuentos de su propia autoría. Aunque sólo sea a través de una carta es bueno tenerlo por aquí una vez más.

Enviar las cartas a ecarletti@axxon.com.ar

Desde que abrimos la Lista Axxón se han anotado enormidad de personas, y por esto muchas opiniones que antes se intercambiaban por el Correo ahora se presentan y discuten día a día en la Lista. No me pareció razonable extraer textos de opinión de ella para ponerlos aquí, ya que son medios diferentes. Espero que alguno de los "Listeros" mande de vez en cuando una carta para este Correo. No sea que lo dejemos huérfano...