El 9 de abril de 1940, las tropas alemanas invadieron a la neutral Noruega.
Este acto de guerra, que puede parecer un crimen, estaba siendo considerado
también por los aliados, que habían minado los fiordos noruegos y preparaban
también una gran invasión del país escandinavo. Pero Hitler les ganó de mano.
Las fuerzas nazis que conquistaron Noruega luego de
una breve lucha de escasos dos meses consistían en dos divisiones de cazadores,
siete divisiones de infantería, un regimiento de paracaidistas, tres
regimientos de artillería antiaérea, transportes, caza, bombarderos, unidades
de reconocimiento aéreo y apoyo de artillería naval.
Los blindados alemanes invaden Noruega
Como se ve, se trató de una gran operación sobre un
país neutral y prácticamente indefenso, sin petróleo ni otros recursos
estratégicos y que no representaba peligro alguno para los planes nazis en
Europa.
Entonces, ¿por qué lo invadieron? Más aún: ¿por qué los aliados deseaban hacerlo también?
Como se comprenderá, existieron muy buenas razones para este acto aparentemente inexplicable, solo que nunca salieron a la luz.
Hasta ahora.
Apenas consolidada la invasión de Noruega, las
tropas alemanas se dirigieron directamente hacia un hermoso lago glaciar
llamado Tinn. En sus orillas funcionaba una enorme fábrica química llamada
Vemork, cuyo principal producto era una línea completa de fertilizantes
nitrogenados. Aunque pueda parecer absurdo, la invasión del país completo
estaba destinada única y exclusivamente a capturar y conservar la fábrica
Vemork. ¿Cuál era la razón de esto?
En la primera parte de este
informe pudimos apreciar cómo Von
Weizsäcker, Heisenberg y sus colegas pusieron en marcha el proyecto nuclear
nazi. En la segunda
entrega fuimos testigos de la búsqueda que los espías aliados llevaron a
cabo por toda Alemania para individualizar y destruir los reactores y plantas
de purificación de combustible atómico destinados a la consecución de una bomba
nuclear nazi.
Como se comprenderá, la invasión de Noruega formó parte del mismo cuadro de
situación.
Knut Lier Hansen,
líder de la resistencia noruega
Es que la planta Vemork obtenía, como subproducto de la fabricación de abono, cantidades limitadas de agua pesada, esencial
como refrigerante de los reactores nucleares y moderador obligado de las reacciones
en cadena controladas que en ellos se operan. Hitler invadió Noruega para obtener un insumo esencial en la
fabricación de su bomba nuclear.
La primera medida tomada por los nuevos propietarios de Vemork
fue interrumpir la producción de agroquímicos y fertilizantes y duplicar la
producción de agua pesada. Tras dos años de ocupación de la fábrica, la
cantidad obtenida se había decuplicado.
Los aliados de inmediato se enteraron de lo que los
alemanes se proponían. La red clandestina de información, operada por la
resistencia noruega, informaba a Londres de cada cambio que se producía en la
planta, y los aliados se hallaban, para 1942, sumamente preocupados de que el
plan nazi tuviese éxito.
Había que recuperar Vemork… o
en su defecto, destruirla.
La resistencia, liderada por Knut Lier Hansen,
consiguió infiltrarse en la empresa y comenzó a someter a sus instalaciones a
una constante serie de actos de sabotaje durante más de tres años, concluyendo
con la instalación de una bomba de tiempo en noviembre de 1943 que causó graves
y extensos daños. Los alemanes, con metódica filosofía, repararon la planta y
reconstruyeron las partes destruidas.
La prensa noruega se ocupa del bombardeo de la planta
Los guerrilleros pidieron ayuda a Londres, y la 8ª
Brigada Aérea bombardeó la planta hasta los cimientos en 1944, pero los
alemanes tardaron solo tres meses en ponerla operativa nuevamente, mientras
continuaban aumentando la producción de agua pesada.
A principios de 1944, la información tan temida
llegó a Londres desde la radio clandestina de Hansen y sus maquis: los alemanes de Vemork se preparaban para enviar a Berlín
15 toneladas métricas de agua pesada en diversos grados de pureza. Esto solo
podía significar una cosa: en alguna parte de Alemania había un reactor nuclear
en condiciones de procesar uranio 235 y convertirlo en plutonio 239, combustible que
se suponía elegido por Heisenberg para
construir la bomba nazi.
Hansen informó a los ingleses que los tambores
llenos de D2O serían transportados por tren hasta un puerto sobre
el lago, y luego en un ferry (irónicamente llamado "Hydro") para sacarlos de
Noruega y llevarlos a Alemania.
El ferry "Hydro" abandonando su muelle
Los tiempos se acortaban. Los aliados sabían que el proyecto Manhattan no tendría
su propia bomba antes de 1945, y temían que los alemanes se les adelantaran
como ya habían hecho con los motores de reacción, los misiles y por supuesto la
invasión a Noruega. De modo que Hansen recibió la orden de evitar el tren (que
se suponía que estaría muy custodiado) y, en cambio, hundir el ferry mediante
una bomba de tiempo. El atentado debía producirse en la parte más profunda del
lago Tinn, de donde los barriles de agua pesada nunca podrían ser recuperados.
Esperaban de este modo retrasar las operaciones nucleares alemanas lo
suficiente como para terminar la bomba nuclear antes que ellos.
Los ferrys "Hydro" y "Ammonia"
El problema principal al que se enfrentaron los insurgentes noruegos era que el tal ferry era un transporte civil
de trenes de pasajeros, por lo que su naufragio produciría con certeza
numerosas víctimas inocentes. Plantearon sus resquemores a Londres, pero se les
ordenó seguir a toda costa con la operación, sin importar cuántos inocentes
fueran asesinados en el proceso. Se estaba hablando de salvar al mundo, ni más
ni menos.
El 20 de febrero de 1944 Hansen y otros dos miembros de la resistencia noruega abordaron
el "Hydro" entre las sombras de la noche, abrieron una escotilla que llevaba a
la obra viva y depositaron allí un poderoso explosivo comandado por tiempo.
Luego huyeron.
Noticia de un diario noruego indicando el naufragio del "Hydro"
El cálculo cronológico fue exacto, y el artefacto detonó precisamente en el lugar
deseado. El "Hydro" se hundió en minutos, llevándose consigo las vidas de 16
pasajeros civiles y la totalidad del agua pesada para la bomba de Hitler hasta
las oscuras profundidades del Tinn.
Tanto a los resistentes como a los británicos siempre les preocuparon dos dudas que
no se pudieron resolver duarnte décadas. Primero ¿era verdaderamente agua
pesada el contenido de los tambores? Y, en segundo lugar: ¿por qué había
resultado tan fácil el operativo? ¿Por qué no estaban mejor custodiados el tren
y el ferry-boat?
Maqueta del "Hydro"
La primera de ellas fue resuelta hace pocos meses, cuando un equipo multinacional
rescató algunos de los barriles del fondo del lago y en verdad establecieron
que contenía el D2O tal cual se indicaba en el manifiesto de embarque alemán. Eran solamente 0,5 tm, no
15 como creían los aliados, y esa cantidad hubiera sido insuficiente para poner
en marcha siquiera el más pequeño de los reactores alemanes.
Hansen y sus compañeros retratados en un film noruego
Por otro lado, la cuestión de la falta de custodia acaba de ser dilucidada. Nuevos
documentos recién descubiertos prueban que, en fecha tan temprana como 1942,
los nazis se percataron de que en caso de que la guerra se prolongara más que
unos pocos meses, la perderían. Los norteamericanos llegaron a la conclusión
opuesta. En consecuencia, Hitler supo que su bomba nuclear nunca llegaría al
estado operacional antes de que su terrible imperio colapsara. Por lo tanto,
pasó el proyecto al ábito civil y se resignó a intentar sobrevivir mediante el
uso de armas convencionales. Por eso no había una fuerte custodia militar para
el agua pesada.
Uno de los tambores de agua pesada recuperados
En realidad, para el atentado de Hansen en 1944, los alemanes ya sabían que la
guerra estaba perdida y que las armas nucleares serían solo instrumentos en
manos de sus enemigos.
Rescatando los barriles
Gracias al valor de hombres como Hansen y los suyos y los demás retratados en las
entregas anteriores de este Zapping, el mundo evitó, de esta manera, consumirse
en la llama furibunda del holocausto nuclear nazi.