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AXXÓN!
  
 

ARGENTINA


Luis Pestarini

AXXÓN: ¿Por qué Cuásar?

Luis Pestarini: En 1983, cuando comenzaron a aparecer revistas no comerciales dedicadas a la ciencia ficción y la fantasía, como Sinergia y Nuevomundo, sentí que había un espacio grande que no estaba cubierto. Por entonces, apenas se podía leer en español a los autores que, en inglés, estaban gestando una revolución dentro del género. Por otro lado, me parecía que la crítica y el ensayo todavía estaban en manos de aficionados, que había que hacer crítica con más rigor. Y, por último, que no vendría mal ofrecer otro espacio a la literatura escrita en nuestra lengua. No fue sencillo, costó mucho trabajo alcanzar algunos de los parámetros de calidad que nos habíamos fijado. Creo que número tras número Cuásar fue madurando y mejorando y hacia la sexta edición nos acercábamos bastante a lo que queríamos. Por entonces publicábamos los primeros cuentos en español de autores como Gibson, Willis, Sterling y Kim Stanley Robinson, junto a autores argentinos y españoles de primer nivel. Ésa fue la génesis de la publicación.

AXXÓN: Respuesta impecable, pero un tanto fría y distante, ¿no? ¿Dijiste 1983? Bueno, je, por esa época eras muy joven —no es que ya seas veterano—. Así que me imagino a un Luisito soñador. Y eso me interesa de la pregunta: la parte del corazón, de los sueños. Y ya que estamos en ciencia ficción, viajá a 1983 y dejá salir al Luis de aquellos tiempos.

LP: 1983 fue un año muy particular, como todos sabemos. Después de una época muy oscura volvió la democracia, una democracia limitada en muchos aspectos pero que permitió la aparición de varios fenómenos culturales, entre ellos el fandom de ciencia ficción, caldo de cultivo para las revistas. Yo tenía 21 años cuando publicamos el primer número de Cuásar y, más que soñador, era bastante inconsciente y obcecado. Y también muy apasionado, porque era muy complejo sacar una revista, no tenía recursos económicos, no tenía experiencia, todo lo hicimos muy a pulmón. La diagramación se hacía con una mesa, una tijera y plasticola, nada de programas ni computadoras. Después de los primeros dos números, que hicimos en una imprenta llevando los originales ya armados, por una cuestión de costos imprimimos el interior en una casa de fotoduplicación, en otra las tapas color, llevaba todo a cortar a otro lugar y luego lo encuadernaba con una máquina que anillaba. Más tarde, en lugar de anillar, aprendí a encolar el lomo yo mismo, luego lo llevaba a una imprenta a guillotinar los bordes. Así se hizo Cuásar en un principio. Nunca me vi, ni ahora ni entonces, como un soñador: había mucho trabajo detrás de cada número, mío y de todo un equipo de gente talentosa y generosa.

AXXÓN: Perdón de antemano, pero si no eras un soñador ¿qué eras? ¿Un comerciante buscando rédito? ¿Un apostador poniendo unos cobres en un proyecto que podría devenir en una poderosa editorial? Perdoname, Luis, pero no puedo «verte» en esos inicios sin el corazón en una mano y la revista en la otra. Por favor no te ofendas, posiblemente sea mi sentimentalismo tano que me lleva por esos caminos. Volviendo a la revista: ¿cómo conocías a los escritores por aquella época? Porque ahora con Internet todo es más fácil.

LP: Es cierto, con Internet todo es más fácil. Para los dos primeros números contactamos a los autores de diversas maneras: por carta, por teléfono y, por supuesto, a través del entonces burbujeante Círculo Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía (CACyF). En las reuniones semanales, que podían llegar a juntar cincuenta personas, había un clima de nueva época, se acercaban muchos escritores, algunos tenían una extensa obra inédita de mucha calidad, otros estaban haciendo sus primeros intentos de publicar. Una convocatoria de Sergio Gaut vel Hartman a través de El Péndulo permitió la conformación del CACyF, donde se juntaron escritores, editores, ensayistas, mucha gente joven con ganas de hacer cosas.

AXXÓN: Je, je, esa «mucha gente joven» ahora pasó a ser veterana. ¿Qué pasó, no hubo recambio?

LP: Creo que en los ’80 se alcanzó una masa crítica que, por diversos factores, no pudo ser reiterada. En los últimos diez años volvieron a aparecer voces nuevas con cada vez más frecuencia. Para Terra Nova, la antología que preparé junto a Mariano Villarreal, recibimos casi 200 cuentos inéditos y la mayoría de los autores argentinos (36) eran desconocidos para mí. Puede que haya algo subterráneo que está a la espera de estallar en la superficie, como un géiser.

AXXÓN: ¿Qué distancia hay entre un escritor de habla inglesa y un hispanoparlante?

LP: Hay más escritores anglosajones que pueden vivir de lo que escriben porque hay más lugares donde publicar, pero que nadie piense que tienen todo resuelto. Son pocos los escritores iberoamericanos, en cualquier rama de la literatura, que pueden vivir de lo que escriben. No sé si es bueno o es malo porque, por un lado, vivir de la escritura te condiciona a producir en cantidad y respondiendo a ciertos parámetros comerciales; por otro lado, si no vivís de la escritura, se convierte en una actividad secundaria en la vida de un escritor. En el mundo anglosajón muchos escritores de calidad, para sobrevivir, terminan escribiendo novelizaciones o libros por encargo. Una vez le pregunté a Haldeman por qué había escrito dos novelas de «Star Trek» y me respondió que firmó el contrato en un mal momento económico, que luego se había arrepentido y quiso recomprar el contrato (una forma de rescindir) y que la editorial no aceptó. Por eso, es difícil decir qué es lo mejor. Tanto allá como acá hay muchos escritores de valía, incluso algunos que supieron conocer cierto éxito, que murieron en la miseria.

AXXÓN: Si estuviésemos hablando de cine, diría que el dinero hace la diferencia. Pero en el caso de los escritores es solo un chabón enfrente a una pantalla. Y por más cara que sea una pantalla, todavía no escribe sola.

¿Cómo puedo entender que un escritor de habla inglesa tenga más ventas que uno de estas pampas? Me imagino que no debe haber una sola razón, ¿no?

LP: Primero, una observación: la herramienta de trabajo del escritor no es la computadora sino su cabeza. Aquí y en Estados Unidos. Y si no tiene dinero para comer, para resolver problemas de salud, problemas familiares, de todo tipo, el esfuerzo para que funcione bien cuando escribe es mucho mayor. El dinero a veces también hace la diferencia en este caso.

Sobre la pregunta en sí, supongo que te referís a ventas en nuestro país, y a escritores de ciencia ficción. Creo que ese fenómeno se extinguió en los ’90: lo que se vende más o menos bien, en el campo de la literatura, es cierta ciencia ficción, no importa la nacionalidad del autor, que no aparece rotulada como tal. En las grandes librerías se pueden ver pilas de ejemplares de La chica mecánica, de Paolo Bacigalupi, que ganó el premio Hugo, y por ningún lado se lee la expresión ciencia ficción. Y está muy bien que sea así, porque lo importante es que se lea si el libro es bueno, no indicar su género de pertenencia. Kryptonita, de Leonardo Oyola, fue elegida como mejor libro argentino de 2011. Es una novela de ciencia ficción pero no lo dice por ningún lado. El mercado del libro en Argentina no soporta un nicho tan chico como el de la ciencia ficción, entonces los libros se venden por fuera de él, aunque sean el mismo producto.

AXXON: En una época se decía que no podía haber ciencia ficción latinoamericana (ni rock en castellano). Si bien ahora hay ciencia ficción latina, creo que se tratan temas diferentes, ¿no?

LP: Es difícil hablar de ciencia ficción latinoamericana como algo homogéneo, más allá de que tenemos una lengua común. Por otro lado, hay que tratar de evitar la simplificación de pensar en este género como algo fácilmente escindible del resto de la literatura, en particular en países como los nuestros donde poco o nada se ha conformado como una categoría editorial. Un rasgo que se puede detectar con cierta reiteración es la tendencia a emplear los elementos más superficiales del género (el futuro como exposición de maravillas tecnológicas, por ejemplo) sin llevarlos más allá.

AXXÓN: O sea que la ciencia ficción se cuela en el bocho de la gente sin que esa misma gente se dé cuenta. ¡Magnífico! No lo sabía, gracias por aclarar. ¿A vos qué te gusta publicar en Cuásar? ¿Te varió el gusto desde 1983?


Tapa de Cuásar 52

LP: Yo no diría que la CF se cuela sin que la gente se dé cuenta, simplemente ya está instalada como parte del menú cultural. Las etiquetas se están desvaneciendo, por suerte.

¿Qué me gusta publicar en Cuásar? Primero, no hay que pensar en la revista como una acumulación de contenido: tengo cinco cuentos que me gustan, dos artículos, plín caja, cerramos el número. Trato de mantener cierto equilibrio entre distintos tipos de relatos. Por ejemplo, me gusta combinar cuentos que trabajen fuerte una idea novedosa con otros que lo hagan con situaciones o personajes. Y prefiero que lo literario no quede subordinado al contenido de ciencia ficción. También trato de estar muy atento a los nuevos autores, tanto de aquí como anglosajones, que muchas veces demoran años en encontrar un espacio para publicar. No me interesa la ciencia ficción de aventuras, ni la que sólo gira en torno a algún gadget.

En cuanto a si me varió el gusto desde 1983, es natural una evolución hacia una literatura más madura, sofisticada, porque salvo casos excepcionales, entre los 21 y los 50 años la visión del mundo, de las relaciones humanas y de la vida misma se transforma. ¿A quién no le ha pasado releer libros treinta años después y sentir una profunda desilusión, mezclada con culpa y conmiseración? La literatura de cualquier tipo, pero en particular la ciencia ficción, está muy anclada al período de madurez del lector para alcanzar cierto disfrute. Hay libros que, cuando los leí a los 20 años me parecieron complejos, multidimensionales, y ahora los veo ramplones. Pero pasé muy buenos momentos con esos libros, los añoro y desde hace un tiempo decidí no intentar relecturas que terminen ensombreciendo el recuerdo.

AXXÓN: ¿Para llevar una revista adelante es necesario ser escritor?

LP: Para dirigir una revista literaria es necesario saber de literatura en el sentido más amplio, y si es una revista literaria de ciencia ficción, hay que agregar el plus del conocimiento del género. Por supuesto que estos atributos no alcanzan, pero me parece que no es una buena señal que un escritor dirija una revista de literatura porque eso implica que debe generarse él mismo el espacio para difundir su obra y, por otro lado, la tarea de llevar adelante una revista le restará tiempo a su escritura. Claro que esto parece estar planteado en las tierras de Utopía porque, de hecho, la mayoría de los directores de revistas literarias son escritores. Y hay algunos muy buenos.

AXXÓN: ¿Qué relación hay entre Cuásar y Axxón?

LP: Las relaciones entre ambas revistas son múltiples y se dan en distintos niveles: desde compartir colaboradores hasta cierta coincidencia general en los gustos literarios entre Eduardo y yo. De alguna manera, me las imagino como dos publicaciones veteranas de muchas batallas —léase crisis económicas, vaivenes personales, etc.— que no necesitan un contacto muy explícito, como si se pudieran reconocer con gestos que son invisibles para la mayoría de los lectores. Claro que ésta es una apreciación muy personal porque ni Axxón ni Cuásar son entes vivos sino productos culturales realizados por un colectivo vinculado a la ciencia ficción y la fantasía.

AXXÓN: ¿Te imaginás una Axxón sin Carletti y una Cuásar sin Pestarini?

LP: Bueno, si mi memoria no me falla hubo un período de Axxón sin Eduardo. Pero tanto Axxón como Cuásar son propuestas muy ligadas al esfuerzo personal, cotidiano, de sus editores. A mí me encantaría que Cuásar pudiera continuar su andadura sin mi presencia, pero la verdad es que no lo veo posible, al menos en este momento. De todos modos, habría que preguntarles a los lectores cómo se imaginan que podría ser la revista sin mí. Yo siempre traté de que la revista fuera lo más «neutra» posible en cuanto a no parecer un medio de publicación de escritos míos, ni de expresión de mis opiniones, al menos no más que la de otros colaboradores, y creo que eso se nota.

AXXÓN: ¿Qué le sugerirías a un joven de 21 años que desea ser editor, montar su propia editorial?

LP: Editar formas particulares de la literatura como son la ciencia ficción y la literatura fantástica es algo maravilloso si te apasionan estos géneros. Yo estoy muy agradecido de haber podido hacerlo durante tanto tiempo, ha sido una fuente constante de placer más allá de circunstanciales complicaciones y marchas atrás. Ahora editar es más barato porque está la Web con sus enormes posibilidades, y cuando digo que es barato no estoy diciendo que sea gratis sino que es más económico que hacerlo en papel, y tiene mucho mayor alcance.

Hay algunos consejos sencillos y de puro sentido común. Por ejemplo, tener en claro a qué tipo de lector está dirigida la publicación (sea impresa o digital) y cómo se puede promocionar entre esos lectores. Yo no creo que una revista sea una mera acumulación de contenidos, hay que establecer líneas editoriales y aplicarlas con rigor. Hay que balancear relatos y ensayos: por ejemplo, si tengo tres relatos dramáticos y dos livianos, intercalarlos. También si contamos con historias con temas parecidos, tratar de no publicarlas en un mismo número. Son criterios de sentido común. Después hay que hilar mucho más fino, hacer una buena corrección de estilo, un buen diseño. Yo fui muy kamikaze al ponerme a editar a los 21 años, pero hubo dos condiciones que me ayudaron mucho a salir adelante. Por entonces era estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, lo que me permitió tener cierto rigor crítico, y, fundamentalmente, se sumó un equipo de colaboradores mucho más entrenado que yo en el arte de la escritura y la crítica. De todos modos, si hoy tuviera que evaluar los primeros números de Cuásar, seguramente les pondría un aplazo, pero por suerte tuvimos fuerzas para superar esa etapa.

AXXÓN: Me quedó picando un asunto en el área: ¿es degradante escribir novelas de Star Trek?

LP: No, por supuesto. Pero artísticamente un escritor que trabaja para una franquicia está muy limitado, no puede jugarse mucho, ya tiene las psicologías de los personajes armadas, hay ciertas cosas que no se pueden hacer y otras que tiene que hacer… Ahora bien, hay grandes escritores que escribieron para franquicias o hicieron libros por encargo, y algunos han salido muy bien.

AXXÓN: ¿Qué «necesita» un escritor para publicar en Cuásar?

LP: La respuesta más sencilla es que un cuento le tiene que gustar al editor, o sea a mí. Y por supuesto al decir esto lo que afirmo es que siempre juegan en la selección una serie de subjetividades que no pueden manifestarse como «criterios de selección» de manera palpable. Por otra parte, lo que siempre me gratificó de la ciencia ficción es su capacidad de subvertir lo establecido como verdad, ya sea una cuestión social o científica. Su capacidad de especular sobre hipótesis que —al menos por ahora— sólo se pueden contemplar desde el terreno de la imaginación y profundizar estas hipótesis con las tensiones dramáticas y morales que podría provocar. Doy un ejemplo para que quede más claro (es el ejemplo que ofrezco siempre): «Aprendiendo a ser yo» de Greg Egan. En el futuro a todos los individuos al nacer les implantan un dispositivo en el cerebro que va almacenando sensaciones, pensamientos, emociones, en fin, todo lo que pasa por ese órgano, hasta que cerca de los cuarenta años este dispositivo reemplaza al cerebro. Ésa es la hipótesis o planteo. El protagonista alcanzó la edad del reemplazo, que es voluntario, y se cuestiona si él va a seguir siendo él mismo o se va a convertir en una suerte de autómata autoconsciente. La indagación filosófica que plantea la historia —¿quées el hombre? ¿qué nos hace humanos?— es milenaria, pero la aproximación es completamente renovadora. Ojalá hubiera muchos cuentos así, son los que más atractivos me resultan para publicar.

AXXÓN: ¿Cómo ves —en general— la ciencia ficción en la actualidad?

LP: Muy bien, por suerte. Creo que cuanto más lejos está de las listas de best sellers, mejor es la calidad promedio del género. Esto haciendo todas las salvedades del caso. Hay muchos autores de extraordinaria calidad que han comenzado a publicar en los últimos diez o quince años: China Miéville, Paolo Bacigalupi, Ken Liu, Jeffrey Ford, son muchos. También en español. Es un buen momento para la ciencia ficción, ha renovado temas, se ha desprendido del complejo de inferioridad que tenía con relación a la literatura mainstream, ha tomado muchas cosas de otros géneros. Tal vez también tenga que ver que prácticamente ha desaparecido la generación «dorada» de la ciencia ficción anglosajona, sólo están vivos Frederik Pohl y Jack Vance, dos ancianos venerables que ya han cerrado sus carreras literarias.

AXXÓN: ¿Pensás que hay temáticas que se mantienen vigentes desde el inicio del género hasta hoy día? ¿Hay escritores actuales que producen repeticiones de los principios de la ciencia ficción?

LP: Los temas trascienden a la ciencia ficción, aunque el género a veces se los intente apropiar. Por ejemplo, los conflictos que generan las nuevas tecnologías (en todas las épocas hubo «nuevas tecnologías» ) y los avances científicos parecen un tema de la ciencia ficción, pero en rigor es una cuestión que aparece en las artes desde el siglo XVIII, cuando el hombre comienza a ser consciente de que el futuro puede ser distinto a su presente y a su pasado gracias a los cambios tecnológicos. Un ejemplo de temas que atraviesan todas las formas literarias es la condena que sufren los individuos que quebrantan un tabú en una sociedad rígida. Está tanto en La ciudad & la ciudad, una novela reciente de Miéville, como en Dickens. La ciencia ficción ofrece recursos que a veces permiten una mirada distinta a los viejos temas.

AXXÓN: ¿Cuando considerás que un relato queda «mohoso»?

LP: Cuando tiene moho… Un relato envejece mal porque está detenido en la coyuntura en que fue escrito. Por ejemplo, las historias que se detienen en describir una determinada tecnología como el centro de su interés están condenadas de antemano. También puede ser una costumbre social. Hay una obra de teatro que se llama «Los injertados», de Carlos Bertarelli, de los años ’20. En esta obra, ambientada en el futuro, se habla de las consecuencias horribles de la aplicación del Método Voronoff, pero no tenemos ninguna explicación de tan terrible método. Bueno, el Método Voronoff era un injerto de testículo de mono en el testículo de un hombre que le permitía rejuvenecer y recuperar vigor, muy popular entre los hombres adinerados de aquella época. La obra teatral hoy es obsoleta e ininteligible.

Pero en la ciencia ficción en particular hay otra causa de obsolescencia: gran parte de lo que falsamente se llamó «Edad Dorada» (parte de los ’40 y los ’50) está muy mal escrita, con tramas insostenibles y personajes ridículos. Aquellas historias, al lector más maduro y formado le parecerán mohosas.

AXXÓN: ¿Por qué será que las películas de ciencia ficción baten records de recaudación y a los libros identificados como ciencia ficción el «gran público» les raja?

LP: Pero las películas no recaudan mucho porque sean de ciencia ficción… Más allá de su calidad, las producciones industriales de Hollywood prometen una espectacularidad que raramente puede ser puesta en escena en el «mundo real». Ese gran espectáculo sólo puede darse a través de la ciencia ficción o del cine de acción estilo Duro de matar, porque está en su naturaleza mostrar algo increíble, extraordinario, que es el centro de su atractivo. En la literatura este dispositivo o estrategia no tiene sentido, nadie va a leer un libro para ver a extraterrestres persiguiendo y desvaneciendo humanos como en el La guerra de los mundos de Spielberg.

AXXÓN: Una mención a la colección de libros Cuásar.

LP: Fue una experiencia agradable y económicamente muy frustrante. Estoy muy orgulloso de los cinco libros que publicamos, creo que son extraordinarios, sinceramente, pero es muy difícil entrar en el mercado del libro si no tenés cierta estructura. En los últimos tres libros (MacLeod, Swann y Ruggeri), además, tuvimos la colaboración de Daniel Vázquez en el diseño y la ilustración de tapa, de una calidad extraordinaria.

AXXÓN: Antes nos contabas que para sacar un número de Cuásar esperabas a reunir cierta cantidad y calidad de material. ¿Eso es condición excluyente? ¿No trabajás con un plazo límite para la salida de un nuevo número?

LP: Como nos esmeramos en demostrar a lo largo de los años, nuestro límite es el infinito. Hablando en serio, es muy difícil trabajar con plazos con una publicación con tanta variedad de contenidos: cuentos, artículos, traducciones, notas breves, bibliográficas, etc. Además de mis tiempos están los de los colaboradores, cuya única retribución es mi eterno agradecimiento y el reconocimiento de los lectores, pero lamentablemente no los pueden cambiar por efectivo en un banco. Si simplemente publicáramos cuentos sería más fácil cumplir con plazos, más allá de que también implica un enorme esfuerzo, como demuestra Próxima.

AXXÓN: Cómo influyó en la salida de la revista la colección de libros de Cuásar?

LP: Es sencillo: tengo x horas para dedicarle a la edición de ciencia ficción. Cuando no había libros, todas estaban dedicadas a Cuásar, cuando salieron los libros entonces hubo que repartir esa disponibilidad de horas. Corolario: las apariciones de Cuásar se espaciaron.


Los libros de Ediciones Cuásar

AXXÓN: ¿De estos libros, alguno te causó más placer que otro a la hora de publicarlo?

LP: Ah, me estás preguntando a cuál de mis hijos quiero más… Los quiero a todos por igual :-p.

Como te comentaba antes, estoy más satisfecho con los tres últimos, pero no por su contenido sino por el trabajo gráfico que hizo Daniel Vázquez. Sus tapas son extraordinariamente fieles a los textos, pero además tienen una composición y un nivel de detalle que no se ve en ediciones comerciales. Ahora bien, te voy a comentar algo sobre cada libro para resaltar porqué estoy muy satisfecho de haberlos publicado. El primero, que tiene una tapa feúcha, es una colección de tres novelas cortas de Greg Egan, Oceánico. Egan es probablemente el cerebro más complejo de la ciencia ficción en cuanto a especulación, y estas novelas cortas están entre lo mejor de su producción. Aterrizaje de emergencia fue el segundo libro. Budrys es el gran escritor secreto de la ciencia ficción, un maestro cuyas obras de hace medio siglo se pueden leer sin pudor literario. Aterrizaje… es casi un testamento magistral donde entrelaza la historia del siglo veinte con unos náufragos extraterrestres, narrada sin desbordes e hiperrealista. El día del minotauro es una fantasía juguetonamente erótica anclada en la mitología cretense; fue un placer traducirla, disfruté cada página. Ojalá algún día se redescubra a Thomas Burnett Swann, es otro gran escritor olvidado que nos recuerda que las leyes del mercado editorial son muy crueles. Me quedan dos libros. Uno es Las islas del Verano, una colección de tres novelas cortas de Ian MacLeod. MacLeod es un escritor finísimo y sutil; las últimas páginas del libro son de lo más bello y trascendente que leí en el género. El último es El jardín de las delicias, de Paula Ruggeri, el único libro de autor argentino. Más allá de su prosa extraordinaria y su sucesión de situaciones geniales en el infierno, la resolución de lo que significa el infierno es brillante y absolutamente original.

Ya sé que parezco un vendedor tratando de encajar un producto pero yo no publiqué estos libros por sus posibilidades comerciales (más bien lo hice a pesar de sus expectativas comerciales), sino porque me parecieron notables. Estoy orgulloso de haberlos publicado.

AXXÓN: Che, Luis, así, entre nosotros, extraño mucho la Cuásar.

LP: Paciencia, pronto tendremos novedades. Ojo que el pronto es en términos cuasarianos…

AXXÓN: ¿Podés decir algo respecto a otras revistas? ¿Leés alguna, aunque sea esporádicamente?

LP: Sí, claro. Pero mi manera de leer revistas ha cambiado con el tiempo. Antes tomaba una revista y la leía de la primera a la última página, ahora sólo leo lo que parece interesante. Supongo que así se pierden cosas que valen la pena, pero el tiempo es el tirano.

Leo bastante en inglés, donde ha sucedido un proceso interesante en los últimos años: las revistas web son muy competitivas en calidad con relación a las publicaciones impresas. Clarkesworld, Eclipse o Lightspeed son comparables con el Asimov o The Magazine of Fantasy & SF. Y son gratuitas.

En español también leo lo que puedo. Ahora mismo estoy a cargo de la preparación de Fabricantes de sueños, una antología que publica la asociación española de ciencia ficción recopilando lo mejor del año (en este caso de 2011/12), así que estoy leyendo a todo vapor, y también solicitando la colaboración de editores porque es imposible leerlo todo. Como soy hijo de la cultura impresa prefiero leer un cuento en Próxima que uno en Axxón, pero ya me voy a curar…

AXXÓN: ¿Hay algún autor que te hayas quedado con ganas de publicar? ¿Hay algún autor que hoy te resulte interesante?

LP: Me hubiera gustado publicar algo de Fritz Leiber, un escritor que leía con mucho placer, pero prácticamente todo lo de interés está en español. Por supuesto, me hubiera encantado publicar a Bioy Casares, pero, en fin, nuestros tiempos no coincidieron… :-p

Hay muchos, muchísimos autores interesantes, algunos ya los mencioné. La ciencia ficción, aquí y en el primer mundo, está en buen estado de salud.

AXXÓN: Anteriormente nombraste al CACyF, ¿creés que hoy falta algo que cumpla aquella función?

LP: No, no lo creo. Viví muy de adentro la experiencia CACyF y creo que la institucionalización cuando trabajás en tan pequeña escala termina provocando más problemas que soluciones. Tampoco creo que haya que tener un premio anual o algo por el estilo.

AXXÓN: Tengo ahora mismo en mis manos «Terra Nova»[1]. Por ahora tengo leído «El zoo de papel» de Ken Liu, y el extraordinario «Memoria» de Teresa P. Mira de Echeverría. Creo que voy a seguir por el de Víctor Conde. Pero contame un poco cómo nació el proyecto, qué querían lograr y, entre otras cosas, cómo fue la elección definitiva.

LP: El origen habría que preguntárselo a Mariano, porque yo recibí su propuesta desesperada diciéndome que si no aceptaba colaborar en este proyecto de cuentos contemporáneos de ciencia ficción lo iba a archivar (supongo que fui su plan Z). La idea era sencilla, aunque la discutimos y perfeccionamos largamente: una antología de cuentos de ciencia ficción que tratara temas contemporáneos, desde la política hasta la ecología. Fue interesante, y también trabajoso, coordinar los puntos de vista, porque Mariano vive en una sociedad que está pasando una crisis parecida a la que vivimos hace algo más de una década, mientras que nosotros estamos en otra situación. También queríamos brindar espacio a la ciencia ficción hispanoamericana, un espacio nuevo. El proyecto fue bancado con gran generosidad por Rudy Martínez, que publicó el libro en su editorial Spórtula, y ha sido el que más vendió con su sello.

En cuanto a la selección, fue un trabajo arduo y lento. Cada uno leía y proponía los que entendía que pasaban el primer filtro. En algunas ocasiones tuvimos largas argumentaciones a favor y en contra de algunos relatos, pero creo que el libro ha quedado muy bien, el nivel promedio de los relatos está muy por encima de lo que se suele ver en antologías.


Luis y Terra Nova

AXXÓN: Por último, todavía escucho a la mayoría con la cantinela esa de «prefiero una buena idea a un texto bien escrito que no me diga nada». Y yo jamás leí un texto bien escrito que no tenga nada para decir.

LP: Es como vos decís: un texto bien escrito no significa solamente que está bien redactado sino que plantea otras dimensiones como lo dramático, la especulación de ideas. Los cuentos que mencionaste en tu pregunta anterior son un buen ejemplo.

AXXÓN: Bueno, hasta aquí llegamos. La redacción de AXXÓN (y yo especialmente) te agradecemos por cómo te brindaste para esta entrevista. Son tuyas las últimas palabras.

LP: Nada más que agradecer por todo el trabajo que te tomás para llevar adelante estas entrevistas.

Notas

NOTA 1: Terra Nova se vende en forma directa. Ponerse en contacto con Luis Pestarini a través de su mail: cuasar@ciudad.com.ar. También se puede adquirir en la Tertulia de Buenos Aires, todos los primeros sábados de cada mes en el bar «La Alameda», sito en la esquina de Av. de Mayo y Salta, Ciudad de Buenos aires, a partir de las 19 horas (N. de R.)[VOLVER]


Axxón 241 – abril de 2013

4 Respuestas a “«Entrevista a Luis Pestarini», Ricardo Giorno”
  1. Ermanno Fiorucci dice:

    Una entrevista seria, reposada y orientadora. Sin embargo hay un concepto o frase afortunada que comparto… a medias… Incongruente, ¿verdad? “La herramienta de trabajo del escritor no es la computadora sino su cabeza” La discrepancia nace con el concepto de “herramienta”, en cuanto instrumento con que las personas trabajan en las obras de sus oficios… mientras el oficio es la ocupación habitual del escritor… vinculada a su cabeza… Pero la frase me gusta, porque, especulación aparte, luce inteligente. Te felicito Ricardo y mi admiración por la acrisolada voluntad de hacer de Don Pestarini

  2. Eduardo Poggi dice:

    ¡Excelente entrevista! Se nota que Giorno y Pestarini conocen y aman lo que hacen. Me gustó el tono coloquial de la entrevista. ¡Felicitaciones!

  3.  
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