Revista Axxón » «Kant y Lovecraft: La divinidad monstruosa como sublime», Siria Treviño Tovar - página principal

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Lo sublime se encuentra en lo grandioso, en lo desmesurado o caótico y no requiere meramente posesión material, conexión que se alcanza en la mayor parte de los textos de H.P. Lovecraft a través de las divinidades extraterrenales que circundan la novela, construidas más allá de lo imaginable. La premisa parte de analizar The Shadow Over Innsmouth de Lovecraft y el concepto de «sublime» realizado por Kant en Crítica del juicio, en donde el culto a Cthulhu y a Dagón y lo que en el creyente proyectan puede ser tomado como una percepción que despierte lo sublime, rompiendo con los elementos negativos que engloba la literatura de horror, y que aparentemente son incapaces de aproximarse a la belleza. Esto es que, en una lectura kantiana de Lovecraft, el paso de lo sublime puede encontrarse debido a las características que ambos relacionan.

Lovecraft ha de describir criaturas ilimitadas, sobrenaturales y superiores al ser humano y su comprensión:

 

«Y’ha-nthlei no había sido destruida cuando los hombres de la tierra habían arrojado explosivos a la mar. La habían dañado, pero no destruido. Los Profundos no pueden ser exterminados jamás, aun cuando la magia arcaica de los Primordiales, hoy olvidada, consiga reducirlos a la impotencia. Ahora descansan, pero algún día, cuando despierten plenamente, se levantarán de nuevo para exigir el tributo que el Gran Cthulhu anhela» (pág. 299).

 


H. P. Lovecraft

La naturaleza no representa la finalidad de ella misma, sino sólo el uso posible de intuiciones en nosotros, es decir, en este caso la percepción del narrador en la novela. Al buscar la belleza se busca en el objeto, pero lo sublime llega al saber que se conoce. La satisfacción se da por las propias facultades y no por el objeto en sí, es decir, por el «ensanchamiento de la imaginación por sí misma»; lo que lleva al conocimiento de la deidad desmesurada no llega por los sentidos sino por el conocimiento de la misma y la interpretación de la sensación que provoca. Lo sublime presupone un «juicio de reflexión», lo que se enlaza con la facultad de percibir sensaciones. Para Kant, el sentimiento de lo sublime nace indirectamente de una suspensión momentánea de las facultades vitales seguida por un desbordamiento de las mismas y una seriedad en la ocupación de la imaginación, bajo una especie de admiración o respeto, es decir, placer negativo.

Ante una aproximación física a la deidad mediante un objeto representativo, Lovecraft define que el sentimiento de admiración no se queda en la sensibilidad estética, no en el juicio estético del objeto que proporciona satisfacción como se presupone en la belleza, sino que al ser contemplado (y no por ser magnánimo en sí sino por la interpretación dada) surge la impresión y admiración incluso perturbadora:

 

«No fue mi sensibilidad estética la que me hizo abrir literalmente la boca ante el sobrenatural esplendor de aquella portentosa fantasía que descansaba sobre un cojín de terciopelo rojo […] Cuanto más la miraba, más fascinado me sentía, y en esta fascinación encontraba algo inquietante e inexplicable» (pág. 233).

 

Lo sublime puede encontrarse en un objeto sin forma, en que se representa una ilimitación y una totalidad de la misma. Al aprehender un sentimiento sublime se transmite de forma inadecuadapara la facultad de exponer y es en cierto modo violentopara la imaginación. Lo propiamente sublime no puede estar encerrado en forma sensible alguna, sino que se refiere tan sólo a ideas de la razón; son ideas que encierran una finalidad más elevada, y no se encuentran superficialmente en la naturaleza. No hay principios objetivos particulares en formas de la naturaleza de la que se desprenda lo sublime, pues es grande por encima de toda comparación.

Esta grandeza descrita es aplicada por la deidad extraterrenal, total, superior e inmortal que envuelve los relatos lovecraftianos. Como la magnitud para identificar lo sublime no se adquiere de manera objetiva se transmite a través de la representación de lo extraordinario.

 

«Los que formaban el grupo de los fieles —o sea, los de la Orden de Dagon— y sus hijos, no morirían jamás, sino que regresarían a la Madre Hydra y al Padre Dagon, de donde todos hemos salido» (pág. 265).

 


Los Monstruos de Lovecraft según Alberto Breccia

Tomando en cuenta lo descrito sobre lo sublime que es lo magnánimo, lo extraordinario, la ilimitación totalitaria y violenta que reside en la razón e infinitamente caótico, las deidades trazadas por Lovecraft rompen con los lindes del entendimiento por su complejidad y grandeza sobrenatural, y lejos de sorprender las reacciones que se generan desvarían de la razón, van más allá del sueño y la locura:

 

«Mientras escribo estoy tratando de contener violentamente mis emociones, pero en aquél momento mi cara debió reflejarlas en el acto […] Lo que pasó fue sencillamente que caí desvanecido, sin decir palabra […] A partir de ese momento mi vida ha sido una pesadilla de lucubraciones y pensamientos tenebrosos. Ya no sé dónde termina la espantosa realidad y dónde comienza la locura» (pág. 297).

 

El narrador de la historia tuvo una aproximación con las criaturas de la Orden del Dagón, aterrorizado de los acontecimientos vividos, huye, pero al volver al contacto desde la perspectiva del propio linaje, es decir, desde la herencia de sus antepasados que lo vinculan con la misteriosa Orden deviene una reacción que si anteriormente fue incontenible admiración lúgubre ahora se vincula con lo etéreo y la locura, desbordando a la misma razón, pues lo sublime no atañe a la forma sensible, sino a las ideas de la razón. Lo sublime deviene al aprehender algo grandioso, muy superior en extensión material que produce la sensación de lo extraordinario, desordenado y caótico, e incluye emociones como las de asombro, agrado y terror en una amalgama de sensaciones.

Según Kant, en la imaginación hay una cierta tendencia a progresar en lo infinito, pero también existe una pretensión a la totalidad absoluta como idea real, es por ello que la incomodidad que nace al apreciar las magnitudes que despiertan lo sublime mediante el juicio reflexivo en todo lo otro es pequeño, y lo sublime supera toda medida de los sentidos. A la representación se le une una especie de respeto y se ha de buscar lo sublime solamente en las propias ideas, pues así mismo, es todo aquello que en comparación con otro objeto, este resulta pequeño. La emoción y sensación en que el placer se produce es por medio de una expansión momentánea que no pertenece a lo «bello» sino a lo sublime kantiano, siendo esas las consideraciones estéticas que se verán reflejadas en el resto de la obra de Lovecraft, principando por The Shadow Over Innsmouth.

 

 


Referencias

 

  • Kant, I. Lo bello y lo sublime. La paz perpetua. Espasa-Calpe: Madrid, 1972.
  • Lovecraft, H.P. El horror sobrenatural en la literatura.Fontamara: D.F., 2002.
  • Lovecraft, H.P. Los mitos de Cthulhu. Alianza: Madrid, 2000.
  • Kant, I. Crítica del juicio. Espasa-Calpe: Madrid, 1977.
  • Trías, E. Lo bello y lo siniestro. Seix Barral: Barcelona, 1984.

 

Siria Treviño es mexicana, nacida durante 1989. Obtuvo el primer lugar en poesía en el certamen “Palabras que cuentan 2009” y el segundo en la misma categoría edición 2010 del mismo certamen.

Este artículo se vincula temáticamente con NOTAS SOBRE LA ESCRITURA DE FICCIÓN EXTRAÑA, de H. P. Lovecraft y DAGON, de H. P. Lovecraft.


Axxón 225 – Diciembre de 2011

Artículo de autor latinoamericano (Artículo : Ensayo : Literatura : Fantástico : Terror : México : Mexicano).

Una Respuesta a “«Kant y Lovecraft: La divinidad monstruosa como sublime», Siria Treviño Tovar”
  1. ¡Me gustó! y eso que HP me tiene a maltraer.
    Cordialmente,
    Yo.

  2.  
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