Revista Axxón » «¡ARGENTINOS, A VENCER! – 8 – Parece mentira las cosas que veo por las calles de Montevideo», Juan Simeran - página principal

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. 8 .

Parece mentira las cosas que veo

por las calles de Montevideo

 

 

Minutos antes del partido de fútbol Argentina-Nigeria los bares de la 18 de Julio son un hervidero. Los que no consiguieron lugar se agolpan en las veredas. En la Plaza Cagancha el gobierno del Frente ha instalado pantallas en las esquinas y no cabe un alfiler.

Cada vez que juega la Selección Argentina en un mundial es igual: llegan los micros desde Tacuarembó, Canelones, Durazno y Rocha, con banderas, camisetas, bombos, el inconfundible «Se va a acabar» mezclado con el «Vamos vamos Argentina». Por la Rambla vienen las columnas, ante la simpatía aquiescente de los orientales. A treinta años, lo viejos emigrados son indiscernibles de los nativos: toman mate con el termo bajo el brazo, hablan de «bó» con voz pausada y grave, comen chivito, y hasta tienen murga propia que brilla en los carnavales: «20 Años no es Nada».

El fútbol es una excusa y es un día de fiesta en que se olvidarán las amarguras y el estar rodeados de compatriotas los hará sentirse menos desgraciados. Los jugadores del club argentino uruguayo Porteño van a relatar y comentar el partido; el rostro del goleador del campeonato uruguayo ya aparece en las pantallas. El Frente ha prometido una auténtica choriceada argentina. Se instalaron baños químicos, puestos de primeros auxilios y voluntarios de la Sociedad de Fraternidad Uruguayo-Entrerriana atienden los puestos donde se escancia el agua caliente para los termos. Los vendedores ambulantes ofrecen productos argentinos casi inhallables por el embargo: vino mendocino o sanjuanino, alfajores Havanna, yerba con palo, dulce de leche Chimbote, Mantecol, chocolatada Cindor, alfajores santafecinos, ginebra Bols. En los puestitos hay innumerables paraguas con el escudo justicialista, boinas blancas con pompones rojos, ponchos salteños. A pesar de cobrar su peso en oro, las existencias se agotan rápidamente. Un ingenioso hace su agosto vendiendo una remera blanca con una inscripción de grandes letras estampada en celeste:

 

ARGENTINOS A VENCER

JUNTA ASESINA A CORRER

¡ V O L V E R E M O S !

 

En las escalinatas que dan a la calle Ejido y en la cuadra hasta llegar a la calle Colonia se ha montado un escenario donde luego del partido tocarán grupos de rock argentino: Matar a Galtieri y Rastafalkland, los más populares.

La música que sale de los altoparlantes es un chamamé que eriza la piel. Los ex porteños que en Caballito o en Palermo jamás hubieran escuchado esa música se trenzan en bailes alegres con sus compañeras. En el exilio se emocionan con el redescubierto folklore: Las academias de pericón, zapateo santiagueño y danzas folklóricas prosperan más que los consultorios sicológicos, que no es poco decir.

Cuando comienza el partido en lugar de silencio tenso la fiesta sigue. Los vendedores continúan ofreciendo sus mercaderías a voz en cuello, luego de la silbatina al nuevo himno argentino. La rechifla es insoportable cuando termina:

 

Dignos y soberanos viva a a aaamoos

O juremos por la Patria morir

Oooo juremos por la Patria morir

 

Se baila la música de guitarras mendocinas, acordeones correntinos, bandoneones porteños, violines chaqueños, clarinetes judíos, bombos tucumanos y hasta una gaita escocesa.

Entre la multitud se escucha una alegre polifonía, cuyo resultado no es tan malo pues la vitalidad taladra hasta los huesos. Los que compran vino sanjuanino a peso de oro lo comparten pasando los vasitos de plástico, como si no poseer el dinero suficiente no fuera razón lógica para privarse de tener en la boca un poquito del dulce sabor de la patria perdida. Los Havanna son repartidos en porciones, como tortas de cumpleaños, y las botellas de ginebra Bols se vacían que es un contento, apurando su seguro destino de nostálgicos veladores.

Un rugido, algo así como un Uuuhhh sordo surgido de mil gargantas indica que una pelota pasó cerca de un palo, la imagen de un arquero que se estira impotente se ve desde todos los ángulos posibles, mientras la voz del relator, una carita en un ángulo de la pantalla, explica algo a lo que es imposible prestarle atención. Algunos se enfervorizan hasta gritar a voz en cuello:

—¡Pero movete infeliz! ¡Qué te comiste a la mañana, un fitito!

—¡Poné huevo, negro, poné huevo!

—¡Ma’ qué orsai, ma’ qué orsai, comprate anteojos, ciego!

La caída de un recio morocho hace rugir un atronador: ¡¡¡Penaaaaalll!!! que parece surgir de las entrañas de la tierra, y al mostrar la cámara la actitud pasiva del referí serbio los insultos arrecian. A esta altura, las guitarras descansan verticales, los clarinetes duermen en sus fundas y los bombos tucumanos suenan con reminiscencias tribales. Un puntito blanco como una pelotita de flipper que choca contra una línea vertical hace que muchos se agarren la cabeza, se coman las boinas blancas con pompones rojos, se abracen a los paraguas con escudos justicialistas, o lleguen a posturas insólitas como doblarse en dos como una bisagra con eje en el estómago.

Un rugido hace temblar Montevideo: las óes de la palabra «gol» se estiran como una gigantesca ola de un tsunami que fuera a romper contra la Rambla y llegara hasta el Cerro. Los automóviles orientales tocan bocina, los vecinos salen a saludar en los balcones y la multitud agita cualquier cosa verde que tuviera a mano.

Las pantallas muestran un hombre de color corriendo con los brazos abiertos, y el zócalo informa en su estilo mínimo la contundencia numérica inapelable:

 

ARGENTINA 0 – NIGERIA 1

 

Esa noche el recital de música se da en un clima de franca alegría, la multitud enloquece bailando candombe con la murga Falta y Resto.

Nigeria le hizo tres goles a la Selección Argentina. Bajo una ensordecedora silbatina, el director técnico argentino, un gordito de rulos y gruesas cejas, trajeado como para una fiesta de quince del conurbano, habla cariacontecido por las pantallas frente a un enjambre de micrófonos.

En cartones y con gruesos marcadores indelebles, la gente improvisa pancartas: NIGERIA 3 – DICTADURA 0. La más original, se perdía entre la gente:

 

BLACK IS BEAUTIFUL

 

 


 

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Axxón 275

Novela de autor latinoamericano (Novela : Fantástico : Ciencia Ficción : Ucronía, Distopía : Argentina : Argentino).

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