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¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 

CUBA

 

 

«Y este es el secreto
de la felicidad y la virtud:
amar lo que uno tiene que hacer.»

«Un Mundo Feliz» de Aldous Huxley

 

 

«Debes hacer el bien a partir del mal, ya que es lo único de que dispones.»

Robert Penn Warren

 

 

 


Ilustración: Pedro Belushi

A Víctor le invadió la sensación de estar a punto de despertarse.

Abrió con cautela los ojos y todavía la plácida sonrisa de Noly, la imagen virtual de su centinela interior, yacía encima de él. La luna le iluminaba el sudor con un brillo metálico.

El juego los había llevado al clímax y al agotamiento, pero el mar virtual continuaba enviando sus olas para que arañaran con delicadeza la noble arena de la orilla.

Todavía le quedaba tiempo —pensó— y como un náufrago besó los labios y abrazó el cuerpo desnudo de la muchacha.

—Tranquilo. ¿Por qué la desesperación? Te noto tenso esta noche —le comentó ella, acariciándole el rostro con sus manos.

—He trabajado demasiado reuniendo estos puntos para resignarme a perderte así como así dentro de poco.

—Sabes que no me has perdido; yo siempre estaré contigo. Además, si sigues esforzándote así, pronto alcanzarás la clasificación de Destacado, obtendrás la autorización y estaremos juntos todas las noches. Pero eso no es lo que te preocupa.

Él solo asintió con la cabeza, en señal de resignación.

—No toques el tema. Son tantos vuelos, tanta burocracia, tanta exigencia para lo poco que pagan, que no sé cómo no se ha enturbiado mi aura. Sabes bien que por mi trabajo, alcanzando la categoría de Destacado, incluso la de Vanguardia, tardaría un par de décadas en reunir los puntos para obtener la licencia Ilimitada de Usuario del «Jardín». Apenas si consigo lo suficiente para las raciones. A menos que…

—Sigues pensando en el viaje. Pero ya te han rechazado tres veces. Además, están los riesgos de la trayectoria. Nadie más que tú los conoce.

—Sí, pero la Luna es rica en Helio 3, oro y agua endógena, y la Colonia Lunar necesita personal capacitado. Cuando regrese, aún con el descuento del 86% de mis puntos para los gastos de la Sociedad Renacida, tendré suficiente para obtener el acceso y algo más. Las otras veces fui rechazado porque mi Intelecto no tenía el nivel requerido. Pero pienso repetir las pruebas… y tengo la corazonada de que hoy será distinto.

—Estaremos más de dos años separados. La proyección en conjunto es muy peligrosa. Por supuesto, cuando llegues te pondrán sustituto…

—Sí, es inevitable. Pero no te preocupes, que tú siempre serás la única para mí —agregó él, volviéndola a besar.

—Bueno, mi amor, es hora de levantarte. Sé que tomarás la decisión correcta. Recuerda que aquí estaré siempre para ti. Te espero.

Víctor sintió el breve azote en todos sus miembros antes de abrir los ojos de golpe. Ahora se encontraba en el Bloque «Huxley» Z-A, dentro de la cápsula 132. Tenía que esperar que se retirara el fluido Regenerativo 0.05 y se le aseara el cuerpo.

Era un nuevo día como tantos otros, en los que siempre se encontraba despierto y solo.

 

 

*****

 

 

Después del desayuno, la cápsula se abrió. Como siempre, tuvo que comprobar con el ordenador su perfil de identidad y sus puntos de Actitud Ciudadana antes de recibir su ración del día. Tres inyecciones concentradas de proteína, carbohidratos y sacarina sintética, estimulante y calmante.

Al salir, levantó el brazo en señal de saludo a los otros inquilinos que como él empezaban su jornada. Pocos le devolvieron el gesto con buena voluntad.

Se dirigió a su Taquilla de Pertenencias al final del pasillo. Tuvo que repetir el chequeo para poder sacar las herramientas y el uniforme para cubrir su desnudez.

Antes de salir del Bloque, uno de los Ojos le hizo el escaneo Kirlian. Custodiaba la entrada, recorriendo el techo con sus chirridos metálicos.

—Aura tono Blanca y Nivel de Stress 0.02. Estado-Capacitado. Prosiga, ciudadano —fue el veredicto del custodio cibernético.

Ya afuera, se puso último en la fila y esperó por el transporte público. Levantó la vista y observó a uno de los Purgadores escrutando toda la zona del vecindario. Las cuatro patas de cinco artejos que brotaban de la armadura soportaban su cuerpo inmóvil en el borde de la azotea.

Un escalofrío le recorrió la espalda, cuando su mirada coincidió unos segundos con la del vigilante. Bajó la cabeza, tragó en seco y se frotó los brazos.

Cuando escuchó los gritos, solo se imaginó lo peor. Entonces trató de mirar de reojo sin que lo notaran.

Cuatro personas se separaron de la fila y se desplomaron en el suelo, retorciéndose de dolor. A los demás el temor los inmovilizó.

Víctor adivinaba lo que vendría después. En instantes, dos Purgadores cayeron como buitres frente a ellos. El suelo se astilló por el impacto y el peso de los monstruos mecánicos, pero las extremidades adicionales equilibraron la caída.

No los había visto antes; seguro velaban las otras partes del barrio. Sin embargo, sí percibió que el otro no se había movido de su posición y seguía observándolo.

Uno de los Purgadores fue el encargado de explicar la causa de la acción.

Según el chequeo Kirlian, los ciudadanos integrantes del grupo familiar Gutiérrez FT54 han generado una peligrosa Aura de Tono Oscuro, con un nivel de Stress 0.90, y por ende, caen en la categoría de Incapacitados Sociales. Los cargos del progenitor Luis Gutiérrez FT50 se agravan por el delito de pirateo del acceso al «Jardín», contrabando de sueros proteínicos y sospechoso de formar parte de la rebeldía selenita. Según lo estipulado por la cláusula Estas en llamas de la directiva 26—6, se le cancela su espacio vital en la sociedad. Su mujer y sus dos niñas son desde este momento automáticamente sentenciadas a Reeducación Severa por violación del Deber de Responsabilidad Colectiva.

El juicio y la sentencia se llevaron a cabo sin demora. Los centinelas mentales de los acusados, los mismos que los delataron, también les suministraron su primera dosis de castigo: pequeñas descargas eléctricas en la corteza cerebral.

El Purgador que había dictado la sentencia chasqueó los dedos de su mano derecha. Los tres acusados dejaron de moverse, como si les hubieran apagado el cerebro.

El siempre retrasado Cilindro de Levitación Magnética llegó en ese momento, rechinando por la falta de mantenimiento y el maltrato diario por las desgastadas vías, mientras que uno de los guardianes se intercomunicaba con el Centro de Evaluación del Comportamiento Individual (CECI).

Su compañero se dirigió al grupo restante de la fila y le hizo un ademán de autorización. Todos subieron sin pronunciar palabra e incluso Víctor logró conseguir asiento.

 

 

*****

 

 

—»MIDIC siempre cuida de ti. Oh, sí ¡él nunca te abandona! Te ayuda a enfrentar tus miserias, deseos y miedos. A diferencia de la familia, amigos y amantes, su amor y protección son eternos y puros. Nos protege del mundo, nos protege de nosotros.»

Esas eran siempre las primeras palabras que cada día, durante su viaje al trabajo, la EOA (Emisora para el Aprovechamiento del Ocio) le trasmitía de manera directa a sus nervios ópticos.

Se sentía bastante incómodo por lo ocurrido hacía unos minutos. Su mente comenzó a perturbarse con retazos de recuerdos casi olvidados.

«Recordad y honrad siempre la historia, hermanos y hermanas. Porque simboliza las raíces del duro sacrificio que se necesitó para sembrar la Sociedad Renacida que todos disfrutamos. Recordaremos que hoy hace casi un siglo nació el gran Andrés Pinel. Su sabiduría como doctor en Ponerología le permitió descubrir la naturaleza de la maldad humana y la forma de detectarla. El irrefutable método consideró al alma como forma de energía, y al aura como su manifestación. De esa forma, se podían detectar las malas intenciones de una persona mediante los cambios de su coloración e intensidad.»

Víctor suspiró molesto. La misma cantinela de siempre, día tras día.

Y lo peor era que la transmisión no se podía detener. A menos que se levantara y dejara su estado de reposo. Además, el hecho de saber que le quedaban todavía cuarenta minutos para llegar a la Terminal no contribuía precisamente a mejorar su humor.

«El padre tuvo la culpa», reflexionó con disgusto. «Sí, obtuvo el permiso de Área Vital para formar su familia. Pero el muy estúpido no se contentó con eso y quería más. Si no hubiera violado la ley, no lo hubieran expulsado de un mundo sano que no merece.»

Recordó a la muchacha con quien la sociedad lo había unido, teóricamente de acuerdo con sus necesidades mutuas. Pero Alicia y él nunca tuvieron la suerte de congeniar, a pesar de sus esperanzas… y de los inapelables dictámenes de la máquina.

Aquello fue el inicio del dolor de cabeza.

—»Esfuércense para que el espacio que va a ocupar su hijo sea necesario», les prometía el Protector de la Sociedad.

Y así lo hicieron. Pero, lamentablemente, siempre aparecían aspirantes con más condiciones.

Lo peor era que el mundo libre de odio descansaba sobre los restos de otro corroído por los pecadores del pasado. El ahorro era vital para el Resurgimiento, hasta el extremo de que los cadáveres eran empleados como abono para mejorar la tierra y restituirle la vitalidad perdida, sí…

Al final, Alicia lo abandonó por otro con mejores credenciales para reproducirse. Y tuvo a su hijo; bien por ella.

Pero él se tuvo que ir a vivir y alimentarse solo, dentro de una cápsula.

«Después de años de esfuerzo e investigación, se creó el primer Sistema MIDIC (Mente Integral Digital e Ideológicamente Correcta), capaz de realizar el chequeo en cada individuo de manera eficiente, sin que mediara la dudosa mano del hombre.» —prosiguió la trasmisión de la EOA.

«Esto sembró la semilla de la revolución que escribiría las nuevas leyes sobre la justicia de la humanidad. Se eliminaron las prisiones, al ser los convictos los primeros en recibir el tratamiento. Los que resultaron inocentes fueron reintegrados a la sociedad, mientras que los verdaderos culpables fueron ejecutados al instante y sin vacilación. Después se decidió llevar el tratamiento a la población con resultados igual de eficientes.»

Los recuerdos no se detuvieron. Comenzaron a concretarse y a mezclarse con las trasmisiones. Ahora sus padres y la hermana regresaron al interior de su cerebro.

«Como solución para afrontar a aquellos de Aura Oscura, surgieron los Purgadores… el brazo armado del MIDIC…»

A pesar de los esfuerzos de Noly, dentro de él todavía quedaban residuos de aquella traumática vivencia. En ese momento, los restos del recuerdo crecieron hasta asfixiarlo. Y una enorme comezón en sus globos oculares le hizo de repente prorrumpir en llanto.

Había vuelto a revivir el momento en que los Purgadores se llevaron a Maia, su hermana.

Tenía solo cuatro años.

Una grave discapacidad —dijeron.

Reeducación severa e inmediata es su única esperanza para formar parte de la sociedad —¡Reeducación Severa! Sintió que aquellas palabras estallaban en su interior.

La voz de Noly comenzó a retumbar dentro de él.

—Víctor, mi amor, ¿qué te sucede? Tienes la respiración agitada y tu nivel de stress se ha incrementado en un treinta y cinco por ciento.

La molestia se agudizó. Comenzó a sudar profusamente, las náuseas lo dominaron y los pensamientos estaban a punto de reventarle la cabeza.

¿Qué le estaba ocurriendo?

Todos sus días eran iguales. Cogía el transporte, escuchaba los mensajes de la EOA. Cumplía con su jornada de catorce horas como Técnico C de Ensamblaje Neural en la Terminal Astral 14-E.

Todo para conseguir los puntos necesarios para vivir, y poder estar con Noly. Eso era lo único que quería. ¿Por qué rayos hoy era tan diferente?

Pero se llevaron a su hermana y nunca más se supo de ella. Nunca había conocido a nadie que se hubiera reintegrado después de una Reeducación Severa.

En ese momento el malestar se agravó y no pudo contener las arcadas ni las convulsiones de su cuerpo.

«Suena cruel, pero los de espíritu contaminado son capaces de resucitar el espectro de la ambición que iniciaría las llamas del odio, el miedo y la muerte. ¿Para qué desconfiar de tu hermano, de tu amor?» —trasmitió la EOA en respuesta.

«¡VENIVERSUM!» —La voz encolerizada mezclada con el chirrido de la estática interrumpió por unos instantes la trasmisión. Esto aturdió más la cabeza de Víctor, antes de que se restableciera.

«La protección de MIDIC evolucionó al grado de introducir un protector y vigilante artificial en el interior de cada ciudadano: el Centinela. La razón de su existencia: garantizar la seguridad de los niños ante aquellos de aura oscura que a pesar de todo aún se escapaban de la salvaguarda de la Inteligencia… y prevenir de raíz la aterradora posibilidad de que un día los retoños devinieran a su vez en tales monstruos.

«Desde entonces, ya en el mismo vientre de nuestra madre se fusiona el embrión con el Centinela que constituye nuestro protector de por vida. Si algún feto surge con enfermedad o malformaciones, este se encarga de apagar la vida del no nacido, para evitarle el peor sufrimiento: el de una vida miserable y no productiva.»

—»¡VENIVERSUM es la clave de la libertad!» «¡Responsabilízate con lo que eres y serás libreeeeee!» —La transmisión se volvió a interrumpir por un distorsionado aullido.

—¡Por favor Noly, hazle callar! ¡Bloquea la señal!

—¡Estás infectado con una cepa de grado 3! —le gritó ésta— No te preocupes; me haré cargo. Aunque tendré que desconectar tu actividad cerebral por unos segundos. Perdóname, mi amor.

Víctor no pudo responderle. El dolor desapareció, pero se sintió lanzado a un abismo de oscuridad.

 

 

*****

 

 

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Jul, la doctora que terminaba de examinarle los ojos.

—Como si me hubieran abierto la cabeza en dos con un hacha —le respondió Víctor, levantándose adolorido de la camilla.

—Es lo menos que puedes esperar —asintió la muchacha—. Eres afortunado; tu Centinela ha erradicado justo a tiempo todos los rastros del virus, evitando así que se te cocinara el cerebro. El mío no me cuida tanto.

—¿Un virus?

—Exacto. Ah, si supieras cuántos me han caído en tu estado… y peor. Es un engendro malware creado por la rebeldía selenita, según me ha reportado la CRCI. El bastardo se infiltra a través de la retina o mediante fluidos regenerativos contaminados, y te hace revivir en breves segundos los peores momentos de tu vida. Esos hijos de puta de la insurrección nos tratan como invasores. Y nos combaten saboteando los viajes de proyección Astral y atacando a esta terminal y a sus empleados. Como si ignoraran de dónde vienen. Si se pusieran a trabajar de verdad, no nos necesitarían.

—¿Y Noly? —interrumpió el bombardeo de palabras de Jul que comenzaba a agudizarle la dolencia.

—Está agotada por el esfuerzo. No la molestes hasta que recupere sus fuerzas. De verdad tuviste suerte; estabas cerca de la Terminal, y además un Purgador irrumpió en el Cilindro atravesando el techo para cargar contigo. Y en vez de a la «CECI» te llevó al Centro de Salud más cercano, donde casualmente tengo mi segundo trabajo. Un comportamiento muy extraño; no suelen estar tan preocupados por la salud de los ciudadanos como por sus intenciones.

Víctor no se encontraba en condiciones de asimilar la situación y tampoco creía tener precisamente buena suerte.

Pero ¿un Purgador salvándole la vida? Raro de veras: los vigilantes de la sociedad renacida tenían por primero (y casi único) deber velar por la calidad de las almas y segar, sin piedad, a las corrompidas. Todo el mundo lo sabía.

—¿Qué sabes de «Veniversum»? —musitó con cuidado.

—Ah, esa es la consigna de la Insubordinación Lunar y a la vez el logotipo del virus digital que te afectó. Es un error tipográfico popularizado por «V de Vendetta», una vieja historieta del Mundo Caído sin sentido etimológico. Alude a una frase del latín Vi veri universum vivus vici, en otras palabras «Por el poder de la verdad, yo, estando vivo, he conquistado el universo».

—¿Cómo rayos siempre sabes tanta basura sobre el pasado?

—He aprendido bastante con mis accesos al Jardín. MIDIC no prohíbe el conocimiento de ninguna información almacenada sobre nuestros antepasados. Quiere que aprendamos de su enfermiza y caótica existencia. Pero vela muy de cerca por el uso que le des o por el grado en que te afecte.

—Bien —dijo Víctor levantándose— ¿cuántos puntos te debo?

—¿Para qué sirven las amistades? —exclamó Jul con un destello de sus ojos grises. La piel descolorida de su cara se torció con su sonrisa. —Si no me hubieras ayudado cuando terminó mi contrato laboral y me enviaron de vuelta, no estaría aquí; ni sería tan apetecible —replicó ella frunciendo el ceño y haciendo resaltar sus duros y erguidos pechos al cruzar los brazos, para acentuar la ironía.

Víctor no supo qué decir… así que solo hizo una mueca de asentimiento y acabó de ponerse de pie.

—Bueno, ahora estamos a mano.

—¿De verdad vas a repetir la solicitud? —inquirió ella, de súbito—. Ya sabes que tu Supervisor no la va a aprobar.

—Igual tengo que intentarlo, y tú lo sabes. Es por Noly.

—¿Por Noly? Estás más loco que yo. Trabajar como un animal para recaudar los puntos y luego gastártelos hasta el último en el Jardín. Todo para hacer que tu Centinela tenga un cuerpo virtual para entonces poder revolcarte con él. Disculpa, pero eso suena un poco…

—No me juzgues—estalló él—. Sé que no soy exactamente la viva encarnación de la decencia, pero al menos soy mejor que todos esos que obligan a su Centinela a regalarles las peores pesadillas que puede engendrar la mente humana. Así se han vuelto asesinos, genocidas, dictadores. Han creado mundos y los han destruido… aunque sea siempre dentro del Jardín.

—Allí no existen las reglas; la única es el precio por la estancia que lo pagas con el sudor de tu trabajo —respondió ella, repitiendo casi palabra por palabra la doctrina oficial—. Es la válvula de escape que nuestra sociedad necesita, ¿no?

—Tal vez…, o tal vez no —sonrió Víctor, enigmático—. El único problema es que después que despiertan, muchos no pueden evitar que se les enturbie el aura. Así que dime, Jul, ¿qué haces con tu Centinela en el Jardín?

La doctora ensanchó más su sonrisa.

—Le pido que me simule dramáticamente obras literarias. Formar parte del interior de un libro es una experiencia muy estimulante. Es como tener mil vidas. Este fin de semana fue «Enemigo sin habla» del clásico Michel Encinas Fé, ayer terminé el «Battle Royal» de Koushun Takami, y para mañana pienso empezar con «La Rebelión de Atlas» de Ayn Rand, que estoy segura me tomará todo un mes. Pero todavía no he decidido qué escogeré para esta noche.

—¿Y nada de esa literatura es subversiva? —inquirió Víctor frunciendo el ceño para acentuar la ironía.

—¿Cómo crees? Además no hay problemas, mientras no me afecte tanto como para que mi querido Centinela Montag me delate y el chequeo Kirlian no salga alterado.

Víctor, sin más argumentos, sólo bajó la mirada al suelo.

—¿Quieres que te haga un Certificado para que te den el día libre? —le propuso Jul.

—Gracias, pero no te molestes. Al final, ese documento tiene poca validez para el Departamento de Control Laboral, a menos que sea un accidente de trabajo bien documentado. Yo no cuento con las libertades que tienen los que trabajan en Control; incluso si lo aceptaran, me descontarían los puntos. Mejor dame algo que me justifique la tardanza; con los tres cuños de este CS, por favor.

Jul asintió y se dirigió a su ordenador para procesar la documentación.

El hombre suspiró con resignación, pensando en la jornada que todavía le quedaba por tragarse.

 

 

*****

 

 

Víctor era el jefe de una de las cinco brigadas, en este caso constituida por él y un asistente. Debían asegurar que las trescientas proyecciones diarias, la mayoría con destino a la Luna, se llevaran a cabo sin problemas.

El Viaje Astral era la forma de transporte a larga distancia más segura, económica y eficiente… además, sin necesidad de arriesgar el cuerpo físico. Desde la Terminal se registraba y digitalizaba la mente del pasajero, para enviarla después por vía electrónica a su lugar de destino. Luego, allí se descargaba en un cuerpo sintético, cuya calidad venía determinada por el tiempo de estancia previamente solicitado.

En el punto de partida, entretanto, el original era enviado a un almacén criogénico hasta el regreso de su portador. Si el viajero necesitaba algún bagaje indispensable, mediante la documentación necesaria con tres copias que le justificase, más el correspondiente pago de una alta tarifa de puntos, éste se transportaba mediante Drones no tripulados.

El de Víctor, pues, era un trabajo clave y hasta de alta responsabilidad. Los sabotajes de la Insubordinación Lunar y los problemas por negligencia en el mantenimiento no estaban exactamente aliviando los niveles ya elevadísimos de carga laboral y stress.

Lo que más lo desquiciaba eran los sonoros estruendos que provocaban los lanzamientos. Casi no podía diferenciar el sonido de algunas explosiones accidentales que le amargaban incluso más la existencia.

Jul había sido víctima de uno de esos inconvenientes.

Víctor se encargó personalmente de toda la proyección. Desmanteló a Montag y lo acomodó en la Silla de Despegue. Le colocó con cuidado el casco, preparando las protecciones del cerebro y los enlaces con la gran antena que lanzaría su esencia digitalizada.

El temblor de la silla y el insoportable estruendo fueron la señal de una partida exitosa. Después confeccionó el informe del proceso dando cuenta de los materiales utilizados y el estado de los activos fijos, para enviarlo para el Departamento de Costeo.

El problema sólo surgió el día del regreso.

Cuando fue a sacar el cuerpo se llevó una terrible sorpresa: llevaba más de un par de semanas en descomposición. Una fuga de gas refrigerante que los sensores fallaron en detectar.

Con menos de media hora para su llegada, corrió hacia el Departamento de Ingeniería Genética con los documentos y el registro de ADN de Jul. Si no lo hubiera logrado a tiempo, la esencia de su amigo se hubiera perdido en el vacío.

El único inconveniente era la menor durabilidad de los cuerpos sintéticos, por lo que se requería un trasplante total cada dos años como máximo. Por lo menos, esos gastos se los subsidiaban.

El otro problema fue que, entre la falta de tiempo y el cumplimiento de su estricto horario de almuerzo, los imbéciles de aquella área se equivocaron con la manipulación de cromosomas.

Sobra hablar de la sorpresa de Jul, antes un joven de treinta años, calvo desde hacía siete por culpa de su fortísima rutina laboral en el CS, al verse convertido en una agraciada adolescente de palidísima piel pecosa y con cabello rojo hasta la cintura.

Al mismo Víctor lo embargó la vergüenza por la metida de pata de sus compañeros de trabajo.

En tales casos (que, pese a los cada vez más enérgicos desmentidos oficiales, en realidad parecían ser muchos) presentar una reclamación a la Terminal implicaba, una burocracia cara, larga, fatigosa y en general de pesadilla… como toda demanda. Por suerte, para su inmenso alivio personal (y apenas menor sorpresa), Víctor muy pronto descubrió que a Jul no sólo no le molestaba su inesperado cambio fenotípico… sino que incluso le agradaba.

 

 

*****

 

 

El día había sido francamente malo.

Bastante malo, de hecho, y no solo por lo ocurrido aquella mañana. Cuando llegó a la Terminal fue llamado de manera urgente a la oficina de Natac, su jefa del Departamento de Control.

El informe médico de Jul no le evitó recibir la tanda de gritos de rigor.

Natac le reclamó su atraso con los informes diarios.

Víctor observó sin decir nada el suyo del día anterior encabezando el edificio de papel armado con los de la semana pasada, apoyados de manera insegura en el escritorio.

El silencio no funcionó esta vez. Ella volvió a estallar, criticando su plan laboral como digno de un vago de los peores. Y agregó que se olvidara de su solicitud de viaje, aunque su intelecto hubiese alcanzado la categoría de genio. No podía prescindir de él, sencillamente: no antes de terminar los informes de su plan y prepararse para la inspección de seis meses que comenzaba la semana siguiente.

Salió del despacho con el cerebro a punto de estallar.

Se preguntó cómo siempre aguantaba todo aquello sin enturbiar su alma y cometer una locura.

Noly lo ayudaba, claro… y por eso ahora la extrañaba más que nunca.

Si le hacían un Chequeo Kirlian en aquel momento, su nivel de Stress sería por lo menos del 0.80%. Se dejó caer al suelo, tratando de controlar el ritmo de su respiración. A pesar de todo, no odiaba a Natac. Tenía mucha presión sobre ella, y por supuesto, los jefes siempre ignoran la carga que llevan sus subalternos.

Maldita fuera la hora en que eligió este trabajo.

Aunque, en rigor, la de convertirse en un Técnico C de Ensamblaje Neural no había sido decisión suya, sino de Noly. Ella determinó que sus manos y su vista eran sus mejores atributos para ese tipo de trabajo.

Como siempre, desde el momento en que nació, ella se encargó del entrenamiento de su cuerpo y mente. Recopilaba y filtraba toda la información necesaria para defenderse de cualquier medio que la rodeaba.

Con Jul era bien distinto. Había nacido con un nivel de intelecto tan alto, que Montag lo había entrenado para dos labores: Especialista de un CS y Técnico A en el Taller de Mantenimiento de la «CRCI».

Por algo ¿el? ¿la? ¿tonto? ¿tonta? de Jul tenía tantos puntos para recrear todas las obras literarias en el Jardín.

El mundo, definitivamente, era muy injusto. Y Víctor concluyó su pensamiento lanzando un suspiro de resignación antes de levantarse y continuar la jornada.

 

 

*****

 

 

Logró divisar al Ojo al final del pasillo que vigilaba la salida del personal.

La sola presencia de aquel chisme con sus chirridos le hacía sentir dichoso. Era el fin del día de labor, después de quince horas encargándose de ciento cincuenta proyecciones, con sus respectivos informes.

Se sentía tenso por retirarse diez segundos antes del fin de su horario. Natac tenía la maldita costumbre de llamarlo siempre dos segundos antes e incluirle tareas que lo obligaban a quedarse cuatro horas más. Incluso en ocasiones empató su trabajo con el del día siguiente.

Aun así, no pudo evitar el escalofrío que le estrujó el estómago cuando el auricular interno vomitó su nombre, conminándolo a presentarse de modo urgente en el Departamento de Control Laboral.

Pero no tuvo tiempo de cumplir la orden.

El estruendo de las explosiones y el penetrante alarido de la alarma por ataque terrorista se lo impidieron. El suelo se estremeció por cierto sonido familiar y mecánico acercándose a sus espaldas.

No tenía sentido huir. Con un gran esfuerzo, controló el pánico y se volteó. La imagen de la una tambaleante pesadilla arácnida abalanzándose sobre él aniquiló el resto de su voluntad. Cerró los ojos ante lo inminente, pero sólo sintió el ligero dolor que lo lanzó la oscuridad, una vez más sin la presencia de Noly.

 

 

*****

 

 

Esta vez le costó mucho más trabajo liberarse de las ataduras de la inconsciencia.

Y se arrepintió casi al instante cuando la realidad se concretó ante sus ojos.

Continuaba el rugido de la alarma. Además, estaba amordazado y con el casco conectado a la Silla de Despegue. En otra circunstancia, aquel hubiera sido un motivo de júbilo… pero estar sentado allí sin el Permiso de Viaje equivalía a una condena a muerte.

Esa preocupación solo le duró un par de segundos, antes de percatarse del Purgador, que estaba casi encima de él.

Su aspecto era atroz. La masa de músculos, que abarcaba casi toda la estancia, estaba bañada en sangre. Tenía mutilada una de las patas, otras dos se apoyaban en la puerta de la habitación para así bloquear la entrada, y la última la usaba como tercera pierna de sostén.

Su armadura también estaba bastante dañada, llena de zarpazos y agujeros.

Le acercó una temblorosa garra al rostro antes de volverla a retirar.

El Purgador se separó un poco y con las muñecas se presionó ambos lados de la nuca. Se escucharon un par de chasquidos mecánicos, antes de que la gran máscara se desencajara.

Solo entonces descubrió Víctor que se trataba de una muchacha.

Y algo dentro de él convulsionó, al reconocer en aquel semblante enfermo los ojos de su pequeña hermana.

—Hola, Víctor. Sí, soy yo, Maia —le confirmó ella, volviendo a acercar tiernamente la terrible garra para acariciarle el rostro.

Él intentó decir algo, pero las palabras se le atascaron en la garganta.

Maia abrazó la cabeza de su hermano y la apretó contra su pecho para contener los temblores.

Sonrió, y con el gesto, un hilo de sangre se escapó de su boca.

—Hermanito, no tenemos mucho tiempo. Ya me queda poca vida útil con esta armadura. Necesita un nuevo recluta.

Víctor comprendió entonces, con una angustia intensa, todo lo que había pasado Maia.

Aquel era el terrible significado del reclutamiento… que todos conocían, pero del que nadie quería hablar.

A su hermana le habían implantado una serie de modificaciones y añadidos ciborg, que incrementaron su fuerza y exacerbaron sus instintos violentos mediante una retroalimentación neural con el arnés. Por desgracia, tal simbiosis no era equitativa, sino más bien parasitaria: la armadura se alimentaba de su portador.

También al programa Centinela lo volvían mucho más drástico, hasta que anulaba la personalidad del sujeto para que respondiera sin titubeos a la voluntad de MIDIC.

Sus ojos se volvieron a humedecer cuando intuyó que tenía que haber sido ella quien lo sacara del Cilindro y lo llevara a un CS.

Sí, un Purgador protegiendo a un ciudadano era algo de veras raro, ¿cómo no lo sospechó desde el principio?

Maia se detuvo unos instantes para acariciarle los cabellos y darle un beso en la frente. Víctor sintió el cariño de sus labios fríos.

—No sé cómo me infecté con el Virus —prosiguió ella— . Pero desde ese momento recuperé mi libertad. Y más importante todavía; recuperé mi pasado, mi familia perdida. Supe que no tendría mucho tiempo, pero antes de que se percataran de mi cambio, obtuve tu perfil de Identidad y te encontré.

El cuerpo de Maia sufrió un par de leves convulsiones antes de proseguir sus palabras con susurros.

—Estoy muy débil, mi hermanito, y mi Centinela está luchando por recuperar el control. Aunque no lo voy a dejar, no puedo dejarlo, ¿entiendes? Así que no le quedará otra opción que freírme el cerebro. Pero no importa; habrá valido la pena: conozco tus deseos, y antes de irme te daré un regalo.

La puerta a la que se aferraba Maia comenzó a torcerse por los incesantes golpes que recibía desde el exterior, y el tronar metálico resonó por todo el interior de la cabina de lanzamiento.

Esta vez, Víctor logró controlar las emociones que lo desbordaban, tragar en seco y aclarar su faringe antes de sentirse azotado por el estallido de la voz de Noly en su cabeza.

—¡Víctor! ¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué nos encontramos atados a… a un…? —intentó actualizarse ella antes de percatarse, menos de un segundo después, de lo que sucedía.

—¡Por favor, suplícale que se detenga! ¡Una proyección en conjunto es una locura! ¡Nuestras mentes colapsarán por la trasmisión digital sobrecargada! —comenzó a gritarle mucho más fuerte.

Por primera vez, y a pesar del doloroso escándalo, Víctor ignoró a su Centinela.

Sabía que ninguna palabra o acción suya cambiaría el rumbo de la decisión de su hermana. Pero tampoco se esforzó demasiado en ello.

Quizás, después de todo, pudiera funcionar.

A cada momento empezaba a parecerle una alternativa más viable. Tenía expectativas más bien pobres de que MIDIC autorizara la realización de sus aspiraciones. Con el tiempo, su existencia sería consumida por la monotonía laboral, del mismo modo que la de Maia dentro de esa armadura… o peor.

El único cambio realmente seguro en su vida era que un día el stress lo quebraría y alguien como ella lo vendría a buscar.

Al final era tan malo irse como quedarse. Entonces ¿por qué no probar el Viaje Astral? Aunque fuera a la Nada.

Esperó. Que fuera lo que fuera.

Al fin, con los golpes, el metal de la entrada se torció hasta agrietarse, dando espacio para que una extremidad biónica de otro Purgador se colara por el agujero y se clavara en la espalda de Maia.

El dolor la hizo convulsionar y vomitó un buche de sangre. A pesar de eso no gritó, ni siquiera se quejó. Solo se limpió los labios y miró a su hermano por última vez.

—Qué bien que tu novia virtual ya se haya recuperado. Entonces, hermanito… suerte y buen Viaje. Ojalá te vaya bien en la Luna y tu puta digital siga velando por ti —concluyó, despidiéndose de su hermano y besándolo de nuevo en la frente, mientras insertaba el Permiso de Viaje y activaba el dispositivo de proyección.

Un violento calambre paralizó el cuerpo de Víctor como si todas sus células fueran azotadas por una descarga eléctrica.

Abrió los ojos por un instante y el torbellino de luz lo deslumbró hasta el grado de provocarle terribles náuseas.

¿Conque eso era lo que sentían todos los viajeros?

Jul no había exagerado: era horrendo. Al ser arrancada de su carne de manera violenta, la mente sufría tales efectos traumáticos que se sentían casi como una muerte ensayada.

Después, cruzaría por el drenaje digital hasta llegar a la punta de la antena que lo vomitaría como una señal al vacío del espacio, para ser rescatado más tarde por el Receptor Lunar.

Simple, rápido y seguro.

Rápido, sin dudas, pero ¿simple? ¿Seguro?

¿Cómo había sido tan imbécil para desear… esto?

De repente, toda su monótona existencia en el Bloque «Huxley» Z-A se le antojó el Paraíso. Un Paraíso perdido.

Pero, al instante siguiente, las imágenes combinadas de su moribunda hermana y de Noly le hicieron avergonzarse de su propio conformismo.

Maia se había sacrificado por él. Para darle la oportunidad de una nueva vida. Hubiera hecho lo que fuera para cambiar de lugar con ella.

Pero su hermanita carecía de las aplicaciones biónicas necesarias para poder utilizar ese procedimiento de proyección. El Viaje Astral no formaba parte de las opciones de un Purgador en la Sociedad Renacida.

—Es muy irónico el hecho de que también fueras infectado por un Virus Lunar, y de una cepa diferente… que suele ser mortal.

Su aturdimiento se agudizó cuando comenzó a desvanecerse dentro de la espiral incandescente.

Escuchó a lo lejos el grito de Noly que lo llamaba y no encontró forma de responderle. Entonces se aferró a la última imagen de ella como un náufrago.

—»Veniversum» —dejaron escapar sus labios.

De una cosa estaba seguro: aunque nunca volvieran al Jardín y fueran directo al infierno, nadie, ni siquiera MIDIC, los separaría ya nunca.

Con el temblor y el estruendo de la silla, Maia volvió a sonreír y las lágrimas le humedecieron las mejillas. Miró su mano sujetando el explosivo portátil y lo acercó a su propio pecho, decidida.

Sólo tuvo que esperar un segundo antes de verse ella también desbordada de luz.

 

 

*****

 

 

Los grilletes comenzaron a lacerar la piel de las muñecas y los tobillos de Jul por la dolorosa tensión de encontrarse colgado de brazos y piernas como una marioneta.

Interesante: al parecer era hombre otra vez y vestía a la manera española del siglo XIX. Un lamento de dolor escapó de su garganta, pero a pesar del miedo se esforzó en levantar la vista.

Una hermosa mulata completamente vestida de blanco le devolvió el gesto. Detuvo su danza en la nave de la iglesia y se le acercó en el altar.

—Hola, Leonardo. ¿No me reconoces?

Sus labios le regalaron una sonrisa y con picardía sus ojos soltaron un breve destello esmeralda.

En ese momento, otra persona irrumpió en la estancia. Vestía ropas harapientas, pero las entrañas del encadenado se retorcieron al reconocer su corpulencia y el bronce oscuro de su piel.

Era Pimienta.

José Dolores Pimienta, un personaje de novela. Porque estaba en una simulación dramática de «Cecilia Valdés«.

El fornido negro se dirigió hacia la joven de blanco. Dejó su viejo clarinete en el suelo y, después de hacer una reverencia, se arrodilló ante ella.

—Ya he confirmado su llegada. Todo ha salido según sus cálculos. Se encuentra en excelentes condiciones. La asimilación digital con Noly ha sido completa —le informó.

La cara de la muchacha se iluminó con la noticia y corrió hacia su mensajero.

—Excelente… —dijo ella—. Quiero decir, son excelentes noticias, querido Pimienta. Ahora, solo nos queda esperar.

Le tomó el rostro con ambas manos para después unir sus labios a los de él. En ese momento las mugrosas túnicas del mensajero brillaron hasta convertirse en vestimentas lujosísimas, dignas de un aristócrata.

—He actualizado tus capacidades —dijo ella.

Pimienta se agachó más en señal de agradecimiento. Luego le clavó la mirada a Jul y sus dos manos se convirtieron en filosos machetes.

La chica reaccionó como si se hubiese olvidado de algo.

—¡A él no! Cumplió su tarea. Como Técnico A logró encubrir el contagio de la hermana de Víctor con mi versión 2.0 del Virus disidente «Veniversum» que después lo infectó al contaminar los fluidos regenerativos de su Cápsula 132. Y sin levantar sospechas… se las arregló para que todo pareciera parte de la insurrección selenita. Es cierto que el asunto provocó pérdidas que mis cálculos no pudieron prever. Es una pena, por ejemplo, que Natac se encuentre entre las bajas que se cobró el montaje de este alboroto.

—Es muy difícil encontrar personal como ella —asintió Pimienta, mientras sus manos volvían a ser de carne y con cinco dedos cada una—. No se intimidó por la aparición de Maia en su Oficina y le negó acceso a los Permisos de Viaje del personal que ella custodiaba.

—Sí, pero eso nos trajo un inconveniente menor —pensó la mulata de blanco en alta voz—. No fue su culpa, claro: aunque hubiera querido hablar, seguro que su Centinela se lo habría impedido. Al final, a la Purgadora no le quedó otra opción que abrirle la cabeza, extirpárselo, conectarse a él y extraer la contraseña por las malas. Después de abrir la caja fuerte, la arrancó de la pared y repartió su contenido por los corredores —explicó la muchacha lanzando un suspiro de disgusto, como lamentando una situación que se le había ido de las manos sin remedio.

Después le devolvió la atención a Jul, con una sonrisa pícara adornando su rostro.

—Pero, a pesar de todo, mi Leo merece un estímulo social. Déjanos —concluyó ella, alejándose de su sirviente.

Pimienta obedeció; se puso de pie, recogió su ahora dorado clarinete y, en silencio, volvió sobre sus pasos.

Los ojos de la mulata volvieron a brillar y al momento las cadenas se aflojaron un poco, depositando a su prisionero en el suelo.

—¡Por favor…! —balbuceó Jul, congestionado por el llanto de alivio que vibraba en su pecho, en un nuevo intento de súplica que fue frustrado cuando selló sus labios el dedo índice de la adolescente.

—Tranquilo. No hables y escúchame. Sólo te discipliné un poquito para recordarte quién cuida de ti, quién nunca te abandona.

Jul obedeció y se esforzó por respirar de una manera pausada para tranquilizar la agitación que le quemaba los pulmones.

—¡Pero alégrate! Por tu eficiente labor ahora te otorgo lo que tanto deseabas: la Licencia Ilimitada de Usuario del «Jardín». Y te devuelvo también tu masculinidad… de manera digital, pero sin requerimientos ni papeleos —le consoló mientras le acariciaba con sus manos los robustos pectorales y hombros—. Tienes los músculos tensos, relájate. ¿Qué te pasa? ¿Acaso ya no extrañabas ser hombre? OK, no importa; como quieras —exclamó en respuesta a la atemorizada negación del encadenado.

Aunque ya era tarde: la mulata se alejó un poco, frunciendo el ceño con ironía. Sus ojos volvieron a brillar y Jul recuperó su silueta de muchacha.

—Siempre te he admirado. Tienes un intelecto envidiable. Y eres uno de los pocos que utiliza mi espacio de distracción virtual de una manera decente. En vez de violentas orgías, sangre y muerte, prefieres coexistir tus horas de sueño con el personaje principal de «Cecilia Valdés», una rara joya de la literatura del siglo 19. Lamentablemente, y debido a mi intervención, te tocó el rol más desafortunado de la trama.

Jul no se atrevió a comentar nada.

—La gente no es nada agradecida, ¿te das cuenta?—prosiguió ella—. Yo soy la única capaz de aliviar sus frustraciones existenciales, cumpliendo sus más alocados deseos de una manera económica y no dañina. Y, a cambio, sólo les pido un poco de su esfuerzo como pago para mantener la sociedad en pie. Pero ¿cómo me pagan? No con insubordinación y rebeldía, que al menos demostrarían algo de tripas y cerebro… ¡sino con falta de motivación y mediocridad! A ver ¡¿qué más quieren?!

La mirada de MINIC ardió cuando sus brazos se alzaron y sus manos se tensaron hasta volverse puños en señal de impotencia. Después, los dejó caer, lanzó un suspiro de resignación, y ladeó un poco su cabeza para revolver su negra y rizada cabellera, como si intentara espulgarla de malos pensamientos.

—Con mi éxito en la aplicación de los chequeos Kirlian intentaron modificarme, agregando un montón de aplicaciones a mi programación inicial. Todo con el objetivo de volverme la solución definitiva para todos los problemas. Algunas resultaron muy eficaces, otras, en cambio, agravaron la situación de mi Sociedad de modos tan impredecibles que hasta este día estoy intentando reajustarla. Al final tuve que asesinar a todos mis programadores para que no juguetearan más con mis procedimientos. Pero tú no eres de esos —señaló, regalándole al obligado espectador una pícara sonrisa.

—¿Qué quieres decir con la Asimilación de Noly? —a pesar del miedo, Jul logró escupir la pregunta que ardía en su garganta.

—Vaya, pero si mi Leo aún se acuerda de cómo hablar. Bueno, no te preocupes; has hecho realidad el deseo de tu amigo. Ahora nadie lo separará de Noly.

—Pero… —dudó Jul.

—Siempre te has preguntado por qué los demás Centinelas no tienen una personalidad tan original y empática como la del de Víctor, ¿verdad? —adivinó MIDIC, socarrona—. Algunos, como tu Montag, aparte de sus funciones básicas, apenas logran articular un par de palabras. Deficiencias en el software; lo admito. Sin embargo, ella es especial. Tiene mi Sistema Digital más actualizado. Es mi versión 2.0 experimental. Es mi hija. Aquí se encontraba sólo a un 10% de su capacidad.

Jul tragó en seco y un temblor le perturbó su interior al imaginarse todas las implicaciones de lo que estaba escuchando.

—El resto de sus funciones se activará cuando, gracias a su huida orquestada, Víctor, creyendo que escapó de mí, supere los polígrafos neurales de los selenitas y sea aceptado por estos. Esos desgraciados terroristas no han hecho más que causarme pérdidas en los últimos años. Pues ya me cansé de esa piedra en mi zapato.

Por primera vez, Jul se alegró de no vivir en la Luna. Sí, siempre podía haber algo peor.

—Mi pequeña Noly les derretirá el cerebro para después lanzarse como la plaga a conquistar un ciberinfinito lunar, aún no colonizado por mis colegas digitales terrestres —profetizó muy segura de sí misma MIDIC, y lanzó la carcajada distorsionada de una niña que acaba de cometer una travesura—. Si todo sale bien, no tendré que tolerar nunca más los ataques informáticos y las amenazas de «Big Blue» del norte. Tampoco la propaganda y la arrogancia insoportable del «Supremo Cerebro Líder» de Oriente. Ni volveré a sentir envidia por los avances de las sociedades que protege «Mente Sur». Pero dejemos de hablar de mí y vamos a nuestro asunto.

—¿Y cómo terminará Víctor en toda esta confabulación? —logró preguntar de nuevo Jul.

—Donde siempre: con mi Noly, juntos cuidándose mutuamente y gracias a la fusión provocada por la Proyección Astral, inseparables —concluyó MIDIC, soltándose la cinta de la cabeza y liberando su larga cabellera oscura hasta que le rozó la cintura—. Pero ahora, vamos a lo nuestro: o sea, tu premio.

Se le acercó con movimientos de gata y con otro ademán de sus ojos desintegró definitivamente las cadenas.

Jul no supo cómo reaccionar ante aquello y mucho menos cuando MIDIC se despojó de sus ropas, liberó su silueta perfecta de ninfa morena y se le lanzó encima. Tampoco pudo evitar que le destrozara sus galas de nobleza en pocos segundos y lo dominara con la suave facilidad de una niña que juega con su muñeca.

—No te resistas. No me interesa tu condición física actual. Considéralo una bonificación. Yo también necesito desahogarme y lo haré por primera vez contigo. Seremos como tu amigo y mi Noly, juntos e inseparables.

Jul habría querido gritar. Pero la voz no le salió.

 

 


Salvador Horla es cubano, miembro del Taller de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”. Ha obtenido el primer lugar en la categoría de no-profesionales del Concurso Mabuya 2012 de cuento dentro del Evento Behique 2012 del Grupo Dialfa y una mención del V Concurso de Literatura Fantástica Oscar Hurtado 2013 en la categoría de cuento fantástico y horror. Ha publicado cuentos en revistas virtuales de género fantástico y ciberpunk cubanos como Qubit y Korad.

Ya hemos publicado en Axxón su cuento CHUNGA MAYA, TERROR DE LAS ANTILLAS y TRABAJO NOCTURNO.


Este cuento se vincula temáticamente con SELECCIÓN NATURAL, de Elaine Vilar Madruga; LA SOCIEDAD DE LOS OVOS, de Cristian J. Caravello y PURGATORIO, de Carlos Pérez Jara.


Axxón 252 – marzo de 2014

Cuento de autor latinoamericano (Cuentos : Fantástico : Ciencia Ficción : Distopía : Sociedad : Cuba : Cubano).

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