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¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 

Archivo de enero 2012

ESPAÑA

 

[INICIANDO ARCHIVO…]

1.0

0’D3TTA.

 

Era una chica mala en una nave veloz que dejaba ardiendo el espacio. ¿Mala? Eso es poco para la mayor criminal de cinco sistemas, la más buscada de diez galaxias, la mujer considerada el diablo en treinta civilizaciones y la extraña que había dado nombre a un nuevo término que era mil veces peor que «malo»: «o’detta». Ella era 0’D3tta Spidlâig y era una psicópata que huía, por primera vez en su vida.

¿Por qué? Si quieres saberlo, sigue procesando.

0’D3tta había robado un biplaza del sector Akaelandres[1]. Había lanzado de una patada a su piloto, un ricachón con cara de pez y que apestaba a langosta. Si 0’D3tta hubiera estado bien, lo habría metido en un océano de Konkas y lo hubiera hecho hervir (con un rayo calorífico de cualquier estación de combate) para comérselo como primer plato.

Pero eso es importante: 0’D3tta había dejado de estar bien (entendiéndose como matar a gente a sangre fría, destrozar planetas y delinquir con la facilidad con la que respiraba por sus branquias).

0’D3tta tenía problemas, de verdad, por primera vez en su vida de novecientos soles y cuatro mil lunas.

 

 

2.0

STAPXIES 7.

 

Era un orondo veinuseano, es decir, un cuatro ojos (literalmente), y odiaba su curro. Vendía estrellas moribundas (un aperitivo tan dulce que podía dejarte sin dientes durante diez vidas futuras y aún así seguirías enganchado a él, como un poseso). Stapxies 7 no las hacía mal, no servía mal, pero no era extraordinario. ¡Por las medusas de Clastos Bera! Él quería ser veterinario de molianos, ¡no vendedor ambulante! ¡Maldita sea!

Su padre, al morir, con su fama de El Mejor Forjador de Estrellas Moribundas, le había colocado una cadena a los diez tobillos de su hijo, una pesada carga con forma de puesto espacio-temporal de comida (un carrito de cuatro propulsores que flotaba cerca de la Nebulosa Cysnep[2]).

Stapxies 7 se pasaba el día soñando que escaparía de todo aquello y sería un veinuseano feliz…

O eso creía.

—Odio mi vida —recitaba siempre.

 

 

3.0

TRILL-&-EERAN.

 

Trill era un tipo simpático. Había ganado todos los concursos de chistes del trabajo. Le gustaba hacer lo que hacía y siempre lucía una sonrisa satisfecha en sus cinco fauces, sobre sus ojos de colmena. Cada vez que tenía algo que decir, su piel relucía con el verde anaranjado de la alegría.

Eeran no era el ejemplo de risueño. Pocos, en el oficio, lo conocían. Deseaba marcharse y fundar algún tipo de… Algo, no sabía qué, simplemente algo. Cada vez que pensaba en escapar, las siete antenas de su cabeza se sonrojaban diciéndole (sí, diciéndole, no es una metáfora): «No seas ridículo…Cambio y corto».

Trill y Eeran se conocían a la fuerza. Para ser más exactos, a la fuerza de los cuellos que lo unían a un solo cuerpo. Era un bicéfalo esquizofrénico, algo muy común en aquel vórtice de la Galaxia.

De pronto, la radio, con navaja láser y gominolas incorporadas, dijo:

«Peligrosa sospechosa 0’D3tta vista en el código drubar, vector 0894 y…»

—No deberías apagarla, Trill…

—Venga ya, ¡hoy es 9,5 de 0292! ¡Es el tiempo de las bromas pesadas! ¿Una prisionera tipo o’detta? ¡Ya podrían haber dicho 0’D3tta en persona si querían gastarnos una broma! ¿Cuándo aprenderán del mejor? ¿Es decir, de mí? ¡Ja!

—Trill. Quiero morirme…

—Bah…

Pusieron las luces, el sonido y las vibraciones. Ellos, los agentes de la autoridad de aquel sector, aceleraron con su pequeño buque de ocho velas de colores invisibles.

 

 

4.0

0’D3TTA,

de nuevo.

 

Necesitaba hacerlo, pero debía pasar desapercibida. Sí, ella, que se había cargado un sistema solar por mirarla mal. Efectivamente, ella, que había amenazado con destruir el universo para no aburrirse durante un fin de época. ¡Claro que ella, que había dado un nuevo sentido a la maldad en carne, hueso y ancas!

Los galeones espaciales circulaban con cierta desesperación. Estaban volviendo a casa por la horrible astropista. En aquel abismo de gentuza, estaba 0’D3tta, nerviosa, ¡era la primera vez que no volaba con torpedos un atasco! ¡No se reconocía!

La psicópata se rascó su pelo verdoso, buscando una solución para su problema. ¿Problema? No, «problema» había sido escapar del ejército de tres lunas, «problema» era haber creado cuatro nuevas enfermedades mientras se pintaba las uñas, «problema» era ser una de las mujeres más buscadas del universo. El problema que tenía ahora era EL PROBLEMA.

Entonces fue cuando apareció, como una señal divina de los dioses del uno y el cero («que malditos sean», ya de paso, se dijo). A un lado, halló un pequeño puesto de estrellas moribundas. Aquello en la lengua bífida de 0’D3tta se traducía de la siguiente manera: «Comida… Ñam, ñam».

No era una solución, era LA SOLUCIÓN.

Pero no podía pararse en seco, porque el semáforo temporal les obligaba a continuar. Tampoco podía dejar de pararse y comer algo. ¿Qué haría?

Supo que aquel garito flotante era su única esperanza.

No podía llamar la atención si quería seguir adelante.

Solo esperaba que la policía no fuera alertada por detenerse y empezase una persecución que, tal vez, no pudiese ganar.

 

 

5.0

STAPXIES 7,

otra vez.

 

Un biplaza, algo destartalado, se paró a su lado en doble fila. Los lanzamientos de ondas (como queja) no se hicieron esperar de parte de otras naves que debían frenar por culpa de aquella inconsciente. Stapxies 7 sacó su cabeza con forma de cuadrado para atender a la loca antes de que el jaleo fuese a más[3].

—¿En qué puedo servirla, yonqui del azúcar lumínico?

—Dame todas las estrellas moribundas que tengas…

—Su precio es de…

—Que me las des, larva fecal.

Stapxies se hubiera callado de cualquier manera, no era muy valiente. Que la tipa de pelo verde le apuntase con una pistola capaz de demoler sus moléculas fue sólo un incentivo. Stapxies empezó a levitar diez inmensas bolsas.

—Para ya, larva —ordenó ella, abriendo la parte de atrás del biplaza para que Stapxies metiese el alimento—. ¡Ponlas ahí, larva cabezona! ¡Date prisa o te convierto en polvo de estrella, tío! ¿Entiendes, cerebro de larva?

El pobre Stapxies 7 lo hizo todo lo rápido que pudo, mientras pensaba que la vida era un asco, que ojalá estuviera muerto y aquella cipurta de Galntex-VI igual[4]. Deseaba ardientemente, nunca mejor dicho, que tres mil asteroides les fulminasen a todos y erradicasen la mancha de vida del universo…

Y entonces escuchó una risita venida desde el asiento del copiloto.

Stapxies 7 retrocedió cuando había dejado todas las estrellas moribundas y la tipeja cerraba ya la parte del maletero.

—Gracias —dijo la piloto, algo que no sólo sorprendió a Stapxies 7—. JODER, ¿HE DICHO «GRACIAS»? ¿QUÉ NARICES MOCOSAS ME PASA, HOSTIAS?

La mujer suspiró. Algo brillante salió entonces del asiento de copiloto y cayó dentro del puesto.

—¡Tú deja ya de jugar con las armas de mamá! —gritó la astropsicópata, mientras arrancaba. Los vehículos de atrás parecieron alegrarse de proseguir su camino (¡por fin!).

Stapxies 7 no se puso a meditar en qué era lo que había tirado el copiloto al interior de su puesto, sino en qué era el copiloto.

La risita había sido de un bebé (lleno de tatuajes de mil colores y con diez cuernos en torno a la cabeza, pero bebé al fin y al cabo). ¿Aquella tipa había secuestrado a un chiquillo o era su renacuajo? No supo pensar qué era mejor.

Stapxies se acarició las protuberancias de las axilas con gesto pensativo.

0’D3tta se maldijo.

Había visto algo…

Detrás de ella, había un transporte de vigilancia adelantando peligrosamente al resto del tráfico. ¡0’D3tta había sido vista por los maderos!

La genocida universal la había fastidiado más que nunca antes en su vida, incluso cuando destrozó los huevos de los androides clónicos y amenazaron con ejecutarla o se cargó la ensaladera de la Primera Dama/Señor de Pentus e intentaron matarla (recalquemos, queridos procesadores, el término: «intentaron» ). Aquello era infinitamente peor.

 

 

6.0

TRILL-&-EERAN

se repiten.

 

El bote espacial de vigilantes surcó, rápido, las estrellas. Ambos (el único —según la filosofía que tengas sobre los bicéfalos—) agente(s) vieron (vio) el caos que se había formado delante de ellos, porque alguien se había detenido para comprar algo.

—Esa nave me suena de algo, de haberla visto en alguna proyección de buscados o… —musitó Eeran, resoplando—. Pero ¿qué más da? La vida no tiene sentido…

—¡No seas imbécil! ¡Qué casualidad que nos encontrásemos con uno de los buscados! ¿No crees? ¡El universo no sigue el azar, tío! Venga ya, Eeran, nunca hay tanta suerte… ¿Entiendes?

—Ah…

—¡Sé lo que te va a animar!

—¿Un rayo láser en la sien?

—¡COMIDA!

Entonces, Trill empezó a agitar la marca de rumbo e hizo un par de adelantos imposibles. Iban hacia adelante, como la luz excitada.

0’D3tta aceleró temiéndose que fueran tras ella, pero entonces…

El buque policial se detuvo. Así, de repente, ¡en serio!

El largo cuello de griraf de Trill se asomó por la ventanilla superior (la esférica) del vehículo, y escupió:

—Tú, doble ración de ocho panderos, ¡queremos estrellas moribundas!

Ilustración: Tut

Antes de que Stapxies 7 respondiese, Eeran susurró, quejumbroso:

—No me apetecen… Me bajan directamente a las cartucheras del corazón…

—Bah —le respondió Trill y agitó las garras ante Stapxies para que se diera prisa.

Detrás de la policía ahora, nadie se atrevió a lanzar ondas de quejas por tener que esperar de nuevo. Cosas que pasan.

—Agentes, me teletransporto al almacén, que ahora no me quedan.

—Que sea rápido, leñe —dijo Trill, no por el tráfico sino por…—. ¡Porque me muero de hambre! ¡Queremos jalar!

—Yo no…

—¡Cállate, Eeran!

—Vale, joΠtas.

—Sí, mis señores.

En ese momento, Stapxies 7 se dijo (porque a ver quién se lo decía a aquellos cabezas de zorlet con poder): si cuando intentara regresar el puesto ya no estaba, ya fuera por tormentas de iones o solares, sería el ser omnívoro más feliz de los mundos. Emprendería una nueva vida. Por eso Stapxies se subió a la plataforma, insertó las coordenadas y sonrió de forma leve, pese a que el segurita de la Galaxia sacaba una de sus nueve manos anfibias para simular que eran armas y dispararle invisiblemente (solo porque le pareció divertido).

Entonces, fue cuando el alienígena que vendía estrellas moribundas lo supo: «No volveré si no está este maldito garito. Me lo juro, me lo juro por los dioses cefalópodos de la quinta dimensión».

—¡QUEREMOS JALAR!

—Quiero morirme…

—¡BAH!

Curiosamente, cuando Stapxies 7 intentaba volver, hubo interferencias y ya no recibió más las coordenadas de su puesto. ¿Había sido destruido?

Fue el día más feliz de la vida parasitaria de Stapxies 7.

Eso fue 10,5 U-sigmes después de que…

 

 

7.0

PRIS TIX

 

Después del hecho que lo cambió todo.

10,5 U-sigmes antes…

Era un bebé. Algo rechoncho, pero los tatuajes eléctricos de numerosos colores y la corona de cuernos le daban buen aspecto (por no mencionar los ojazos brillantes, de tonalidad fosforescente).

Y no, no era una niña secuestrada por la lunática o’detta de 0’D3tta, no.

Era su propia hija.

Y no, 0’D3tta no sabía cómo había caído tan bajo (hasta el inframundo) y no tenía tiempo para saberlo, porque había mil preguntas más que responder: ¿quería ser una madre, una madre asesina, una madre ama de casa o dar a la chiquilla en adopción? ¿Qué iba a hacer?

—Hey, bichejo, ¿qué tengo que ser? ¿Eh? —preguntó 0’D3tta, pero la criatura sólo hacía burbujas con el brillo de la estrella moribunda que se acababa de chascar con sus colmillos—. Venga, que te acabo de salvar de morir de hambre. Estás en deuda conmigo. ¡Dispara, nena! ¡Y deja de tocar ya las muñequeras de mamá! ¡Llevo unas malditas granadas que podrían salir y activarse para en cinco minutos hacer «boom» —la niña rió—, y sería…!

Entonces, 0’D3tta pensó en algo.

Se dio cuenta de un suceso ocurrido del que no se había percatado al principio.

0’D3tta miró a su cría y rió:

—¡Peque, eres digna de tu madre! Deuda saldada, criaja.

Siguió conduciendo, más rápido. Puso bien el retrovisor para ver algo que sucedería tras ella. Activó, durante unos segundos, la velocidad de la luz. La iban a necesitar, porque fue cuando el puesto de estrellas moribundas reventó en mil pedazos junto a una autonave policial.

—Pris Tix, ¿te parece un buen nombre «Pris Tix»? Creo que es un buen nombre para hacernos mafiosas estelares, ¿qué te parece? ¡Espero que no me jubiles, niñata cornuda tatuada!

Pris lanzó una risita llena de halos de luz (por comer estrellas moribundas). Su madre, también, soltó una carcajada… Luego puso cara de asco, tenía que cambiarle el pañal atómico a la pequeñaja. Qué asco.

Y ese fue el día en que Pris Tix, el monstruo de mil universos, recibió su nombre, que significaba: «Explosión de luz».

Sí, Pris Tix fue una digna hija de su madre 0’D3tta.

 

 

EPÍLOGO

 

La nube explosiva de estrellas moribundas empezó su propia relación amorosa por el universo. No fue, sin embargo, una relación suave como una ola de caramelo en las rocas de Amazan. Fue, más bien, una unión bastante… problemática: se enlazaron, separaron, pidieron el divorcio, lucharon por la custodia de los hijos, tomaron nuevas parejas como moléculas inestables, embarazaron al agua, regresaron en grandes piedras, chuparon luz y vomitaron ondas dentro de agujeros negros…

A todo esto, llegaron lejos, muy lejos, entre un montón de piedras que empezaron a unirse en torno a ellas. Eso encolerizó al dulce más dulce, según la Enciclopedia Galáctica A-Damz. Entonces estalló en llamas y las piedras idiotas emprendieron la danza de adoración con un nuevo dios que no les hacía caso, así que crecieron hasta tomar masa para llamarle la atención y, luego, engordaron, cambiaron y enflaquecieron, por el disgusto de un amante tan cruel… También hicieron más cosas, tan complicadas que no vienen a cuento.

Fue así como nacieron varios hijos.

Uno de ellos fue la Tierra, por si os llama la atención. Quizás os suene por aquel reality show que se grabó con la vida de sus habitantes hasta que fue cancelado y se erradicó el planeta. ¿No os suena? Vale, a mí tampoco.

No sé si te importa procesarlo, pero deberías saber que para algo este era un archivo de Historia.

En fin, déjate de rollos y que te sea leve la existencia, seas quien seas.

 

[ARCHIVO FINALIZADO].

 

 

 

NOTAS

 

NOTA 1: En Lengua Común, algo así como «No sé su maldito nombre, conquistador que no para de preguntar como se llaman las cosas». [VOLVER]

NOTA 2: Sí, esa donde hay un parque temático con esos dibujitos tan graciosos basados en gérmenes polares. [VOLVER]

NOTA 3: El terrible recuerdo del estallido de la Quinta Guerra Civil Galáctica, que fue muy similar al acontecimiento narrado, estaba muy cercano todavía en el tiempo. [VOLVER]

NOTA 4: A estos pensamientos se les conoce como «ataque de filosofía del moribundo». Su Historia es breve debido a los pocos «practicantes» que han seguido con vida después, como para introducirla en la base de los planetas cerebro. [VOLVER]

 

 

Carlos Javier Eguren Hernández es un joven escritor español que ha participado en varias antologías: CUENTOS SOLIDARIOS «Líneas sin Sombra» 2011, con el relato «Adiós, amiga…(O cómo supe que los días de perro vagabundo se habían terminado)»; NÉMESIS: SANGRE Y ACERO. 2011: Antología sobre fantasía épica coordinada por el escritor Alexis Brito Delgado, con el cuento «Mortimer Mortis Magister (Memorias de un mal mago malo)»(); I ANTOLOGÍA DE RELATOS DE TERROR ALFONSO Z: Antología formada por los ganadores y participantes del concurso de relatos de terror, con el cuento «El cementerio que reía».

Ha colaborado en las revistas SIN NOMBRE (relatos y comentarios de opinión); MÁS LITERATURA, con los relatos «Caso terrícola contra el universo» y «El Tiempo del Predicador» y REVISTA MINATURA #116, con el microrrelato «Rezo al dios del vapor y la miseria».

También realiza colaboraciones en webs de fan-fic AMAZING FICTION y ACTION TALES.

Su blog sobre fantasía, terror, cómics, libros, películas, música, relatos, microrrelatos es «EL ANTRO DE LOS VAMPIROS Y OTROS MONSTRUOS«.

Este es el primer cuento de Carlos que publicamos en Axxón.


Este cuento se vincula temáticamente con CADÍCAMO DEL HIPERESPACIO, de Javier Goffman; LA OPCIÓN QUIRÚRGICA, de Gustavo Bondoni; A CANILLA REGALADA NO HAY QUE MIRARLE EL CUERITO, de Saurio; y BUMPER STICKER Y LA PRINCESA EMPLUMADA y BUMPER STICKER Y LA PIRATA, de Andrés Diplotti.


Axxón 226 – Enero de 2012

Cuento de autor europeo (Cuentos : Fantástico : Ciencia Ficción : Space Opera : Viaje interestelar : Humor : España : Español).