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28/ago/02
La siguiente nota de opinión
fue escrita por James Wolfensohn para The International Herald Tribune. El autor
es actualmente presidente del Banco Mundial (reelegido para ese cargo en el
2000). Esta nota se da en el marco de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Sostenido que comenzó el 26 de agosto en Johannesburgo, Sudáfrica.
Cómo será el mundo en cincuenta
años, según el presidente del Banco Mundial
(La Nación, The International Herald Tribune) Según el nuevo
informe del Banco Mundial sobre el desarrollo para 2003, dado a conocer el
miércoles pasado en Johannesburgo, los próximos 50 años podrían ver crecer
la población mundial a 9000 millones de personas y el PBI se podría
multiplicar por cuatro, a US$ 140 billones (140 x 1012). Teniendo en cuenta las presentes
tendencias en la producción y el consumo, tensiones sociales y ambientales
amenazan con desviar los esfuerzos para el desarrollo y erosionar los niveles de
vida, a menos que diseñemos mejores políticas e instituciones.
Si continuamos en la senda actual, las expectativas no parecen muy alentadoras.
En 2050, la producción anual mundial de dióxido de carbono se habrá
triplicado, mientras que 9000 millones de personas, tres mil millones más que
las que existen hoy, vivirán en su mayoría en los países subdesarrollados y
se disputarán el agua de la Tierra, lo que agregará problemas en torno de su
ya conflictiva provisión. Las necesidades de alimento ascenderán a más del
doble, un serio panorama para África, donde la producción de alimentos está
por debajo del crecimiento de la población.
En la Tierra ya viven 1300 millones de personas en tierra áridas, inundadas y
bosques que no los pueden alimentar. Para 2050, y por primera vez en la
historia, habrá más gente viviendo en las ciudades que en las áreas rurales.
Sin una mejor planificación, las presiones de la inmigración y de los
movimientos de la población a través del mundo podrían crear un cataclismo
social y una lucha por los ya escasos recursos.
La cumbre de la Naciones Unidas en Monterrey, en marzo pasado, estimuló a los
países pobres a mejorar sus políticas y gobernabilidad a cambio de la promesa
de los países ricos de enviar más ayuda y abrir los mercados al intercambio
comercial. La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenido que comienza hoy (26 de
agosto) en Johannesburgo nos da la posibilidad de concretar esas palabras.
¿Qué debe esperar el mundo de Johannesburgo? Quizá la mejor respuesta sea:
mirar hacia delante e imaginar qué queremos, no sólo para nuestros hijos, sino
para los hijos de nuestros hijos. ¿Vamos a dejar como nuestro legado un planeta
más pobre que tenga más hambrientos, un clima inestable, menos bosques y menos
biodiversidad? ¿Un lugar que sea socialmente aún más convulsionado que el de
hoy?
Se necesitarán políticas de desarrollo más centradas en proteger los bosques,
la pesca y el campo, haciéndolos más productivos si queremos acortar la brecha
con los pobres. Políticas equivocadas y gobiernos débiles han contribuido a
provocar desastres ambientales, al crecimiento de la desigualdad y la
convulsión social en algunos países, lo que a menudo trajo como consecuencia
grandes pérdidas, disturbios, refugiados hambrientos o guerras civiles.
Sin embargo, estas tendencias también ofrecen oportunidades si los líderes y
políticos que se encuentran en Johannesburgo hallan el coraje para prometer y
concretar acciones valientes para los próximos 10 a 15 años.
La mayor parte de los recursos económicos que necesitará la creciente
población aún no existe. Mejores condiciones, una mayor eficiencia y más
formas de inclusión podrían significar que estas ventajas se construyan de
manera que haya menos tensiones en la sociedad y en el entorno.
A medida que el aumento de la población decline, el crecimiento económico se
traducirá en una reducción de la pobreza, siempre que el desarrollo durante
las próximas décadas se maneje de manera que no se destruyan las fuentes
naturales que sostienen el crecimiento.
Si el ingreso individual en los países en desarrollo crece en un promedio del
3,3% anual, alcanzará los 6300 dólares por año para 2050, cerca de un tercio
más que el que actualmente poseen los países con un ingreso medio y alto.
Tal crecimiento ya es visto como un objetivo modesto por algunos líderes del
mundo en desarrollo. En las dos últimas décadas muchos países del Este de
Asia se desarrollaron a un ritmo que alcanzó un promedio anual dos veces superior a esas cifras.
Las necesidades básicas de las personas, en cuanto a vivienda, alimentación y
vestimenta podrían ser razonablemente logradas. La esperanza de vida podría
llegar a alcanzar los 72 años en los países pobres, donde hoy es de 58 entre los de menores recursos. La proporción de gente alfabetizada podría
ascender al 95%.
Por supuesto, un crecimiento económico tan marcado podría poner en enorme
riesgo al medio ambiente. Como las naciones ricas son las mayores consumidoras
de nuestras reservas naturales, tienen una especial responsabilidad en brindar
ayuda al mundo en desarrollo cuando se trata de enfrentar estos riesgos.
Todos debemos proteger nuestros bosques y pesca de la sobreexplotación. Debemos
detener la degradación de los suelos y asegurar que las reservas de agua se
utilicen eficientemente. Debemos proteger la diversidad biológica de los
ecosistemas ya que ellos sostienen el fluir de productos y servicios esenciales
para nuestras economías y sociedades. Debemos limitar la emisión de gases de
las fábricas, automóviles y hogares.
Los países en desarrollo tienen que promover la democracia, la inclusión y la
transparencia a medida que establecen las instituciones que manejen sus
recursos. Los países ricos deberían aumentar la ayuda, apoyar la reducción de
las deudas, abrir mercados a los países en desarrollo que son exportadores y
ayudar a transferir tecnologías para prevenir enfermedades, aumentar la eficiencia en materia energética y alentar la producción
agrícola.
La sociedad civil puede actuar como la voz que aglutine los intereses dispersos
y provea una visión independiente de las acciones públicas, privadas y no
gubernamentales. Un sector privado responsable, apoyado por el gobierno debería
crear incentivos para que las compañías persigan sus intereses a la vez que
avancen en objetivos ambientales y sociales.
[Nota
de Joe: La publicación de la noticia no implica opinión ni a favor ni en
contra de los conceptos vertidos en ella, que son responsabilidad del autor.]
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Más información sobre la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenido en:
http://www.un.org/spanish/conferences/wssd/
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