Taller Literario Gratuito de Axxón
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CUENTOS Y COMENTARIOS

Taller abierto

Cuento en análisis 0001 (semana del 13 al 19 de agosto de 2004):


El Muerto en la Colina
Jorge L. De Abreu

Era un muerto muy singular, ya nadie recuerda desde cuando. Un guerrero antiguo, olvidado, oscuro, que cargó con su espada y perdió la vida en una batalla sin nombre. Quedó allí, tendido en la suave pendiente de la colina, junto a muchos más, junto a cientos de cuerpos mutilados. El sol y la lluvia, las aves carroñeras y los gusanos socavaron túneles en la carne muerta de sus compañeros, fundiéndose lentamente en la tierra. Pero él no, su cuerpo resistió la podredumbre y nadie entendió el macabro portento. Los años se diluyeron sobre su piel reseca y él permaneció, adherido al paisaje como una piedra gris; con la herida del vientre pardusca y dura como una concha.

Él, recostado en el suave declive, observaba con las cuencas vacías de sus ojos, resecas, la alternancia del sol y de la luna durante incontables ciclos. Su presencia atrajo a filósofos y escritores, pintores y ceramistas, hombres de ciencia y sacerdotes. Todos lo observaban en silencio, algunos señalaban su sueño de cuero viejo; otros admiraban su tenacidad y su anhelo de pervivir en la muerte. La mayoría sólo se sentaban a su lado, en silencio o le hablaban sobre sus sueños y pesadillas. Las mujeres le peinaban los escasos mechones de su cabellera y alisaban los flecos de su ropa raída. Algunos pocos acunaban su espada y humedecían con sus lágrimas el óxido ancestral.

Sólo los guerreros le temían, rehuían el campo donde descansaba desde hacía milenios. Sus cuerpos temblaban y apartaban el rostro cuando debían marchar por sus predios. Iban a la guerra y pretendían olvidar su existencia. Luchaban, morían, y en un fugaz instante final comprendían su destino.

En la colina, su mano plácida yace extendida, eones ha que abandonó su espada, entre sus dedos crece la hierba y él persiste.

Jorge L. De Abreu. 2004


Comentarios:

Daniel Tasé Guerra:
El relato me ha gustado, a mí, simple lector, ya que le da un giro no acostumbrado a los ya utilizados recursos del cadáver incorrupto y muerto-consciente ([...] observaba con las cuencas vacías de sus ojos [...]).

Tal vez algunas oraciones necesiten revisión, pero yo preferiría dejarlas tal como están, basándome en que así ya expresan lo que se quiere decir.


Eduardo J. Carletti:
El de este cuento es un tema que fascina a mucha gente. No por nada hay series enteras de documentales en National Geographic sobre momias y disecciones de cadáveres. Y por algo le ponen a algunos ataúdes una ventana de vidrio para que los deudos puedan observar cómo se van poniendo sus seres queridos muertos.

Desde un punto de vista literario, el contenido no me parece muy ambicioso, algo así como un ejercicio de armado de frases y composición de descripciones. De hecho, Jorge hizo bien este trabajo.

Yo pondría la frase "ya nadie recuerda desde cuando" en otra parte, por ejemplo en:
Quedó allí, tendido en la suave pendiente de la colina, ya nadie recuerda desde cuando [...]
Como paronama general del texto, puedo decir que es una bella viñeta y que se lee con gusto.


Amos Josepher:
El cuento en sí, me agrada. Está logrado. Tiene una atmósfera convincente y es sobrio. Las claves para entender su significado son un poco enigmáticas para mí pero eso no le hace, ya que aquí lo que importa es transmitir una imágen; muy expresiva, que consigue su propósito: conferir al viejo guerrero una categoría de nobleza sobrehumana que inspira respeto y temor aún post-mortem.
Pienso que en general, ningún trabajo está totalmente logrado, sino que el resultado final es en los hechos una aproximación de lo que pensábamos( si es que pensábamos en algo; porque a veces, ni eso) Y luego cada crítico que en el fondo piensa que está bién pero que si él fuera, lo hubiera escrito de otra manera. Lo primero es el tema, como un diamante en bruto, Luego el tallado, que tiene infinitas posibilidades y que a veces duele como si uno estuviera pariendo. Literalmente es un cuento de nunca acabar. En este caso pienso eso, que hay que seguir puliendo un poco más, porque vale la pena.


Sergio gaut vel Hartman:
Coincido con la tipificación: "viñeta". Tal vez como amante de lo especulativo hubiera degustado más alguna forma de "intrusión" del muerto en el mundo de los vivos, sin dejar de estarlo. Pero este es el cuento de Jorge, no el mío. Sin embargo... No estoy tratando de patear el tablero ni romper las reglas. Pero si intentáramos...

Veamos: digo con franqueza lo que se me ocurrió. Tendremos este cuento en el escenario durante 7 días y por sus características (y su extensión) no parece probable que se puedan hacer grandes aportes ni practicar "cirugía mayor". ¿Qué tal si jugamos un poco? Si Jorge nos autoriza a hacerlo ¿por qué no intentamos "variaciones sobre El muerto de la colina de Jorge De Abreu"? Como hizo Brahms con Paganini, Stravinsky con Pergolesi. El ejercicio consistiría en que todo el texto de Jorge esté contenido en el nuevo texto... ¡No tiren!
Sé que es irreverente, pero hasta puede resultar interesante...
¡Deténganse! ¡Con armas blancas no!...


Rubén Mesías Cornejo:
Para ser sincero conmigo mismo, y con todos los que lean esto, el cuento no me gustó.

Tiene atmosfera, se tiene la impresion de que el tiempo transcurre y hasta se puede degustar el escenario mítico sobre el cual perdura este cadáver heroico, pero falta la anécdota trascendente que haga a esta historia memorable en la mente del lector.

Respecto al lenguaje, está bien escrito y eso es un mérito.


Hernan Dominguez Nimo:
Me gusta mucho el estilo de la postal, la "viñeta" como la definieron algunos.

Quizá probaría cambiando el tiempo verbal al presente, para acentuar esa sensación de permanencia, y lograr el tono que tiene el ultimo párrafo, aún a riesgo de que éste pierda un poco de fuerza.

Lo unico que le cambiaría, Jorge, es la frase del principio, donde diría que "perdió la vida y el nombre en una batalla olvidada" me parece que así acentúa el hecho de que no importa quién fue y que sólo se lo recuerda por lo que hizo después de muerto. Pero bueno, son esos caprichos de "lo que yo hubiera hecho".

Si la intencion del final es dar a entender que en la muerte comenzó a amar la vida más que la guerra, me costó verlo de entrada, pero no quiere decir nada porque soy un lector bastante remolón.


Axel (zaxl256):
Leí el cuento en la colina y me agradaron varias cosas:
-corto, digamos un cuento super-corto.
-el cuento está bien ejecutado, es bastante clara la exposición
-el tema
cosas que pulir:
-aunque me gustó el estilo sencillo, creo que se puede realzar el "tono" para que vaya más acorde a algo tan majestuoso y con tanta importancia como tiene "el muerto".

Y me recordó algo que escribí hace algunos años, me agrada la idea de Sergio de hacer algunas variaciones, con la venia de Jorge, claro.


Lucas Bali:
Por la extensión y por la forma me cuesta llamarlo un relato, más bien me parece un retrato bien detallado (por acá ya lo han comparado a una viñeta), un fragmento descriptivo. Parece que se intenta dotar de una cierta majestuosidad a esta figura del guerrero y creo que lo consigue bien, con ayuda de algunos aspectos tal vez sobrenaturales. También de la forma en que es capaz de imponer cierto respeto en algunos (¿reverencia tal vez?) y miedo en otros creo que se puede ver esto.

Como algunos otros han propuesto, podría ser un ejercicio interesante tratar de desarrollar un texto nuevo que incluya a éste en alguna parte. O también hacer otro que narre la vida del guerrero. No sé, las posibilidades son infinitas.


Omar Vega:
Mi opinion sobre el cuento "El Muerto en la Colina" de Jorge De Abreu es la siguiente.

1) Desarrolla una idea excelente. La de un cadáver que por alguna razón es imperecedero. Se trata de un símbolo, de una especie de monumento a la vida de un hombre. Al soldado quizás. ¿A la raza humana?

En general todo cuento tiene que partir con una idea. Si bien se pueden tolerar problemas de desarrollo, que son corregibles, la idea básica es lo fundamental.

Jorge usa una idea básica extraordinaria. Casi un arquetipo diría yo. Eso es el cuento. Cuando un escritor toca esas fibras, creo que va por muy buen camino.

(2) Aunque parezca absurdo, al lector no le queda claro por qué ese cadáver en particular es tan especial. Algo extraordinario tuvo que haber hecho en vida, se supone. No queda claro qué. Aun cuando se intuye.

(3) Creo que el cuento esta muy bien ejecutado y la idea es magnífica. Sólo le daria una pista al pobre lector de por qué la persona es tan especial. Una pista para saber qué representa. Bastaría una palabra o una breve sentencia. Es acaso el hombre común, el héroe, o simplemente la condicion humana.


MaGnUs:
Me gustó tu cuento Jorge, breve y conciso, y como dijeron por ahí, da pie para desarrollar otras historias a partir de ello. Quizás incluso parece el epílogo o prólogo de otra obra. Muy bien escrito.


Luis Saavedra V.:
No soy amigo de los relatos cortos. Siempre dejan algo en la boca como un resabio de cosas que no se terminaron de degustar. Se les paladea entre los dientes y desaparecen antes de llegar a la garganta. Son etéreos, inasibles como un pájaro dodo.

No obstante hay quien los cultiva y sus huertos siempre están llenos de estas palabras fugaces. Es envidiable en muchos sentidos. Para un lector de lectura rápida quizá solo sea un parpadeo, esos lectores elefantiásicos que leen obras elefantiásicas.

Supongo que hay dos formas de acercarse a un relato que es muy corto como para eludir las redes de la crítica tal cual. Ambas se relacionan con la emocionalidad del lector, con la forma de dar un golpe de efecto o la creación de una atmósfera. El golpe de efecto se relaciona con la idea, con el uso de la idea y la forma en que se la arroja a la cara del lector, para esto existe Fredric Brown (ingenio puro) o Saki (maldad pura). Y la otra es crear una experiencia estética tal que el lector no puede verse sustraido hasta que se acaba la página. El relato de Jorge de Abreu pertenece a lo segundo.

No importa que haya indulgencia en mi comentario, no es capital para nadie, pero mi experiencia estética fue suficiente para que aún persista en mi memoria como una imagen efímera pero bella. Una canica de vidrio, eso es lo que es, un momento sugerente encerrado en piedra transparente que se puede observar y luego dejar de nuevo en la caja de las canicas. Hasta que se quiera de nuevo recurrir a ella.


 

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