Aunque la cultura popular sostenga otra cosa, los marinos de la época de Colón
no creían que navegarían hasta el borde del mundo y caerían por él. Sí le temían
al océano, o más bien le tenían un enorme respeto a esa masa de agua inquietante e
interminable que continuaba por detrás del horizonte y más allá.
Es comprensible que los marineros fueran aprensivos: viajaban en cáscaras de madera,
sensibles a cualquier fuerza que quisiera hundirlos. Cantidad de avistamientos y
sucesos mal transmitidos oralmente o transmitidos bien, pero mal interpretados
con el protagonismo de animales verdaderos del océano se habían convertido en leyendas y en
creencias inexactas sobre lo que se podía encontrar más allá, en ese gigantesco y poco
hospitalario mar que ellos conocían apenas.
A continuación, veamos una breve galería de monstruos marinos imaginados
en la época y en siglos posteriores, aún tan tarde como el siglo 18:
Año 1570, Islandia, por A. Ortelius, publicado originalmente en Theatrum Orbis Terrarum.
Ortelius es famoso y reconocido por sus mapas, por la exactitud que lograba en la época,
pero claro que no se olvidaba de adornarlos con una buena colección de "bestias marinas".
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Año 1588, dibujo de C. Gesner publicado originalmente en De Piscium & Aquatilium Animantum Natura
Aparecido recientemente en el libro Monsters of the Sea, de Richard Ellis.
Hércules lucha con una Hydra en la mitología griega. Desde entonces, este animal
imaginario ha debido cargar con una mala reputación.
Desafortunadamente, la Hydra tiene un simil en la realidad: el pulpo.
Aún hoy persiste una imagen falsa sobre estos animales (a los que se les llama "peces
demonio") y es posible que por esto se los haya condenado a hacer de villanos en la películas de clase B.
Aunque la ilustración sólo muestra siete cabezas, a la Hydra a veces se le adjudican
nueve, y se dice que cada vez que se le corta una aparecen dos en reemplazo. |
Año 1734, dibujo de Albertus Seba, coloreado por J. Fortuyn,
publicado originalmente en Thesaurus.
Aparecido recientemente en el ejemplar de abril del 2002 de "A Diverse and
Marvelous Collection" de Müsch, Willmann y Rust en Natural History Magazine
y en A Cabinet of Natural Curiosities de Albertus Seba.
Albertus Seba, un farmacéutico de Amsterdam, hizo un retrato de otra Hydra
en el siglo 18.
Seba tenía dudas sobre la autenticidad de semejante animal, pero más de un
"testigo respetable" le atestiguó en favor de la existencia un éspecimen
embalsamado, de modo que colocó el dibujo en su publicación.
Este error de Seba es comprensible si se tiene en cuenta que muchos
animales genuinos muy raros se estaban embalsamando o se exhibían conservados
en alcohol en esa época y él sólo los conocía en esas condiciones. |
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Año 1758, Dibujo de Albertus Seba coloreado por J. Fortuyn. Aparecido
recientemente en el ejemplar de abril del 2002 de "A Diverse and
Marvelous Collection" de Müsch, Willmann y Rust en Natural History Magazine
y en A Cabinet of Natural Curiosities de Albertus Seba.
La mayoría de los trabajos de Seba eran más realistas que el de la Hydra.
Aunque algunas bestias mitológicas persistieron durante las siglos 17 y 18,
los eruditos comenzaron a sustituir la observación superficial del mundo
natural por un estudio más detallado y más cuidadoso. Un de los resultados es
esta pintura de una jibia, pariente del pulpo. |
Año 1667, dibujo de Niels Stensen, aparecido originalmente en
Canis Carchariae Dissectum Caput, publicado recientemente en
Monsters of the Sea, de Richard Ellis y en Fossils: Evidence of
Vanished Worlds, de Yvette Gayrard-Valy
Esta imagen de la cabeza de un tiburón gigante blanco diseccionado
se ve rara para los estándares actuales, pero en realidad es un importante
mojón en el progreso de la biología marina. Durante años se creyó que los dientes
fosilizados de los tiburones eran lenguas de serpientes que San Pablo había
convertido en piedra, y por esto se les llamaba glossopetrae, o "piedras lengua".
Niels Stensen identificó correctamente las piedras lengua como dientes de
tiburón. |
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Año 1802, dibujo de Pierre Denys de Montfort, aparecido originalmente
en Historie Naturalle Générale et Particulière des Mollusques,
publicado recientemente en Sketches of Creation, de Alexander Winchell y
Monsters of the Sea, de Richard Ellis. El dibujo que se ve a la
izquierda ha sido coloreado.
Denys de Montfort se jactó diciendo que si se "tragaban" esta representación,
él dibujaría luego un cefalópodo abrazando Gibraltar.
Setenta años después, Alexander Winchell hizo dos cosas admirables:
Dijo que la pintura de Denys de Montfort era la trama de un marinero, pero
también sugirió que "las profundidades inexploradas del océano encubren las
formas de octópodos que sobrepasen lejos en magnitud a las especies conocidas
para la ciencia". Winchell acertó en ambas cosas. |
Años 1573-1585, dibujo de Ambroise Paré, aparecido originalmente en Des Monstres,
imágenes similares fueron publicadas recientemente en Monsters of the Sea de
Richard Ellis y en On Monsters and Marvels de Ambroise Paré, traducido por
Janis Pallister.
Llamado "águila marina" y también "pez volador", lo que se ve en la imagen es, muy
probablemente, un trucado quirúrgico hecho con el cuerpo de una raya para hacer que parezca
un monstruo marino alado con cabeza de aspecto humano.
El truco fue efectivo, y Ambroise Paré volvió a relatar una historia de segunda mano
de un espécimen vivo que se les había presentado a los señores de la ciudad de
Quioze. Se sabe que la primera ilustración es de fines del siglo 16. |
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Año 1854. Trabajo de Japetus Steenstrup aparecido recientemente en
The Search for the Giant Squid, de Richard Ellis.
En el siglo 16, dos naturalistas, Rondelet y Pierre Belon, produjeron
descripciones de animales a los que llamaron Monjes Marinos o Peces Monje.
Siglos después, un naturalista muy talentoso, Japetus Steenstrup, hizo una
presentación en las cual comparó la ilustración de Rondelet (a la izquierda)
y la ilustración de Belon (a la derecha) con un calamar semejante (centro),
capturado en 1853. También tomó en consideración una descripción del Monje Marino
hecha en el siglo 16 por Conrado Gesner. Steenstrup hizo una asombrosa deducción:
"¿Podemos, con estos fragmentos de información sobre la concepción de aquella
epoca, aproximarnos a reconocer a cuáles criaturas de la naturaleza, más
probablemente, es las que se les debe asignar [ese nombre]? El Monje Marino
es, en primer lugar, un cefalópodo". |
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Los monstruos marinos se aproximan a un barco del siglo 16.
Rijksmuseum, Amsterdam, cortesía de New Bedford Whaling Museum.
En el período colonial español, los barcos que se dirigían hacia Europa
a través de los estrechos de Florida se movían sobre la corriente del Golfo.
Los huracanes, los bancos de arenas movedizos y las aguas bajas hacían que
el paso entre las Bahamas y la Florida fuera especialmente peligroso.
Junto a estos riesgos verdaderos, los marineros europeos temían a los
monstruos del mar, criaturas basadas más en la fantasía que en los hechos.
En realidad, los piratas planteaban una amenaza más seria para las naves que
esos temidos monstruos. |
(Traducido, adaptado y ampliado por Eduardo Carletti de diversos sitios de Internet)
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