Revista Axxón » «Las grandes dudas del Planeta Rojo», Fernando José Cots - página principal

¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 

ARGENTINA

 


por Fernando José Cots

Luna lunera

 

Ya la misma Luna suscita dudas en cuanto a las expediciones que supuestamente hicieron pie en ella.

Los que somos viejitos recordamos aquel 20 de julio de 1969, cuando la transmisión de la NASA llegó a casi todo el mundo, menos a la China de Mao que la prohibió. (Curiosamente, los ciudadanos soviéticos sí la vieron, pese a que el evento les significaba un segundo puesto en la carrera espacial).

En aquel momento fue un entusiasmo generalizado, a punto tal que se instituyó ese día como el «Día del Amigo» a instancias de un argentino.

Pasado el tiempo, no demasiado, la veracidad de ese viaje y los subsiguientes fue puesta en tela de juicio por la opinión pública. ¿Habrían hecho un viaje realmente o fue un montaje escenográfico en el cual habrían involucrado al gran Stanley Kubrick?

Si lo vamos a ver, había una puja de supremacía en aquel momento entre U.S.A. y C.C.C.P. (Estados Unidos y la Unión Soviética) para ver quién la tenía más grande.

Estados Unidos venía de una serie de fracasos espaciales que no le habían quitado prestigio al ex oficial de las «SS» Werner Von Braun. Los éxitos habían sido pocos.

Los soviéticos, por el contrario, ostentaban el récord no sólo del primer satélite orbital (el Sputnik) sino también de haber colocado al primer animal en órbita (la malograda perra Laika) y al primer ser humano (Yuri Gagarin, malogrado mucho después por otras causas).

En cuanto a la carrera hacia la Luna, los soviéticos sólo fotografiaron su lado oculto con un satélite y, después de la Apollo, mandaron un carro robot.

Y cuando terminó el programa Apollo… silencio que sólo se intentó romper hace poco tiempo con la idea de reflotar los viajes… y no sé en qué quedó todo eso.

Volviendo a ese día, un amigo experto en comunicaciones electrónicas me dijo que él no se atrevía a pronunciarse por la veracidad o no del viaje, pero sí afirmaba que, para que llegase desde la Luna semejante transmisión contando la tecnología de la época, habría hecho falta una antena parabólica de respetables dimensiones y no la triste palangana que se puede ver en las fotos.

Eso ya, sin definir del todo, inclina la balanza hacia una puesta en escena por motivos de política internacional.

Aun así, hay a través de Internet una serie de videos cuya veracidad pongo en duda, con todo lo que la duda implica: La probabilidad de que sea verdad o no lo que se muestra.

 

 

Lo verdaderamente falso

 

Uno de los videos que circula ostenta el título de «Video Secreto de la NASA» y muestra la supuesta llegada de Armstrong y Aldrin a un complejo en ruinas en la Luna, que habría estado detrás de la cámara que habría filmado oficialmente el arribo.

En ese video se ve a un astronauta (¿Aldrin?) revisando las ruinas de lo que debería ser un enorme galpón sin techo, lleno de escombros, con aberturas para puertas, ventanas y dependencias interiores, algunas de las cuales conservan los marcos, no así las hojas.

Ahora bien: ¿Por qué este video es visiblemente falso?

Supuestamente la cámara estaría en el pecho del otro astronauta (¿Armstrong?), quien se desplazaría por el interior del lugar, tomando a veces la imagen de su colega.

Si hubiese sido real, la imagen habría revelado el bamboleo de la cámara coincidente con los saltos del astronauta portador, no el desplazamiento fluido que tiene.

Desde hace algunos años existe el «Steady cam», un dispositivo que permite ese tipo de movimiento en las cámaras, pero en aquel momento no existía. Lo único que se había logrado era un soporte para ametralladora que se estaba usando en Vietnam, para que el primer combatiente que saltase del helicóptero pudiese cubrir el descenso de los demás.

Asimismo, los equipos de video portátiles tampoco se habían desarrollado. Fue también gracias a la guerra de Vietnam que se comenzaron a fabricar artilugios de filmación más livianos, ya que los corresponsales a veces se encontraban bajo fuego enemigo y, para poder huir con mayor velocidad, debían abandonar los pesados mamotretos que se usaban por entonces.

Pero nada de eso pudo haberse llevado a la Luna en ese momento. Por todas esas causas, yo afirmo que tal video es una falsificación, tal vez realizada en animación 3D y respetando a ultranza el estilo visual del primitivo «alunizaje».

 

 

Lo verdaderamente dudoso

 

Otro video habla de una expedición desconocida a la Luna, posterior a la última Apollo oficial, en conjunto con la Unión Soviética, para el rescate o investigación del supuesto naufragio milenario de una nave extraterrestre.

En las proximidades del pecio espacial habrían encontrado una sepultura de la cual habrían exhumado un humanoide de rasgos delicados, asombrosamente conservado (perdón por la cacofonía) y con unos apliques en su rostro presuntamente ceremoniales.

A éste ya no me atrevo a llamarlo falso, pero tampoco afirmo su veracidad. Tampoco me atrevo con fotos y afirmaciones que muestran supuestas estructuras en la Luna de origen artificial.

En suma, dudas que dejan lugar a todas las especulaciones posibles.

Pero si de misterios se trata, es el Planeta Rojo quien se lleva la palma.

 

 

La Mancha de Humedad

 

Juana de Ibarbourou, en su libro «Chico Carlo» tiene un capítulo con ese título. Hace referencia a una mancha de humedad que hay en su habitación, sobre la cual fantasea y encuentra en sus formas castillos, paisajes, personajes fantásticos y todo tipo de referencias al imaginario de la niña que fue.

Imágenes y videos sobre Marte que aparecen en Internet atribuyen su origen al libre acceso a las imágenes de la NASA. Éstas, a su vez, vienen de los satélites en órbita y de los vehículos automáticos que transitan por el suelo marciano.

Estas imágenes se difunden señalando particularidades que, según el origen, podrían ser ciudades en ruinas (o no), vegetaciones, construcciones, bocas de acceso a subterráneos, restos de artefactos abandonados… incluso la imagen difusa de un probable humanoide en fuga.

Algunos de los autores de la puesta en Internet confiesan haber manipulado las imágenes, pero sólo incrementando el contraste y cambiando los tonos para que las supuestas estructuras, invisibles en el color original, se pongan en evidencia.

Y entonces yo me pregunto: ¿Son realmente estructuras puestas en evidencia por la tecnología o son el resultado, tal vez involuntario, de esa manipulación sobre la foto real de un desierto? ¿Vemos lo que realmente hay, de forma muy difusa, o vemos lo que el autor quiere ver y nos induce a ello?

En el capítulo de «Cosmos» correspondiente a Marte, Carl Sagan mostraba fotos satelitales de la Tierra y podía verse que en New York y otros lugares poblados no se evidenciaban señales de civilización. A su vez mencionaba que la palabra que Giovanni Sciaparelli (1835 – 1910) usó, «canalli» que significaría «estrías» en italiano, fue interpretada por Percival Lowell (1865 – 1916) como «channels» (canales). El resto lo hizo su imaginación trabajando a través de un telescopio imperfecto.

Como las imágenes que la niña Juana de Ibarbourou veía en su mancha de humedad.

Atención: No creo que sea una falsificación deliberada como en el «Video Secreto» de la ruina lunar, sino un afán, tanto de Lowell como de los autores de los videos, por encontrar cosas que pueden estar o no.

Tampoco pretendo desmitificar como falsas todas las imágenes e hipótesis que se barajan. Sólo quiero colocar el tema en el terreno de la duda, un terreno áspero e incómodo, pero el único científicamente admisible.

Aun así, para que no se me tome como un escéptico absoluto, quiero citar algunas cosas tangibles.

 

 

Lo Concreto

 

Roger Bacon (1214 – 1294) anticipó muchos de los artilugios que hoy conocemos, como aviones, buques motorizados, etc. Incluso se cuenta que una horda intentó entrar a su laboratorio para llevarlo a la hoguera, cuando al simple contacto con el picaporte el primero de los agresores comenzó a sentir «mil lanzas clavándose en el cuerpo» y cada uno que a su vez lo tocó sintió lo mismo. ¿Un choque eléctrico?

Jean Marie Arouet, conocido como Voltaire (1694 – 1778) publicó en 1752 su obra «Micromegas» donde hay una descripción de los dos satélites de Marte. También Jonathan Swift (1667 – 1745,) en sus «Viajes de Gulliver», los menciona, incluso dando una aproximación al tamaño de cada uno y el tiempo de sus traslaciones. Pero esos satélites no fueron descubiertos oficialmente sino hasta 1877 por el astrónomo Asaph Hall. ¿Cómo conocían Voltaire y Swift estos datos?

Cabe agregar algo más sobre Swift. La mención a los satélites la hace en el tercer viaje de Gulliver, menos popular que los dos primeros. Se titula «Viaje a Laputa» (¡Sí, se titula así! ¿Y yo qué culpa tengo?) que es, en realidad, una isla voladora. Una enorme estructura artificial del tamaño de una ciudad que se mantiene flotante en el aire sobre una región de la Tierra, gracias a un «imán de diamante» que actúa sólo sobre esa zona.

Si bien la cualidad magnética de rechazo de polos iguales ya se conocía, resulta sorprendente que Swift elucubre la posibilidad de volar en base a ese sistema, lo que hoy se conoce como antigravedad todavía a nivel teórico. Sólo en 1783 los hermanos Montgolfier harían su primer vuelo en globo y Swift había muerto.

Algo más de ese viaje: Gulliver visita la Academia de Lagado, donde se realizan experimentos estrambóticos. Si bien se dice que Swift buscaba burlarse de la Academia dirigida por Newton, sorprende leer la descripción de una «máquina de escritura» que dispone palabras en forma aleatoria en un gran panel. Una descripción demasiado parecida a un gran ordenador de primera generación. ¿De dónde sacó Swift esas ideas?

Todo ese viaje tiene su miga para analizar.

Y por último, un dato contemporáneo. Una foto real de Marte, tomada por uno de los satélites enviados desde la Tierra, muestra el Valles Marineris, en uno de cuyos extremos está el Monte Olimpo. Accidentes geográficos enormes, mayores que cualquiera de la Tierra… pero invisibles desde los telescopios locales. Sólo los satélites los pusieron en evidencia.

No hace falta ser muy entendido para darse cuenta que estamos frente a un «raspón». Algo rozó Marte en una fecha desconocida, causando un desastre global que, tal vez, haya acabado con una hipotética civilización.

 

 

Una hipótesis personal

 

No pretendo endiosar ni desbancar a Erich Von Däniken, pero debo admitir que las hipótesis que él plantea (no sus conclusiones) merecen ser miradas con algo de atención.

Hay construcciones arcaicas atribuidas a civilizaciones perdidas que, vistas desde la ingeniería de hoy, presentan serios desafíos. Muchas de ellas son todavía imposibles de reproducir. El traslado del templo de Abu Simbel cuando se construyó la represa de Asuán es una muestra de eso.

Entonces mi hipótesis personal es apenas un grupo de preguntas que no tienen respuesta.

Al menos, yo no las tengo.

¿Hubo una civilización en Marte que fue destruida cuando el gran «raspón»?

¿Entró esa civilización en contacto «extraoficial» con la Tierra, antes de su destrucción, al menos con algunos «elegidos»?

¿Sobrevivió algo de esa civilización tras el desastre?

Si así fuese: ¿Persiste el contacto con la Tierra o se extinguió entonces?

Son preguntas que no puedo responder. No obstante, procuro no dejarme llevar por el desconcierto y unirme a los «cultos platillistas». Para profetas, prefiero los terrestres lúcidos.

 

 

Conclusiones

 

Recuerdo que en «Crónicas Marcianas» Ray Bradbury describe la siguiente escena: Un grupo de militares norteamericanos está en las ruinas de una ciudad marciana y uno de ellos se divierte destrozando a tiros las molduras de un edificio, hasta que su superior le baja los dientes de un golpe.

La nariz de la Esfinge de Ghizeh no existe porque los soldados turcos también la usaron de tiro al blanco. También, durante mucho tiempo, estuvo de moda tomar piedras de la cima de la Gran Pirámide de Keops y tirarlas hacia abajo… por diversión.

Y durante la Guerra del Golfo, las tropas norteamericanas, por acción o por omisión, causaron destrozos no sólo en ruinas históricas sino también en el mismo Museo de Bagdad, donde se perdieron documentos y objetos importantísimos de la primera historia humana.

Y ellos, los norteamericanos, serán los que irán, si lo deciden, a Marte en persona.

Dios proteja los restos que existan en el Planeta Rojo. Tal vez ni nos enteremos de su existencia.

 

 

Fernando José Cots Liébanes, escritor, guionista de teatro y cine, cineasta, docente nacido en Córdoba, Argentina, el 1º de Junio de 1950. Es Licenciado en Cinematografía, 1989, recibido en el Departamento de Cine y TV, Escuela de Artes, Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba.

De sus ficciones, hemos publicado en Axxón: QUILINO, CARACOLES, LA NOCHE DE LA RATA, RECHAZO, OBERTURA PARA DIOSES LOCOS, PROCÓNSUL, LA TRAMPA, SI MARTE FALLA, LOS INVASORES DEL SÁBADO, MADUREZ, RADIO MALDITA, LOS APESTADOS DE TANIT, DONACIANO.

También publicamos en Axxón sus artículos LAS MALAS COPIAS, ECOS Y SILENCIOS, EL GRAN HERMANO Y SUS MODELOS REALES y EL TRISTE OFICIO DE WINSTON SMITH.


Axxón 221 – agosto de 2011

Artículo de autor latinoamericano (Artículo : Opinión : Debate: Literatura: Géneros : Ciencia Ficción : Argentina : Argentino).

6 Respuestas a “«Las grandes dudas del Planeta Rojo», Fernando José Cots”
  1. Matías Ramirez dice:

    Creo que es la primera ocasión que en Axxón se publica un artículo de opinión tan alejado de la ciencia, esto parece más bien las elucubraciones de un paranoico que las de un colaborador digno de esta hermosa revista. Axxón mismo se encargó de refutar las estúpidas teorías de conspiración acerca del alunizaje en su artículo http://axxon.com.ar/zap/241/c-Zapping0241.htm. El resto de esta entrada aquí presente no es de mayor calidad que digamos, el mismísimo Johannes Kepler había propuesto la existencia de dos satélites naturales en Marte en base a un razonamiento erróneo, pero no descabellado para su época. En cuanto al valle Marineris, si bien impresionante, no se trata de un «raspón» de un objeto celeste sino que se explica de la misma forma que se explicaría en la Tierra, se trata de una falla tectónica. Por favor señores la pseudociencia está recibiendo más atención de la necesaria, no fomentemos la irracionalidad.

  2. dany dice:

    Hola Matías.

    En mi primer artículo de opinión la ciencia está completamente ausente, más que nada porque allí no es necesaria. Posiblemente este sea un caso similar, un ejercicio que pasea por aquellos «supuestos» que ya hemos analizado otras veces, y con conclusiones diferentes. Yo no olvido que muchas veces lo que escribimos sirve para disparar ideas ficcionales, no son «papers» con destino de Congreso Científico pues esto, creo, no pretende ser ciencia.

    No invalido tu respuesta, pues no es esa la idea, y desde ya no sólo te agradezco (personalmente, como otro lector) la respuesta, sino también que me recuerdes aquel «Zapping» que enlazaste (¡Qué buenos que están los «Zappings»!). Dejemos que el mismo autor, si lo cree conveniente, defienda su postura o aclare lo que quiera. Después de todo, estas columnas también tienen como función disparar el diálogo entre los lectores.

    Nos escribimos,
    Daniel

  3. Fernando José Cots dice:

    Amigos de Axxon:

    Si se analiza lo que yo escribí, verán que en ningún momento afirmo algo con certeza, salvo la falsedad del «Video Secreto de la NASA».
    Más, en una parte digo que pongo todo en el terreno de la duda, un terreno áspero e incómodo, pero el único científicamente admisible.
    No soy ni seré jamás un abanderado de la seudociencia ni un ansioso de profetas galácticos que nos salven del caos que nosotros mismos, como especie, hemos provocado.
    Para eso, recomiendo ver el filme «Pájaros Volando» de Néstor Montalbano.
    Pero tampoco me encierro en la ortodoxia absoluta y reconozco que muchas cosas que nos entrega la realidad son enigmas insolubles desde la ortodoxia científica y piden plantearse hipótesis audaces.
    Y las hipótesis, todos lo sabemos, no pueden ser tomadas como verdades confirmadas, sino potenciales.
    Un abrazo.-

    Fernando José Cots

  4. Fernando José Cots dice:

    Matías, Daniel y otros:

    Si analizan mi artículo, verán que yo sólo hago una afirmación.
    Afirmo la falsedad del «Video Secreto de la NASA».
    Lo hago desde mi oficio, que lo conozco.

    En cuanto a lo demás, lo expongo como dudoso.
    La duda es, como digo, un terreno incómodo.
    Pero es el único científicamente admisible.

    No soy un devoto de los «cultos platillistas»
    No creo en «profetas galácticos» que vengan a salvarnos del desastre que nuestra especie hizo.

    En cuanto a las teorías de Von Däniken, reconozco que plantean enigmas serios.
    Entre las hipótesis que explicarían los restos arqueológicos estaría la de visitantes extraterrestres.
    Pero tampoco podemos descartar que haya habido una civilización bien terrestre con una tecnología avanzada que haya desaparecido para siempre.
    Són hipótesis, no certezas.
    Ninguna conclusión científica puede basarse en hipótesis que no han sido demostradas.
    Cuando mucho, pueden sugerir una línea de investigación.
    Pero nada más.
    Y afirmarse en la ortodoxia cartesiana negando los enigmas que la realidad entrega, puede ser tan nefasto como fanatizarse con la «realidad» de esas hipótesis.
    Pido mente abierta. Para todo.
    Y recomiendo ver el filme argentino «Pájaros Volando» de Néstor Montalbano.

    Un abrazo a todos.-

    Fernando José Cots

  5. Javier dice:

    Von Däniken et al no plantean ningún enigma serio.

    Tan sólo explotan la ignorancia y la superstición.

    Y por qué no, también explotan cierto racismo velado.

    Considérese: ¿acueductos romanos? ¿Templos griegos? Su origen no se cuestiona. Pero…¿Pirámides egipcias? ¿O mayas? Ahí es cuando se pide «mente abierta», cuando se empieza a defenestrar a la «ciencia oficial», a la «ortodoxia cartesiana», etc.

    El caso es que se cuestiona que los legítimos constructores de esos prodigios arquitectónicos hayan sido los morenitos habitantes de las orillas del Nilo y de América Central. A pesar de toda la abrumadora evidencia arqueológica/antropológica, se prefiere creer que esos «primitivos» no podrían haber logrado la consecución de tales hazañas por sus propios medios. No. Tuvieron que tener la bondadosa «guía» de «superiores» seres extraterrestres (¿quizás blondos de ojos azules?).

    Es tiempo de que dejemos de reciclar basura intelectual, que sólo sobrevive gracias a las librerías de usados.

    Ah, y como decía el gran Carl Sagan, hipótesis extraordinarias requieren evidencia extraordinaria. O, en otras palabras, el peso de aportar pruebas recae en los que hacen insinuaciones aventuradas.

    Más vale pájaro en mano que cien volando.

    Javier.

  6. Javier dice:

    Von Däniken et al no plantean ningún enigma serio.

    Tan sólo explotan la ignorancia y la superstición.

    Y por qué no, también explotan cierto racismo velado.

    Considérese: ¿Acueductos romanos? ¿Templos griegos? Su origen no se cuestiona. Pero…¿Pirámides egipcias? ¿O mayas? Ahí es cuando se pide «mente abierta», cuando se empieza a defenestrar a la «ciencia oficial», a la «ortodoxia cartesiana», etc.

    El caso es que se invalida (de manera subrepticia) que los legítimos constructores de esos prodigios arquitectónicos hayan sido los morenitos habitantes de las orillas del Nilo y de América Central. A pesar de toda la abrumadora evidencia arqueológica/antropológica, se prefiere creer que esos «primitivos» no podrían haber logrado la consecución de tales hazañas por sus propios medios. No. Tuvieron que tener la bondadosa «guía» de «superiores» seres extraterrestres (¿quizás blondos de ojos azules?).

    Es tiempo de que dejemos de reciclar basura intelectual, que sólo sobrevive gracias a las librerías de usados.

    Ah, y como decía el gran Carl Sagan, hipótesis extraordinarias requieren evidencia extraordinaria. O, en otras palabras, el peso de aportar pruebas recae en los que hacen insinuaciones aventuradas.

    Más vale pájaro en mano que cien volando.

    Javier.

  7.  
Deja una Respuesta